jueves, 7 de febrero de 2019

El viaje del príncipe


EL VIAJE DEL PRÍNCIPE

Octavio Escobar Giraldo
Bogotá, Panamericana Editorial, 2019, 50 págs.
Ilustraciones de Olga Cuéllar

   Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962) es uno de los narradores colombianos más reconocidos dentro y fuera de su país, pero también en España, que ha visitado en varias ocasiones, donde la editorial cacereña Periférica ha publicado dos de sus títulos, Saide en 2008 y Destinos intermedios en 2010, en tanto Antonio María Flórez seleccionó El álbum de Mónica Pont en Transmutaciones, una antología de la literatura colombiana actual publicada por la Editora Regional de Extremadura. Otras novelas suyas son El último diario de Tony Flowers (1995), Folletín de Cabo Roto (2007), Destinos intermedios (2010), Cielo parcialmente nublado (2013), Después y antes de Dios (ganadora del premio internacional “Ciudad de Barbastro” de 2014 y Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura de 2016) y Mar de leva (2018).
   Paralelamente a sus novelas, el narrador colombiano también ha publicado relatos en libros como El color del agua (1993), La posada del almirante Benbow (1997), De música ligera (1998, premio nacional de literatura del Ministerio de Cultura) y Hotel en Shangri-Lá (2004).
   En el ámbito de la literatura juvenil ha publicado Las láminas más difíciles del álbum (1995) y El mapa de Sara (2016). Ahora la editorial Panamericana publica destinado a un público infantil El viaje del príncipe con un texto ilustrado por las deliciosas imágenes de Olga Cuéllar.
   Aburrido de sus obligaciones, el príncipe decide abandonar su palacio sin caballo ni escudero para descubrir el mundo. En su deambular por un país “más montañoso que lejano” descubrió sorprendido una realidad que no es otra cosa que pura poesía:
   “Escuchó e inventó historias: unas extrañas, como la de las ballenas que querían organizar un viaje para conocer la nieve. Otras exóticas, como todas las que cuentan cómo se capturan y se cocinan las rinocerántulas. Otras tristes, como la del león al que le caían mal las grasas y tuvo que volverse vegetariano. Otras cómicas, como la de la jirafa que se creía gallina y soñaba con poner huevos colorados. Otras imposibles, como la del renacuajo que quería estudiar para ser pez espada. Otras maravillosas, como la del río que sabía nadar hasta alcanzar sus fuentes. Otras inverosímiles, como la de la montaña a la que le molestaba la luz del sol y usaba gafas oscuras”.

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