Nanas, homenajes y villancicos
Badajoz, Editamás, 2016, 82 págs.
Prólogo de Mª Victoria Micharet Vinagre
Nacida en
Llerena en 1952, Granada Farrona se
traslada con su familia a Monesterio cuando la escritora tiene doce años. A los
estudios elementales cursados en su pueblo natal le sucedieron el bachiller en
el Colegio Santo Ángel de Badajoz y los cursos de Magisterio en la Escuela
Normal de esta ciudad. Tras sus años de formación, Granada ejerció la docencia
en localidades como Monesterio, Villar del Rey, Fregenal de la Sierra,
Alburquerque y, finalmente, Badajoz, en uno de cuyos centros, el Colegio Luis
de Morales, enseñó hasta su jubilación.
Es esta
práctica profesional la que subyace en los poemas que la autora recoge en Versos chiquininos (y en un libro
posterior, Versos, ¡A los pupitres!,
2017), unos textos protagonizados por niños y marcados por un leve acento
extremeño, dos peculiaridades ya anunciadas en el adjetivo del título (“chiquininos”).
En efecto, como indica el subtítulo, nos encontramos ante nanas, homenajes
amistosos y villancicos, que se mueven en el cercano territorio de la familia y
la amistad y sus protagonistas son esos niños que vienen al mundo, ríen, se
resisten a dormir o sueñan en su pequeños lechos. En su lectura, asegura la prologuista
al lector, “serás el niño en la cuna, el pastor en el campo, el bonito en el
mar, el árbol en el bosque… Te aseguro que es fácil sumergirse en la magia del
abandono, la calma de la bonanza, la chispa de la ternura, el descanso de un
atardecer” [Prólogo, p. 9].
“Mi
intención -afirma la autora- es dar a los niños parte de lo que ellos me dieron
a mí en el tiempo en que ejercí como maestra, seguir inculcando valores,
despertar la curiosidad, defender sus derechos, ocupar un poco de su tiempo de
ocio con la lectura, desarrollar su imaginación, para que el mundo infantil y
juvenil sea feliz y no deje de soñar”. [Texto de contraportada]. Reproducimos
una de estas tiernas y deliciosas composiciones.
ARRULLO DE LA LUNA LLENA
Sobre las aguas serenas
para mi niño, la luna
bordó con hilos de plata
un arrullito de cuna.
Por el muaré azul noche,
caballitos de mar trotan…
Van hilvanando un velero
y entre festones
lo bogan
Cantarinas caracolas
van entonando una a una
partituras caprichosas
sobre la mar y la luna.
¡Sube, mi niño, al velero;
tendrán tus sueños sosiego;
una madreselva sube
a ofrecerse sonajero!
Y te dormiste,
lucero…
en tu arrullito de luna…,
Tu sueño subió al velero…
en nanas de mar y luna.
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