miércoles, 30 de mayo de 2018

Mar de leva


MAR DE LEVA

Octavio Escobar Giraldo
Bogotá, Random House, 2018, 184 págs.

   Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962) es uno de los narradores colombianos más reconocidos dentro y fuera de su país, pero también en España, que ha visitado en varias ocasiones, donde la editorial cacereña Periférica ha publicado dos de sus títulos, Saide en 2008 y Destinos intermedios en 2010, en tanto Antonio María Flórez seleccionó El álbum de Mónica Pont en Transmutaciones, una antología de la literatura colombiana actual publicada por la Editora Regional de Extremadura. Otras novelas suyas son El último diario deTony Flowers (1995), Folletín de Cabo Roto (2007), Destinos intermedios (2010), Cielo parcialmente nublado (2013) y Después y antes de Dios (ganadora del premio internacional “Ciudad de Barbastro” de 2014 y Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura de 2016).
   Paralelamente a sus novelas, el narrador colombiano también ha publicado relatos en libros como El color del agua (1993), Las láminas más difíciles del álbum (1995), La posada del almirante Benbow (1997), De música ligera (1998, premio nacional de literatura del Ministerio de Cultura) y Hotel en Shangri-Lá (2004).
   Con excepción de uno de los títulos citados, Folletín de Cabo Roto, Octavio Escobar se ha sentido atraído tanto en sus novelas como en los relatos por entornos urbanos contemplados con mirada crítica pero amable, por donde deambulan jóvenes mecidos en una cultura pop de éxitos cinematográficos y musicales de temporada (vallenatos, rock, canción melódica…), restaurantes de moda y grandes zonas comerciales, fascinados por el estilo de vida estadounidense.
   Por esos espacios se mueven los pocos personajes de esta novela, de reducidas dimensiones como otros muchos títulos del novelista: Mariana y su hijo Javier, que cumple quince años, son recibidos por Elena en una ciudad de una república centroamericana que en tiempos creció gracias a una mina de plata próxima y hoy basa  su desarrollo en el turismo, una ciudad innominada que podría corresponder con algunas de las situadas en la costa norte de Colombia, con su vegetación tropical, grandes centros comerciales de inspiración americana y barrios residenciales en que los narcos exhiben su mal gusto y su tradicionalismo religioso. Elena, casada con un estadounidense pero lesbiana, enseña a sus invitados esta ciudad floreciente que, por las indicaciones que se dan, recuerda a la ficticia Sulaco, la capital de Costaguana que recrea Joseph Conrad en Nostromo, una novela de 1904. En efecto, de la obra del novelista polaco proceden los nombres del aeropuerto de la ciudad, Javier Arellano, las referencias a la mina de plata, al Golfo Plácido, a Giorgio Viola, o la Casa Gould (un museo que recuerda a otro de los personajes, Charles Gould)… en lo que ha de entenderse como un homenaje al escritor (Octavio Escobar ya había “ambientado” varios relatos en otro lugar ficticio, Shangri-Lá).
   En el corto espacio de un día de visita, Elena y Mariana reviven recuerdos juveniles de su paso por la facultad de Medicina, de sus primeros amores y de su situación personal en el presente mientras procuran complacer a Javier y regalarle una experiencia singular por su decimoquinto cumpleaños, el “espectáculo” de una joven pareja que mantiene ante ellos una relación sexual. Nos encontramos ante unos seres de mentalidad urbana y hedonista, desinhibidos en sus relaciones personales, alegres y confiados que parecen haber accedido a una forma de dicha un tanto superficial, pero el título de la obra nos pone en la pista de una interpretación de mayor calado, pues ese mar de leva o de fondo remite a un plano más profundo oculto a una mirada somera: en el entorno en que estos personajes habitan los narcos han poblado los barrios residenciales, los paramilitares ejercen una violencia tolerada por el poder, los guerrilleros secuestran personas acomodadas… Sabremos, por ejemplo, que Mariana ha perdido a su esposo Alejandro Guzmán, secuestrado (y tal vez asesinado) por la guerrilla, su hijo Javier vive alienado en un mundo de pornografía digital mientras siente a ráfagas la tragedia de su orfandad, Elena vive en la contradicción de un matrimonio y unas preferencias eróticas homosexuales… Es decir, bajo la dicha aparente de un mundo problemático pero complacido late algo muy distinto, porque la novela exhibe una historia y oculta otra que es preciso reconstruir en la lectura. El resultado es que el escritor, con una prosa precisa, unas notables dotes de observación y desde una perspectiva realista no primaria, nos lleva a conocer unas vidas que encuentran en el universo que habitan tanto las posibilidades de su desarrollo personal como el contorno de sus limitaciones, mostrando así que la novela, como afirma Vargas Llosa (parece ser que la cita procede de Balzac), puede convertirse en un singular instrumento para narrar la vida privada, la superficial y la profunda, de las naciones.
   Reproducimos un fragmento de la novela en que irrumpe el recuerdo de un episodio trágico que marcará a la esposa y a su hijo.

“-Es como el papá: le gusta todo y  nada –anotó Mariana.
-Como el papá –asintió varias veces Elena. Recompuso el cuerpo y bajó el volumen de la voz. ¿Se sabe algo de Alejandro?
-… Nada.
-¿Hace cuánto lo secuestraron?
-Cuatro años.
-¡Cuatro años! ¡My God! Una eternidad. –Acabó su cerveza pero retuvo el vaso. Recordó que en su momento vio la noticia en el televisor sin sonido de un centro comercial, atenazada por una angustia que nadie compartía a su alrededor.
-El quinto año se cumple en tres meses, el 29 de septiembre. Hace dos años le mandaron unas fotos a su madre, pero es imposible saber cuándo se las tomaron. Se le ven canas en la barba y  parece más delgado. Debe estar furioso porque le pusieron una camiseta de Boca Juniors y él siempre detestó a los argentinos –sonrió con tristeza-. Cuando eso se les dio una plata.
-¿Tú?
-No. Un negociador que consiguieron sus padres. Es periodista y profesor universitario. Un experto. Nos trata como si fuéramos retrasados mentales. Punto uno: lo más importante es la paciencia. Punto dos: yo soy el único que habla con la contraparte. Punto tres: todo lo que estoy diciendo se cumple escrupulosamente –Mariana disparaba un dedo tras otro mientras imitaba una voz nasal, desagradable-. No podemos violar los protocolos… Atención, recapitulemos… Siempre lo mismo. Odio sus explicaciones, pero dicen que es el mejor. Los que realmente han manejado todo son sus padres, que tienen el dinero y el poder. Y los contactos- Mariana parpadeó un par de veces y miró a Javier, que concentraba su atención en la pantalla del celular”. [pp. 32-33].

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