CUIDADO CON EL PERRO
José A. Ramírez
Lozano
León, Eolas Ediciones, 2023, 64 págs.
José Antonio Ramírez Lozano
(Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves
de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La
flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de
Badajoz, 2015), El relojero de Yuste
(Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016), El camello de oro (2018), Un calcetín de lana rojo (2019) Las nueces del más allá (2020) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la
editorial Eolas publica Cuidado con el perro, que reúne composiciones que
pueden ser leídos como micorrelatos (tienen un sentido autónomo) o como una
novela breve dada la reiteración de personajes humanos y caninos. Es cierto que
la obra refleja un presente en que se da a los perros un tratamiento
extraordinariamente consentido, con unos animales melindrosos que protagonizan
desfiles de moda, visten ropa de abrigo o, finalmente, descansan en tumbas (“Fuiste
mi corazón peludo”), pero no hay en estos textos un propósito de denuncia sino
un fin puramente literario que juega, con ingenio, humor y constantes hallazgos
léxicos, con las similitudes y contrastes entre los animales y sus amos o la
aproximación en la condición humana y perruna de ambos. Reproducimos una de las
composiciones.
21
“Ni
doña Matilde Sigüenza ni el propio doctor Riqueni lo-gran entenderlo. Para
ellos, todo el que tiene por mascota a un animal que no sea perro resulta, sin
duda, un sujeto raro y neurótico.
—Hay
perros y bichos. No hay más —contunde don Arturo Mesa del Hoyo.
La
propia sociedad Gengis Kan, en colaboración con la academia Cipión y Berganza,
ha promovido más de un ciclo de conferencias contra el desvarío de apadrinar
animales inexpresivos y horrendos, argumentando que pueden conducir al
ostracismo del dueño y otras consecuencias psíquicas desastrosas e
irreversibles.
—Ahí
tienes a Marcos con el pez —arguye ahora don Virgilio Domene—. Todo el santo
día con los ojos pegados a la pecera. Eso no es vida.
—Pues
él dice que le habla —apunta escéptico un tal Mauro—. Debe de ser que las
burbujas se le hacen sílabas.
—Eso
es una impostura, Mauro —rebatió doña Matilde despreciando—. Un pez imposible.
—¿Pero
qué calor humano puede recibir ese hombre de un pez? —se arrebata don Arturo
con escándalo—. Vale que un gato se arrulle junto al dueño, pero un pez, señor
mío. ¿Un pez?
—Los
gatos son la poesía —sentencia Mauro después de un silencio purgativo—, la
narrativa los perros.
—Un
gato no te defiende —zanja Riqueni—. Un perro, en cambio, da la vida por ti.
Ten en cuenta que los gatos son cobardes y escurridizos, como los poetas.
En la ciudad de Sevilla hay censados más de
cuarenta mil animales de compañía, de los que más de la mitad son perros. Los
otros, según la Gengis Kan, bichos: gatos, lagartos, boas, loritos, urracas,
tortugas y hasta una libélula que alquilan para los tocados en las bodas.
A
Marcos Santana, el de la dulcería, siempre le gustó la singularidad. Marcos
Santana tiene un grillo de mascota.
—Eso
es ya aberración —dogmatiza don Arturo.
El
grillo de Marcos Sena le avisa del extraño que anda a la puerta y, además, le
vale de despertador. Aunque hay noches que le da por la cantata y entonces a
Marcos no le queda otra que echarle un cubo de agua. [pp.52-53].
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