martes, 19 de marzo de 2024

Poemas enumerativos

POEMAS ENUMERATIVOS

Eduardo Moga

Zaragoza. Olifante. Ediciones de poesía, 2024, 121 págs.

Prólogo del autor

   Poeta, traductor y crítico literario, Eduardo Moga (Barcelona, 1962) es licenciado en Derecho y licenciado y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Es también diplomado en Estudios Avanzados por la Universidad de Barcelona; diplomado en Función Directiva (Área Gerencial) por la Escuela de Administración Pública de Cataluña; y Máster en Administración Pública por ESADE-Universidad Ramon Llull (Barcelona).

   Como poeta, es autor de los libros Ángel mortal (1994), La luz oída («Premio Adonáis», 1996), El barro en la mirada (1998), Unánime fuego (1999; 2ª edición, 2007), El corazón, la nada (1999), La montaña hendida (2002), Las horas y los labios (2003), Soliloquio para dos (2006), Los haikús del tren (2007), Cuerpo sin mí (2007), Seis sextinas soeces (2008), Bajo la piel, los días (2010), El desierto verde (2011; 2ª edición, 2012), Insumisión (Premio al mejor poemario del año de la revista Quimera, 2013; Latino Book Award, EE. UU., 2014), Décimas de fiebre (2014), Dices (2014), El corazón, la nada (Antología poética 1994-2014) y Lo profundo es la piel (2017), Muerte y amapolas en Alexandra avenue (2017), Tú no morirás (2021) y Hombre solo (2022)

   Entre su experiencia en el desempeño de funciones en el ámbito de la promoción cultural, destaca su trabajo como crítico literario para diferentes publicaciones de gran prestigio nacional (Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Quimera, etcétera); como conferenciante en diferentes universidades e instituciones sobre asuntos literarios y editoriales; como profesor de Talleres de Escritura Creativa en Londres; y como miembro del consejo editorial de la revista universitaria londinense Poem, entre otras actividades.

   Ha publicado, asimismo, el libro de viajes La pasión de escribil (2013), una selección de entradas de su bitácora, Corónicas de Ingalaterra, con el título de Corónicas de Ingalaterra. Un año en Londres (con algunas estancias en España) (2015), y los ensayos De asuntos literarios (2004), Lecturas nómadas (2007), La poesía de Basilio Fernández: el esplendor y la amargura (2011), La disección de la rosa (2015), Homo legens (2017), El oro de la sintaxis (2020) y Lector que rumia (2023). Ha codirigido la colección de poesía de DVD ediciones desde 2003 hasta 2012. Mantiene el blog Corónicas de Españia. Durante unos años fue director de la Editora Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura. Ahora  la editorial zaragozana Olifante publica Poemas enumerativos, un conjunto de composiciones basadas en este procedimiento retórico que atraviesa, como recuerda en un necesario y esclarecedor prólogo, toda la literatura universal desde Hesíodo a Whitman o Borges, con la diferencia de que lo que suele ser un ingrediente de una obra mayor es aquí el único componente del poema (y en esto reside parte de la singularidad del libro). En su composición, considera el poeta, “la elección de los elementos que integran la enumeración supone un juicio, y la del orden en que se disponen, otro: ambos unidos por la voluntad de discernir el mundo. Las paradojas que contenga, las metáforas que la acrezcan, los incontables matices que incorpore la enumeración, so abreviaturas: formas de la elipsis, que permite que lo que exigiría innumerables oraciones se exprese con un fogonazo, y luego con otro, y otro, hasta dibujar un gran resplandor global, una iluminación que sustituye lo fatigoso o lo dilatado por lo enteco y lo certero” (p. 13). Reproducimos un fragmento del poema titulado “La depresión”.

   “No dormir. Que los colores palidezcan. Caminar más despacio. Que cueste abrir un libro. Que cueste leer un libro. No leerlo. Que cueste sonreír. Sonreír pese a todo. Sentir barro dentro. Pasar horas sentado en el sofá. No atarse los cordones de los zapatos. Salir de casa con ropa ligera cuando hace frío o abrigado cuando hace calor. No salir de casa. No dormir. Que la conciencia sea un páramo por el que vago como si me ahogara. Que ahogarme no me preocupe. No comer. Comer demasiado. No dormir. Que irrite una puerta que se cierra de golpe, una palabra bienintencionada, mi nombre repetido. Saber que debo amar a alguien, pero no poder hacerlo. No disfrutar con dos huevos fritos o una película de Woody Allen. No saber quién está haciendo lo que hago. Dejar de hacerlo. La pastilla de sertralina. No dormir. Que las horas se alarguen como lombrices. Tener la culpa de mi mal. Ver sin ver. No dormir. No ir al gimnasio. Que no se me levante ose me levante a destiempo. Sentir el punzón de la melancolía labrándome la piel por dentro. Creer que la oscuridad es el estado natural de las cosas. Sentir que la conciencia, purulenta pero invencible, siempre está ahí, en las horas espesas del día, en las horas eternas de la noche” [p. 44].

 

martes, 12 de marzo de 2024

La imperfección de la belleza

LA IMPERFECCIÓN DE LA BELLEZA

Carlos Medrano

Valladolid, Fundación Jorge Guillén, col. Cortalaire, 2023, 123 págs. 

   Carlos Medrano nació en Salamanca en 1961. Su vida ha transcurrido entre Extremadura -su tierra de formación vital y literaria-, Valladolid y Mallorca, donde reside desde los años 90. Es licenciado en Filología Hispánica (que cursó entre Valladolid y Cáceres) y ha sido hasta hace poco profesor de lengua y literatura en secundaria. En una primera etapa juvenil y universitaria publicó los siguientes libros: Corro (Alcazaba, Badajoz, 1987), Las horas próximas (Alcazaba, Badajoz, 1989). También otros cuadernos o plaquettes como A lo breve (La Centena, Editora Regional de Extremadura, 1990), Imágenes, encuentros (POEMAS, Proyectos Originales Ediciones Marginales Anómala Sociedad, Valladolid, 1996) y Entorno claro (Mérida, Editora Regional, 2021). Participó en algunas antologías como Abierto al aire (1971-1984) (Editora Regional de Extremadura, 1984), coordinada por Ángel Campos Pámpano y Álvaro Valverde, o Diez años de poesía en Extremadura (1985-1994) (Ayuntamiento de Cáceres, 1995), al cuidado y estudio de Miguel Ángel Lama.

   Tras varios años de silencio, en septiembre de 2010 abrió el blog isla de lápices donde ha ido recogiendo su nueva producción y algunos textos anteriores, acompañada a veces de algunos comentarios cercanos al diario y la reflexión literaria. De este fondo ha ido apareciendo en papel Donde poder volver (Vberitas, Don Benito, 2016), una muestra de poemas del blog; el libro de haikus enlazados Entorno claro (Editora Regional de Extremadura, 2021); o lo seleccionado para una antología de poetas vallisoletanos, Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio (Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2013) y la colaboración para el nº 11 de la revista Suroeste. Junto a Juan Ricardo Montaña ha colaborado en el libro homenaje a Santiago Castelo Aire por aire (Vberitas, 2015), y ha coordinado el dedicado a Ángel Campos Pámpano Recobrada memoria (Vberitas, 2022). Ahora la Fundación Jorge Guillén publica La imperfección de la belleza, dividido en tres bloques, “Un movimiento interrumpido”, “Emerger” y “La memoria tranquila”. Partiendo del motivo oriental recogido en el título (la belleza también está sometida al paso del tiempo y, por tanto, a la trasformación, a la imperfección: “La belleza se arriesga en lo difícil. / La orquídea, el colibrí / cruzan también la muerte”), los poemas transitan por motivos universales como la naturaleza en estampas de Mallorca, pero también de paisajes vividos en el pasado (“De donde hemos querido, nunca nos vamos del todo. Y con sólo pensar, permanecemos”) como Castilla, Portugal (Sesimbra, Évora) o Extremadura (Jaraíz, Yuste) en los que la observación se une a la reflexión y al recuerdo. Otros textos acogen como tema la amistad con otros tantos escritores de quien se siente próximo estética o emocionalmente (Francisco Pino, Santiago Castelo, Tomás Sánchez Santiago, Ángel Campos, Álvaro Valverde…). El último bloque, del que reproducimos una de las composiciones, conforma una elegía dedicada a la madre fallecida, comunicada con el tono de un dolor sedimentado y un lenguaje sobrio y cuidadosísimo en su selección.

 

ISABEL

Una paloma, amor, mujer que vuela,

mi madre ya partió, retengo ahora

su última mano que es la mía

y el hueco de su huella mudo expresa

esta separación, la hora

donde el aliento eleva la tibieza

querida de aquella carne y luz

no abandonada, menos rota.

Hoy sostienen mis huesos entera tu estatura.

Aunque te vayas, más cerca ahora ves.

Aquí en mi cuerpo te ofrezco que residas.

Yo soy también lo que tú eras.

Contemplo la levedad hermosa de tu alma:

qué ventana no da dolor abierta a la belleza

que hoy por doquier asalta.

Madre, mira la gratitud continua de la vida,

el reposo maestro de tu ternura y nombre.

Nacido de tu ser; este latido

da fe del mundo que ante ti se entrega.