lunes, 28 de mayo de 2018

Secuencias


SECUENCIAS
Poesía reunida (1970-2014)

Pablo Jiménez
Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2018, 523 págs.
Introducción de José Muñoz Millanes

   Nacido en Navalmoral de la Mata en 1943, Pablo Jiménez cursó Humanidades y Filosofía en Plasencia. Su primer libro de poemas, La luz bajo el celemín, apareció en 1978. Le siguieron Cáceres o la piedra y otras soledades (1981), Descripción de un paisaje (premio “Ciudad de Badajoz, 1982), El hombre me concierne (premio “Ciudad de Toledo”, 1985), Destiempos y moradas (premio “Ciudad de Irún, 1986), La voz de la ceniza (2004), Poemas para habitar la noche (2005), Figuraciones (cuadros de una exposición) (premio “Tardor”, 2012), Deducida materia (2013), Círculos (premio “Leonor de Poesía, 2014), Ars amandi (2016) y Quién (accésit del premio “Cáceres Patrimonio de la Humanidad, 2017).
   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica su Poesía reunida al cuidado del profesor de la Universidad de Nueva York Juan Muñoz Millanes (Navalmoral de la Mata, 1951), quien en la Introducción considera: “La poesía de Pablo Jiménez se inspira estrictamente en sentimientos humanos, en pasiones en las que (sin limitaciones de clase o nivel cultural) puede reconocerse cualquier hombre abrumado por la dificultad de vivir. Un repertorio como el que, sellando la comunión del poeta con su vulnerable prójimo, desgrana César Vallejo en “Considerando en frío, imparcialmente”: el embrutecimiento del trabajo, la fragilidad de la salud, el desgaste temporal, la tristeza, la desesperación… Sentimientos y pasiones comunes y de siempre que, al aparecer encarnados en la singularidad de Pablo Jiménez, quedan a salvo del peligro del estereotipo”. [p. 11]. Reproducimos uno de los poemas (de Deducida materia) en el que recuerda a Tántalo para definir la vida como una eterna condena de unos dioses despiadados.

Tántalo/2005

De qué silencio a qué silencio todo
sin motivo ni término camina
desde el albor del tiempo: solo a eso
respóndeme, si puedes; si lo ignoras,
guarda silencio y déjame narciso
en la deriva de mis aguas. Soy
esa frágil patera que zozobra
desde la almendra amarga de mis ojos.
Nadie, fondo ninguno o negra sima
de la mar me reclama mientras crezco
del grito de mi muerte. Si agonizo
del puro afán y persevero y sigo
peso de la palabra pero mudo,
¿qué quijote vendrá de mí a salvarme?
Se habrá secado el mar y  todavía,
hundiéndome y hundiéndome sin causa,
esperaré un final que no me espera.
Consiste mi condena en ser eterno
cada instante a vivir: mira qué ajena
me será la esperanza. ¿Todavía
preguntas por mi nombre?
Sombra, sombra me llamo,
siempre a la luz encadenado
y siempre contrario a la luz.

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