miércoles, 16 de junio de 2021

Maldita lechuza

 

MALDITA LECHUZA

José A. Ramírez Lozano

Sevilla, Ed. Algaida, 2021, 93 págs.

   José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, 1950) ha desarrollado de modo paralelo una nutrida trayectoria de poemarios, libros de literatura infantil y juvenil y narraciones que comparten motivos repetidos y similares predilecciones formales. Objeto de numerosísimos galardones (Azorín, Claudio Rodríguez, Juan Ramón Jiménez, José Hierro, Blas de Otero, Ricardo Molina, premio de la Crítica Andaluza o los extremeños Ciudad de Badajoz, Felipe Trigo o Cáceres de novela corta),  su obra en prosa se inició con Don Illán (Orihuela, 1978), una narración corta con algunas de claves de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos, como Gárgola (Cátedra, 1985), Titirimundi (Ediciones Libertarias, 1987), La gran oca (Melinchón / Stábile, 1990), La Historia Armilar (Aguaclara, 1991), La derrota de los fabulistas (Aguaclara, 1994), Animañas (ERE, 1995), Bata de cola (ERE / Libertarias, 1995), El birrete de papel (Diputación de Badajoz, 1996), Las argucias de Frestón (Algaida, 1997), Letanías de San Garabito (Algaida, 2000), Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de Badajoz, 2015), El relojero de Yuste (Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016), El camello de oro (Carpenoctem, 2018), Un calcetín lana rojo (Menoscuarto, 2019) y Las nueces de más allá (De la Luna, 2020). Ahora la editorial sevillana Algaida publica Maldita lechuza, una novela juvenil de corta extensión, protagonizada por unos alumnos emprendedores dedicados a la elaboración de una revista escolar sobre temas de actualidad. En un entorno realista, los chicos descubrirán que esa realidad inocente oculta presencias inquietantes. Reproducimos un fragmento de la novela.

    “La verdad es que todo lo tuvimos en contra. El de la Navidad es el tiempo más sin tiempo del año. A mí las Navidades siempre me parecieron eso, un monstruo que devora tiempo y apenas te deja sitio en el reloj. La tarde se te vuelve cortísima con ese sol tan rácano del invierno. Y luego, entre el agobio de los exámenes y el jaleo de casa con los Reyes y el belén, lo de reunirnos resultaba imposible. Si a eso le añadimos la poca diligencia del conserje, tenemos ya la fórmula de nuestro fracaso.

         —Quisiéramos que saliese para Navidad, Mantero —le íbamos con el ruego—. A ver si usted pudiera esta tarde.

         —Esta tarde tengo un porrón de exámenes y esta fotocopiadora no la maneja nadie más que yo, que luego van y dicen que si me chivo las preguntas. Que no.

Mantero, el conserje, tenía un punto de mala uva y era más cabezón que un nabo cuando se le metía una cosa entre ceja y ceja.

         —Eso será porque soy Capricornio —se excusaba si se lo echaban en cara.

Nosotros, y en especial Casado, le envidiábamos su oficio. Por sus manos pasaban los textos, calientes aún, de todo el instituto: los exámenes, las notas, las circulares del director... Mantero estaba siempre agazapado en aquel cuartillo debajo de la escalera, oliendo a tinta y a papel, como un demonio poderoso que no se dejase arrebatar su fragua.

         —Anda y no seas así, Mantero —se descocaba Marina—. Sé bueno y házmelo esta tarde, guapetón. Mira que si no se lo digo al jefe de estudios”. [Pp.41-42].


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