domingo, 6 de mayo de 2018

El sistema


EL SISTEMA

Ricardo Menéndez Salmón
Barcelona, Seix Barral, 2016,  327 págs.
Premio Biblioteca Breve de 2016.

   Licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo, Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) es autor de una amplia obra literaria que se ha abierto a la poesía, las colaboraciones periodísticas y a los géneros narrativos. En este campo ha cultivado el libro de viajes (Asturias para Vera, 2010), el relato (con libros como Los caballos azules, 2005, y Gritar, 2007) y la novela (entre las que destacan La ofensa, Derrumbe, El corrector, La luz es más antigua que el amor, Medusa o Niños en el tiempo), género en el que ha conseguido numerosos premios literarios. Sus obras han sido traducidas a numerosas lenguas.
   El sistema, ganadora del premio Biblioteca Breve de 2016, es una ficción distópica ambientada en un futuro indeterminado posterior a un enfrentamiento que dividió la humanidad entre los habitantes del archipiélago, los vencedores, y los “ajenos”, expulsados hacia la periferia. El protagonista, conocido como el “narrador” es el responsable de la Estación Meteorológica 16, cuyo cometido principal es vigilar desde esta atalaya costera la llegada de “inmigrantes”. El abandono de su puesto ocasiona su ingreso en la Academia del Sueño, en realidad un centro de reeducación y, más tarde, en la gabarra “Aurora”. Como es propio del género, domina lo descriptivo sobre lo narrativo y episodios y personajes se cargan con un sesgo alegórico para reflejar, desde una perspectiva filosófica y social, un universo que se dirige hacia su apocalipsis. Antes que una fantasía de anticipación, nos hallamos ante una radiografía de nuestro presente, al que no son ajenos ya esos aviones no tripulados enviados por un poder oculto a bombardear objetivos externos habitados por “enemigos” igualmente desconocidos.

   “Durante la noche pasan los pájaros fétidos del aeródromo. El cielo queda caligrafiado con la tinta oscura de sus motores. Un burdel violento. Cuando el sonido se rompe, en su diáfana aceleración, llegan el temblor del cuerpo en la cama, de los libros en sus anaqueles, de los platos en el fregadero. El asedio a la fragilidad, que sabe del terror a distancia, como un motivo musical reiterado. Salen en racimos violentos, cabezas de una hidra insomne, en vuelos nocturnos que los dirigen a algún lugar innominable de los mapas, más allá de la concordia y el progreso.
   El Sistema alcanza aquí una de sus expresiones más depuradas. Por un lado, máquinas guerreras sin nacionalidad, que ejecutan órdenes en nombre de una bandera carente de rostro: la legitimidad de la fuerza. Por otro, vuelos sin tripulantes, pura inteligencia mortífera que surca una noche inhumana”. [p. 94].

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