jueves, 8 de septiembre de 2022

Cada oscura tumba

CADA OSCURA TUMBA

Octavio Escobar Giraldo

Bogotá, Ed. Seix Barral, 2022, 257 págs.

    Profesor en la Universidad de Caldas, Octavio Escobar Giraldo (Manizales, Colombia, 1962) ha publicado dos libros de poesía muy relacionados con su condición de médico, Historias clínicas (2016) y Manual de hipocondría (XXIV Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, 2022), así como un reciente libro de ensayos, Chejov Mentía. Diez médicos escritores (2022), pero el grueso de una trayectoria literaria reconocida con prestigiosos premios nacionales e internacionales se debe al cultivo de los géneros narrativos. Es autor, entre otras, de las novelas El último diario de Tony Flowers (1995), Saide (1995, Premio Crónica Negra Colombiana, traducida a italiano y alemán), 1851 (2007), Destinos intermedios (2010), Cielo parcialmente nublado (2013), Después y antes de Dios (2014, XLV Premio Internacional de Novela Corta «Ciudad de Barbastro» y Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura, traducida al francés) y Mar de leva (2018). Dos de sus libros de cuentos, De música ligera (1998, Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura) y Hotel en Shangri-La (2004, Premio Nacional de Literatura de la Universidad de Antioquia), suman ediciones desde su aparición, así como los libros para jóvenes Las láminas más difíciles del álbum (1995, Premio Confamiliar del Atlántico de literatura juvenil), El mapa de Sara (2016) y el libro álbum El viaje del príncipe (2019, selección Reading Colombia). La editora Regional de Extremadura incluyó en el volumen colectivo Transmutaciones (2009), al cuidado de Antonio María Flórez, su novela breve El álbum de Mónica Pont y publicó Cuentos de ida y vuelta (2020), que recoge trabajos suyos y de la escritora mexicana Mónica Lavín.

   Ahora la editorial Seix Barral publica Cada oscura tumba, ambientada en tres ciudades colombianas (Bogotá, Barranquilla, Aguasblancas) por los años de las negociaciones de paz del gobierno colombiano con la guerrilla de las Farc. Los lectores que frecuentan las narraciones de Octavio Escobar volverán a encontrar en esta espléndida novela a esos personajes jóvenes (aunque ya heridos por unos desencuentros amorosos en que la felicidad parece posible pero improbable) en entornos urbanos (tiendas, bares, restaurantes, calles, centros comerciales…) mecidos por una constante “música ligera” (título de otro de sus libros) empeñados en fines utópicos (como Gabriel, abogado defensor de los derechos humanos empecinado en denunciar la violencia asesina de su país) o intentando reconstruir su vida a la sombra de una tragedia familiar (como Melva Lucy que pierde a un hermano enfermo mental asesinado vilmente por el ejército). Porque tras la vida cotidiana de estos jóvenes se adivina una historia oscura, como señala el título, de violencia institucional que si en España dejó una estela de fosas comunes tras la guerra civil en Colombia se tradujo en décadas de enfrentamiento, con episodios tan ignominiosos como el llamado “falsos positivos” (jóvenes asesinados por el ejército a los que se vestía después con el uniforme de guerrilleros) entre la rabia de unos y la indiferencia de los resignados (“Siempre pasa lo de siempre”). Reproducimos un fragmento de la novela.

 

         “-[…] Yo fui soldado profesional y la guerra no es la solución de nada.

         -¿Hace mucho?

         -No. Me retiré hace siete años. Me retiraron, en realidad.

         -¿Y eso? —preguntó Cuadrado. —Fue en la época de los falsos positivos. Mi unidad capturó a unos guerrilleros y no los fumigamos a bala como se acostumbraba. A mis comandantes no les gustó que no sumáramos muertos a sus cuentas. Como a las tres semanas nos inventaron unas faltas, nos acusaron de indisciplina, y en un mes y pico estábamos todos afuera.

         -Una situación complicada.

         -Complicadísima, señor. Nosotros sí bebíamos, y fumábamos marihuanita, pero nada más. Éramos sanos. Yo no sé cómo hacían algunos de mis compañeros para matar a esos muchachos con tanta tranquilidad. Hay que ser... Mucho soldado es bruto, claro, sin educación, pero los oficiales... Por un mísero día de descanso. Hay que ser muy infame. Y muy cobarde” [pp. 186-187].

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario