sábado, 15 de febrero de 2025

Lecturas al poniente

LECTURAS A  PONIENTE

Poesía en Extremadura, 2005-2023)

Álvaro Valverde

Mérida, Editora Regional de Extremadura, col. Perspectivas, 2024, 451 págs

In limine del autor

Nacido en Plasencia en 1959, Álvaro Valverde ha publicado, entre otros, los libros de poesía Las aguas detenidas, Una oculta razón (Premio Loewe), A debida distancia, Plasencias, Ensayando círculos, Mecánica terrestre, Desde fuera, Más allá, Tánger, El cuarto del siroco (Premio Meléndez Valdés de la crítica) y Sobre el azar del mapa. Es autor de dos novelas: Las murallas del mundo (Premio Extremadura a la Creación) y Alguien que no existe, un libro de artículos (El lector invisible), uno de viajes (Lejos de aquí) y otro de diarios (Porque olvido. Diario 2015-2019). También de Extremamour, en colaboración con el fotógrafo suizo Patrice Schreyer. Sus poemas figuran en las antologías Un centro fugitivo (con selección y prólogo de Jordi Doce, con quien codirige la colección Voces sin tiempo de la Fundación Ortega Muñoz), Álvaro Valverde. Antología poética (1985-2015) con ilustraciones de Esteban Navarro y Meditaciones del lugar (con selección y prólogo de José Muñoz Millanés). En la actualidad, es crítico de poesía de El Cultural y colabora con asiduidad en otras revistas literarias. Desde 2005, edita un blog en la dirección: http://mayora.blogspot.com.es/  Su web: www.alvarovalverde.es 

Lecturas al poniente, que ahora publica la Editora Regional de Extremadura en su colección “Perspectivas”, es un amplio volumen que agrupa las composiciones en tres bloques, “Los libros” (el más numeroso), “Las antologías” y “Otros textos”, aparecidos  muchos de ellos en su blog (Solvitur ambulando) y recogidos, otros, de revistas como Cuadernos hispanoamericanos, Turia, Suroeste, Nayagua, El Espejo, Quimera, El Cuaderno, suplementos como El Cultural, y periódicos como el diario Hoy. El conjunto reúne cerca ciento cincuenta reseñas de obras de sesenta y cuatro autores (extremeños o relacionados con la región), el análisis de varias antologías (Piedra de toque, Diáspora, Abierto al aire, Literatura en Extremadura…) y textos de contenido variados (evocaciones de Ángel Campos Pámpano, el profesor Rozas, las proclamas del “manifiesto palmario” del Congreso de Escritores extremeños de 1982, los premios…). Además de la oportunidad y del valor actual de esta recopilación de textos críticos, es seguro que su aportación crecerá con el paso de los años cuando llegue el momento de elaborar visiones de conjunto sobre la creación poética de este periodo. Comunicados con un tono conversacional, rehuyendo la jerga académica y las valoraciones hiperbólicas de la crítica periodística al uso, los textos de Valverde nacen de una lectura atenta y ponderada de unos libros muy variados que responden a talantes poéticos diversos, lejos del tono de esos críticos que, atrincherados tras una poética determinada, disparan contra todas las demás, de modo que muy bien puede recordar en un texto liminar las palabras de George Steiner: “Soy un crítico positivo: escribir sobre un libro significa también saldar una deuda de gratitud”. Reproducimos un fragmento de la composición titulada “Premios, premios, premios”.

“Mi defensa de los premios se basa, antes que nada, en las posibilidades que proporciona a los autores que empiezan, a los jóvenes. Nuestro paisano, el otrora temible crítico José Luis García Martín, escribía hace un par de semanas en ABC de las Ates y de las Letras: ‘Los premios de poesía suelen estar gafados: quien después de los cuarenta sigue concursando ya no juega en la misma división que Valente o Brines, sino en la de los muy respetables Ángel García López o Carlos Murciano’.

Esta tajante afirmación admite matices, por supuesto. Así, no es lo mismo quien después de esa edad aspira a seguir publicando los libros que escribe y lo hace a través de un premio porque, pongo por caso, no encuentra editor, que quien, por afición, vicio o enfermedad (que uno ya no sabe) se sigue presentado a todo galardón que se convoca con un afán bien distinto. El objetivo no es tanto publicar una nueva obra (en rigor no la hay: a determinado ritmo, la reiteración es inevitable), cuanto seguir ganando dinero a costa de esta curiosa lotería. Pero este modo, además de perjudicarse a sí mismo como escritor (hay quien ha tirado por la borda su prestigio literario a este bajo precio), daña a los que buscan abrirse camino en la literatura, que es, sin duda, un motivo más noble. Hay premios sucios y premios limpios. Los primeros están dados de antemano y los segundos, no. Visto lo visto, para desesperación de los miembros de los jurados, al menos para éste que escribe, los limpios, que son los que conozco, suelen ganarlos casi siempre ventajistas, auténticos cazapremios profesionales. Podría citar nombres” [pp. 421-422].

 

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