miércoles, 24 de marzo de 2021

Versos, ¡a los pupitres!

VERSOS, ¡A LOS PUPITRES!

Granada Farrona Farrona

Badajoz, Editamás, 2017, 68 págs.

Prólogo de Manuel Pecellín Lancharro

Ilustraciones de Belén Benegasi Carmona

    Nacida en Llerena en 1952, Granada Farrona se traslada con su familia a Monesterio cuando la escritora tiene doce años. A los estudios elementales cursados en su pueblo natal le sucedieron el bachiller en el Colegio Santo Ángel de Badajoz y los cursos de Magisterio en la Escuela Normal de esta ciudad. Tras sus años de formación, Granada ejerció la docencia en localidades como Monesterio, Villar del Rey, Fregenal de la Sierra, Alburquerque y, finalmente, Badajoz, en uno de cuyos centros, el Colegio Luis de Morales, enseñó hasta su jubilación.

   En 2016 publicó Versos chiquininos, un conjunto de nanas, homenajes amistosos y villancicos que tienen su origen (y su destinatario) en el mundo infantil. Un año más tarde ve la luz Versos, ¡a los pupitres!, que incluye composiciones de varia factura: fábulas de animales y de frutas, adivinanzas, villancicos, greguerías, jeroglíficos… pensados todos, como sugiere el título, para su uso escolar, pues como señala el prologuista: “Ahí, en la escuela, reside el origen de este libro. Seguramente se lo calificará como ‘literatura infantil’, aunque también los  adultos disfruten con sus versos. En función de los destinatarios, que un día se liberarán de las imposiciones métricas, la autora recurre a la rima según hacen espontáneamente los niños. De ahí ese aire ingenuo que impregna la obra. Pero entre las asonancias y consonancias más o menos fáciles, se perciben magníficos hallazgos, metáforas espléndidas” [p. 8]. Reproducimos una de las composiciones.

 

¿DÓNDE ESTÁ LA A?

 ¡Mamá, mamá,

mira donde está la A!

-¿Dónde, mi cielo?

-En el borde de la Luna.

 

-Dile que se baje

que se va a matar.

 

-Si se baja no habrá Luna

y a mí me dan miedo

las noches oscuras,

¿quién las alumbrará?

¿quién llevará hasta el mar

su colcha de plata?

¿Quién peinará

la erizada melena

de la vieja encina

en la noche invernal?

 

¡Déjala, mamá,

deja que en la Luna

se quede la A!

 

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