jueves, 27 de abril de 2017

Escrito con luz


ESCRITO CON LUZ

José Antonio Marcos (fotografías)
Javier Pérez Walias (textos)

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2017, 115 págs.
Presentación de Eduardo Moga

   Escrito con luz es un cuidado volumen, esmeradamente editado, que reúne ochenta fotografías  de paisajes de Extremadura de José Antonio Marcos reunidas en diez bloques (“Agua que acaricia”, “Ecos de sueños”, “Emboscado, “Espejo de agua”, “La piel”, “Luz efímera”, “Paisaje velado”, “Territorio habitado”, “Tierra esculpida” y “Vegetalia”) y diez poemas en prosa de Javier Pérez Walias. “Eso hacen -considera Eduardo Moga en el prólogo- José Antonio Marcos y Javier Pérez Walias: crean un paisaje que ya existía. El primero lo alumbra con imágenes y el segundo, con versos. Si hubiéramos de informar al inadvertido, diríamos que este paisaje es el de Extremadura -y, en muchas ocasiones, el de la Sierra de Gata-, aunque, en realidad, ese paisaje sea el suyo, el de ambos, el de todos, enraizado -o encarnado- en el paisaje de Extremadura. Los dos son legatarios de la modernidad artística: no exponen la naturaleza como se ve, sino como ellos la ven. Las fotografías y los poemas que aquí se han reunido no aspiran a ninguna objetividad, sino solo a materializar una visión y testimoniar un diálogo: entre el yo y lo otro, entre el adentro y el afuera, entre quien mira y lo mirado. Si son un documento, lo son solo de sí mismos: del vigor y la acuidad de sus hechuras, y de su tumultuosa pero exacta entraña afectiva” [p. 9]. Reproducimos la última composición de Pérez Walias.

   “Durante años, he oído el rumor del mar en el interior del bosque. He oído el rumor de su oleaje perenne en un claro del bosque. Lo he visto. Tú lo imaginaste para mí con sus anémonas, con sus medusas añiles, con sus luciérnagas y sus tentáculos, con sus nubes en movimiento y sus hojas de sal. Multitud de flores cubriendo todo el fondo a nuestro paso. Multitud de estrellas. En un claro del bosque vi algunas flores agitar las alas hasta mantenerse en el aire y libar. Por una rendija del cielo entraron las ramas de luz igual que los estambres de un pájaro. Ahora late en mí lo oculto, lo verdadero, acaso en otro tiempo sin sus cálices. Ante mí la luz se atenúa y yo con ella. Solo ante mí la mirada atenta, la sombra que hace temblar en un punto el universo. Hay una quietud de pájaro con su corola de agua colgando de esta luz blanca. La quietud se hace pétalo. Las flores en el limbo de las aves se aman, pluma con pluma. Se hieren”.
(Vegetalia)

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