LA IMPERFECCIÓN DE LA BELLEZA
Carlos Medrano
Valladolid, Fundación Jorge Guillén, col. Cortalaire, 2023, 123 págs.
Carlos Medrano nació en Salamanca en 1961. Su vida ha transcurrido entre
Extremadura -su tierra de formación vital y literaria-, Valladolid y Mallorca,
donde reside desde los años 90. Es licenciado en Filología Hispánica (que cursó
entre Valladolid y Cáceres) y ha sido hasta hace poco profesor de lengua y
literatura en secundaria. En una primera etapa juvenil y universitaria publicó
los siguientes libros: Corro (Alcazaba, Badajoz, 1987), Las horas
próximas (Alcazaba, Badajoz, 1989). También otros cuadernos o plaquettes
como A lo breve (La Centena, Editora Regional de Extremadura, 1990), Imágenes,
encuentros (POEMAS, Proyectos Originales Ediciones Marginales Anómala
Sociedad, Valladolid, 1996) y Entorno claro (Mérida, Editora Regional, 2021). Participó en algunas antologías como Abierto
al aire (1971-1984) (Editora Regional de Extremadura, 1984), coordinada por
Ángel Campos Pámpano y Álvaro Valverde, o Diez años de poesía en Extremadura
(1985-1994) (Ayuntamiento de Cáceres, 1995), al cuidado y estudio de Miguel
Ángel Lama.
Tras varios años de silencio, en septiembre de 2010 abrió el blog isla de lápices donde ha ido recogiendo su nueva producción y algunos textos anteriores, acompañada a veces de algunos comentarios cercanos al diario y la reflexión literaria. De este fondo ha ido apareciendo en papel Donde poder volver (Vberitas, Don Benito, 2016), una muestra de poemas del blog; el libro de haikus enlazados Entorno claro (Editora Regional de Extremadura, 2021); o lo seleccionado para una antología de poetas vallisoletanos, Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio (Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2013) y la colaboración para el nº 11 de la revista Suroeste. Junto a Juan Ricardo Montaña ha colaborado en el libro homenaje a Santiago Castelo Aire por aire (Vberitas, 2015), y ha coordinado el dedicado a Ángel Campos Pámpano Recobrada memoria (Vberitas, 2022).
Ahora la Fundación Jorge
Guillén publica La imperfección de la belleza, dividido en tres bloques, “Un movimiento
interrumpido”, “Emerger” y “La memoria tranquila”. Partiendo del motivo
oriental recogido en el título (la belleza también está sometida al paso del
tiempo y, por tanto, a la trasformación, a la imperfección: “La belleza se
arriesga en lo difícil. / La orquídea, el colibrí / cruzan también la muerte”),
los poemas transitan por motivos universales como la naturaleza en estampas de
Mallorca, pero también de paisajes vividos en el pasado (“De donde hemos
querido, nunca nos vamos del todo. Y con sólo pensar, permanecemos”) como
Castilla, Portugal (Sesimbra, Évora) o Extremadura (Jaraíz, Yuste) en los que la
observación se une a la reflexión y al recuerdo. Otros textos acogen como tema
la amistad con otros tantos escritores de quien se siente próximo estética o
emocionalmente (Francisco Pino, Santiago Castelo, Tomás Sánchez Santiago, Ángel
Campos, Álvaro Valverde…). El último bloque, del que reproducimos una de las
composiciones, conforma una elegía dedicada a la madre fallecida, comunicada
con el tono de un dolor sedimentado y un lenguaje sobrio y
cuidadosísimo en su selección.
ISABEL
Una paloma, amor, mujer que vuela,
mi madre ya partió, retengo ahora
su última mano que es la mía
y el hueco de su huella mudo expresa
esta separación, la hora
donde el aliento eleva la tibieza
querida de aquella carne y luz
no abandonada, menos rota.
Hoy sostienen mis huesos entera tu estatura.
Aunque te vayas, más cerca ahora ves.
Aquí en mi cuerpo te ofrezco que residas.
Yo soy también lo que tú eras.
Contemplo la levedad hermosa de tu alma:
qué ventana no da dolor abierta a la belleza
que hoy por doquier asalta.
Madre, mira la gratitud continua de la vida,
el reposo maestro de tu ternura y nombre.
Nacido de tu ser; este latido
da fe del mundo que ante ti se entrega.
Muchas gracias, Simón, siempre tan atento y fino lector. Abrazo amigo.
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