miércoles, 3 de mayo de 2017

El doble y otros relatos


EL DOBLE Y OTROS RELATOS

Juan Manuel Pérez Rayeo
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.  Vincapervinca, 2017, 190 págs.

   Nacido en Villanueva de la Serena (1962), Juan Manuel Pérez Rayego compagina su trabajo como empleado público con la creación artística. Además de diversas exposiciones fotográficas individuales y colectivas (alguna de sus fotografías fueron elegidas por la Nasa como foto astronómica del día), con premios en distintos ámbitos de las artes visuales (su obra “Direcciones consiguió el IV premio de Poesía Experimental de la Diputación de Badajoz), ha publicado el libro de poesía visual Nuboides (Badajoz, Diputación Provincial, 2004) y una novela, Vertical (Madrid, Ediciones del Viento, 2011).
   El doble y otros relatos agrupa las narraciones en tres bloques, “Aquí” (las más realistas), “En la frontera” y “Allí” (las más fantásticas), bloque del que reproducimos una composición.

   LUZ

   Caí en una estrella. Siempre había creído que las estrellas eran infiernos, como el sol; pero, después de atravesar un halo calenturiento, aparecieron las chimeneas, edificios y recintos de unas fábricas doradas. En ellas se producen cariño, deseos, esperanzas, acciones buenas. Los productos salen debidamente empaquetados a bordo de camiones, camiones que se convierten en rayos de luz al atravesar la frontera.
   También hay fábricas de hambre, de disgustos, de envidia. Estos productos son tratados de igual manera, y también vuelan con forma de rayos de luz a través del espacio.
   Pero no solo existen fábricas. Encontré un parque donde se prohibía pensar, según indicaba un cartel fijado a la entrada. Era plácido como un abrazo cariñoso estar sentado allí, respirando aquel aire de luz dorada; con unas plantas que no es que fueran de colores, sobre todo verdes y carmesíes, sino que eran colores con forma de plantas, de árboles, de arbustos con amarillos como florecillas; con pájaros trinando pedazos de paisajes y felicidad que se ensamblaban en el aire y acaban formando tirabuzones y espirales; con un agua que moldeaba gotas como peces de distintos tamaños y colores. Hasta con un mendigo contaba aquel parque, un mendigo que me pidió vida.
         -¿Cómo puedo darte vida?
   Fui expulsado del jardín por preguntar, por pensar. Desde entonces recorro unas calles que no parecen terminar nunca, guiado por un impulso que me obliga a continuar, impulso que también cruza una frontera y sale ahí fuera, con forma de rayo de luz.

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