EL VIAJE DEL PRÍNCIPE
Octavio Escobar Giraldo
Bogotá, Panamericana Editorial, 2019, 50 págs.
Ilustraciones de Olga Cuéllar
Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962) es uno
de los narradores colombianos más reconocidos dentro y fuera de su país, pero
también en España, que ha visitado en varias ocasiones, donde la editorial cacereña Periférica ha
publicado dos de sus títulos, Saide en 2008 y Destinos intermedios
en 2010, en tanto Antonio María Flórez seleccionó El álbum de Mónica Pont
en Transmutaciones, una antología de la literatura colombiana actual
publicada por la Editora Regional de Extremadura. Otras
novelas suyas son El último diario de
Tony Flowers (1995), Folletín de Cabo
Roto (2007), Destinos intermedios
(2010), Cielo parcialmente nublado
(2013), Después y antes de Dios (ganadora
del premio internacional “Ciudad de Barbastro” de 2014 y Premio Nacional de
Novela del Ministerio de Cultura de 2016) y Mar de leva (2018).
Paralelamente a sus novelas, el narrador
colombiano también ha publicado relatos en libros como El color del agua (1993), La
posada del almirante Benbow (1997), De
música ligera (1998, premio nacional de literatura del Ministerio de
Cultura) y Hotel en Shangri-Lá
(2004).
En el ámbito de la literatura juvenil ha
publicado Las láminas más difíciles del
álbum (1995) y El mapa de Sara (2016).
Ahora la editorial Panamericana publica destinado a un público infantil El viaje del príncipe con un texto
ilustrado por las deliciosas imágenes de Olga Cuéllar.
Aburrido de sus obligaciones, el príncipe
decide abandonar su palacio sin caballo ni escudero para descubrir el mundo. En
su deambular por un país “más montañoso que lejano” descubrió sorprendido una
realidad que no es otra cosa que pura poesía:
“Escuchó e inventó historias: unas extrañas,
como la de las ballenas que querían organizar un viaje para conocer la nieve.
Otras exóticas, como todas las que cuentan cómo se capturan y se cocinan las
rinocerántulas. Otras tristes, como la del león al que le caían mal las grasas
y tuvo que volverse vegetariano. Otras cómicas, como la de la jirafa que se
creía gallina y soñaba con poner huevos colorados. Otras imposibles, como la
del renacuajo que quería estudiar para ser pez espada. Otras maravillosas, como
la del río que sabía nadar hasta alcanzar sus fuentes. Otras inverosímiles,
como la de la montaña a la que le molestaba la luz del sol y usaba gafas
oscuras”.
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