lunes, 31 de julio de 2017

Mistralia


MISTRALIA

Eugenio Fuentes
Barcelona, Ed. Tusquets, 2015, 296 págs.

  Las batallas de Breda (premio Cáceres de Novela Corta, 1988, publicada por la I.C."El Brocense" en 1990) supuso la irrupción de Eugenio Fuentes (Montehermoso, 1958) en el panorama narrativo regional. Como el Yoknapatawpha de Faulkner, o Región de Benet, el territorio de Breda, y la próxima Mayorga, erige su perfil mítico de lindes difusas, en donde se yuxtaponen los tiempos y se alternan las voces narradoras. Más tarde, en 1993, vería la luz El nacimiento de Cupido (1993, premio internacional de novela “Ciudad de San Fernando”) y a este mismo ciclo narrativo pertenecen los relatos de Vías muertas (Editora Regional, 1997), año en que aparece también Tantas mentiras (premio “José Antonio Gabriel y Galán”, Mérida, ERE, 1997), una novela histórica ambientada en los años de la revolución mexicana.
   En El interior del bosque (premio “Alba-Canarias” de 1999, publicada un año más tarde) asistimos a una sucesión de asesinatos ocurridos en la reserva natural del Paternóster, que un detective privado, Ricardo Cupido, se propone investigar. Será el primer título de un ciclo de novelas que, excepto La sangre de los ángeles (Alba Editorial, 2001), han sido publicadas por Tusquets: Las manos del pianista (2003), Venas de nieve (2005, premio “Extremadura a la creación”), Cuerpo a cuerpo (2007), Contrarreloj (2009), Si mañana muero (2013) y Mistralia (2015).
   La trama  esta última novela arranca cuando en pleno territorio de Breda (en la sierra Ufana desde donde pueden verse la Reserva del Pater Noster, el Yunque y el Volcán o las vegas del Lebrón) una de las ingenieras de la empresa Mistralia aparece ahorcada en uno de los aerogeneradores enclavados en la sierra. Reproducimos el momento en que una pareja descubre el cuerpo de la mujer.

   “Las últimas estrellas desenroscaban sus tuercas en el cielo, se soltaban y corrían a esconderse de la claridad. El alcohol y la marihuana todavía emborronaban su percepción mientras veía apareceré las aspas detenidas del molino eólico bajo el que habían aparcado y, por fin, muy arriba la góndola y el eje.
-¿Qué es aquello? –aguzó la mirada con gesto de pasmo.
-Qué.
-Allí arriba.
-Parece… -Santi también dudó.
-Sí.
-Parece… ¡un hombre ahorcado! –El pasmo se convirtió en temor.
-¡Una mujer!
   Los dos se habían incorporado y Santi, espoleado por el miedo, enderezó rápidamente el respaldo de los asientos.
-¡Vámonos de aquí!
-¡Espera!
-¡Vámonos antes de que…! –escrutó alrededor para comprobar si alguien los había visto. Luego alzó nuevamente la cabeza, quería mirar y no mirar, se fijaba un instante y se volvía enseguida tapándose los ojos con las manos.
-Un momento –dijo, más lúcida que él. Tampoco se podía esperar de una mascota que no saliera corriendo al olfatear el peligro.
   El cuerpo se balanceaba recortado contra la creciente luminosidad del cielo. Santi miró hacia él y luego, con bruscos giros del cuello, miró atrás y a los lados.
-¡No hay nadie! Podemos irnos y no decir nada. Ya lo descubrirán. ¡No quiero meterme en ningún lío! –exclamó con una obstinada vehemencia”.

viernes, 28 de julio de 2017

La vida negociable


LA VIDA NEGOCIABLE

Luis Landero
Barcelona, Ed. Tusquets, 2017, 336 págs.

   Nacido en Alburquerque en 1948, Luis Landero crece en una familia campesina que emigra a Madrid en 1960. Durante años, el joven encadena numerosos trabajos de supervivencia hasta iniciar estudios de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y dedicarse a la enseñanza en varios centros hasta su jubilación como profesor de lengua y literatura en la Escuela de Arte Dramático. En 1989 publica su primera novela, Juegos de la edad tardía, ganadora del premio de la Crítica de ese mismo año y del Premio Nacional de Literatura de 1990, a la que seguirían Caballeros de fortuna (1994), El mágico aprendiz (1998), El guitarrista (2002), Hoy, Júpiter (2007), Retrato de un hombre inmaduro (2009) y Absolución (2012).
   Ahora, la editorial Tusquets, la misma que publicó todos los títulos citados, saca a la luz La vida negociable (2017), una novela de formación, como otras narraciones anteriores, pero también de la pérdida de la inocencia, cuando el protagonista, Hugo Bayo, descubra la infidelidad de la madre (casada con un hombre veinte años mayor que ella) y las corruptelas del padre, un administrador de fincas urbanas, en un entorno familiar envilecido por la mentira que impulsará al joven hacia la inmoralidad y el chantaje.
   La novela se asienta, como es habitual en el escritor, en un sólido conocimiento de los modelos narrativos clásicos, entre los que destaca en esta ocasión, por los numeroso guiños de complicidad, la novela picaresca, no por la presencia de numerosos amos, sino por motivos como la deshonestidad de los padres y su repercusión en la formación del protagonista (como en los modelos clásicos), los numerosos cambios de entornos y de “oficios”, la sucesión alterna de éxitos y fracasos o la concepción aleccionadora de las experiencias (“Y eso me hizo pensar en lo solo que estaba yo en el mundo, y me prometí aprender la lección”). Reproducimos un párrafo en que el protagonista se muestra ya dueño de los secretos y, por tanto, de la voluntad de sus padres.
  
   “Comimos los tres en silencio, no un silencio único para todos sino cada cual metido en el suyo propio, y era curioso, porque mi madre, quizá alarmada por el temor de que hubiese podido contarle el secreto a mi padre durante nuestras correrías laborales, no se atrevía a mirarlo, y en cuanto a mi padre, cohibido por mi presencia y avergonzado de sus fechorías, no se atrevía tampoco a mirarnos ni a mi madre ni a mí, y solo yo podía encararlos sin miedo, con la seguridad de que ellos no se arriesgarían a enfrentar mi mirada. Me ocurría entonces que, en las conversaciones, yo no sabía gestionar el silencio, cosa que sí sabe la gente de mundo o segura de sí, y que es una manera de elegancia. Para mí el silencio era un desagradable incidente dialéctico. Pero ahora yo era dueño de aquel silencio, y en él se oían los lentos y claros golpecitos rítmicos que yo daba sobre el vaso o el plato.
   Antes del postre, me levanté, cogí dinero del bolso de mi madre, aunque ahora también podía haberlo hecho de la cartera de mi padre, y dije:
   Salgo a pasear, y allí los dejé, cautivos en el silencio, en la incertidumbre y en la culpa”.

martes, 18 de julio de 2017

Eva María se fue...

   Conducía hace unos días en dirección a Mérida oyendo la radio (que no escuchándola), sumido en preocupaciones domésticas, cuando de repente sonaron los acordes veraniegos de una canción de mi juventud: “Eva María se fue / buscando el sol de la playa / con su maleta de piel/ y su biquini de rayas”. En ese momento sentí un leve estremecimiento que, sin té ni magdalenas, me abdujo por completo para un instante después depositarme suavemente (era verano de 1973, cuando Fórmula V dio a conocer esta joya de la música pop) en el patio de la casa de mis padres donde mi hermana y sus numerosas amigas bailaban al son de un tocadiscos de pilas, mientras, en el presente, una dulce nostalgia me invadía. ¡El verde dosel de la parra madurando sus racimos de uva albilla, la palmera desgañitándose con un gorjeo unánime de gorriones, las chicas moviendo rítmicamente sus púberes caderas… ¡Y todo lo había desencadenado una festiva tonada popular! Cómo no compartir la aguda observación de Faulkner; “el pasado no está muerto, ni siquiera es pasado”.
   Como no tenía mejor cosa que hacer que atender al tráfico (y a los rádares emboscados de la DGT) y escuchar la canción, me detuve en los versos, leves y ligeros como pompas de jabón, que, a pesar de su tono fresco y estival, relatan una separación (o una ruptura, la cosa no está del todo clara): “ella se marchó / y solo me dejó / recuerdos de su ausencia…”, y es que “sin la menor indulgencia [sic] Eva María se fue” (a la playa). Tras este episodio traumático, durante las noches de insomnio, al amante solo le queda el pobre consuelo de contemplar su fotografía (con su biquini de rayas, “bañándose en el mar / tostándose en la arena”), momento en que la canción exhibe un erotismo tímido y primario. Nada que pueda compararse con las sutiles sugerencias del éxito de este verano, “Despasito”: “Y es que esa belleza es un rompecabezas / pero pa montarlo aquí tengo la pieza”.
   Recordé entonces una viñeta de Forges (no la que reproduzco; otra que no he podido encontrar) que mostraba a la pareja camino de la playa: delante, Eva María con su biquini rayado lleva en la mano una pequeña radio de la que surgen los versos de la melodía, en tanto que el menda, detrás de ella, carga a hombros un enorme maletón y canturrea la letra corrigiendo el cuarto verso (“… con su maleta de piel / que un gilipollas llevaba”).
   ¿Es cierto que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, como afirma Jorge Manrique? No. Es falso. Tan falso como que Manrique dijera eso, como repiten tantos tontos. Lo que el poeta palentino dijo literalmente fue: “[contemplando] cómo a nuestro parescer / cualquiera tiempo pasado / fue mejor”; esto es, cómo tras los muchos años vividos sentimos la tentación de considerar (erróneamente) que cualquier tiempo pasado fue mejor.
   ¿Cómo es posible entonces que me emocionara una canción del pasado que por aquellos años yo odiaba minuciosamente? No lo sé. Solo sentí que cuando acabó la melodía se apagó de repente aquel destello luminoso (los gorriones gorjeando, las uvas madurando, las chicas contoneándose) y volví de nuevo a este mísero presente atento al destello luminoso de algún radar emboscado que podría encarecer de un modo notable mi viaje a Mérida. Y sin la menor indulgencia.


sábado, 15 de julio de 2017

Tarde azul y jackpot



TARDE AZUL Y JACKPOT

Juan Carlos Elijas
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Poesía, 2017, 51 págs.
Prólogo de Miguel Albadalejo

   Nacido en Tarragona en 1966, Juan Carlos Elijas se dio a conocer con un poemario titulado Vers.so.s atávicos (1998), al que siguieron La tribu brama libre (2009), Versus inclusive (2004), Camino de Extremadura (2005), Talking’ heads (2006 y 2007), Al alimón (con Manuel Camacho,2006), Delfos me has vencido (2009) y Cuaderno de Pompeya (2009), compendiados en una edición reciente, Ontología poética (La isla de Siltolá, 2015).
   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica Tarde azul y jackpot, un conjunto de once poemas extensos, la mayoría subdivido en varios apartados, que, en palabras del prologuista “constituye una particular tentativa de transitar por algunos de esos lugares de los que uno vuelve sin palabras, a fin de traer de vuelta un cierto registro del tránsito, Ya desde el primer poema “Sol de la mañana”, se atisban varios de los motivos que se entrecruzan para vertebrar este breve poemario: los estigmas de la soledad, la espera ante la muerte inminente, el elocuente silencio de los establecimientos mortuorios, la angustia frente al vacío existencial, etc. Materias, todas ellas, acerca de la cuales difícilmente se puede hablar y se habla, no solo porque faltan las palabras, sino a veces también, como explica Norbert Elias en La soledad de los moribundos (1982), porque falta el interlocutor”. [Prólogo, p. 8].
   Reproducimos el primer apartado del poema que cita el prologuista, ambientado en un geriátrico (pero todos habitamos en lugares semejantes: escuelas, fábricas, cárceles, templos, residencias…), en que una naturaleza exhuberante y repleta de vida (manzanos, cerezos, limoneros, fresas y sandías,…) no logra ocultar los presagios ominosos de la muerte (cipreses plateados, fuentes por las que llegará el barquero...).

SOL DE LA MAÑANA

             I

Miradnos, los lechosos
ancianos sometidos
a las sillas, bajo los cipreses plateados
que alzan su firmeza
de verduzcas, flamígeras
copas junto a la tapia del asilo.

Miradnos, la existencia resumida
en un azar de campanas y estrellas,
testigos de los últimos
soles de la mañana,
a merced de un tiempo enfermero.

Miradnos, pendientes del pañal y la insulina,
contemplando en los huertos
manzanas y ciruelas,
los encarnados cascabeles
del cerezo, las fuentes
por las que habrá de arribar mañana
el dispuesto barquero
desde la bocana de un seco paladar.

Miradnos, justo al lado
del limonero, frente a fresas
 y sandías, con nuestra
demencia ingenua y nuestras
flaquezas, con nuestro humor
canino, acariciando
los gatos que intuyen la llegada de la fosa
y tañen la danza final
con un ronroneo de colmillos afilados,
de áspera y rosada lengua
de escamas y cosquillas.

miércoles, 12 de julio de 2017

Los menandros del Guadiana


   Tendría por entonces catorce o quince años, cuando en cierta ocasión le entregué a mi profesor de Latín y Griego un poema para que me diera su opinión. Se titulaba “Oda al río Guadiana” (yo era un alumno interno de un centro privado emeritense que estaba próximo al río y todavía recuerdo las escapadas por sus orillas y las nieblas persistentes durante los meses de invierno). La última estrofa, en un franco diálogo con el río (del que dijo Plinio saepius nasci gaudet; esto es, el río que se complace en nacer varias veces) afirmaba  resueltamente:

“Cruzarás tierras de Huelva
entre curvas y menandros
y llegarás al final
desembocando en el Atlántico”

   (Ahora que la releo pienso que podría ejemplificar con rigor la “difícil sencillez” de ciertos estilos poéticos, ejem, ejem).
   El profesor puso especial empeño en comentar con detalle el segundo verso (sin duda, el mejor de los cuatro). Recuerdo que me dijo: “Verás, la primera palabra está mal utilizada porque da a entender que el río pasa “por el medio de las curvas y los menandros”; la segunda es sinónima de la última y por tanto es superflua (en poesía, lo que no suma resta); la tercera, claro, ya no es necesaria, y la cuarta no existe, porque se dice ‘meandros’”.

Destino Gijón

DESTINO GIJÓN

Susana Martín Gijón
Sevilla, Ed. Anantes, 2016, 101 págs.

 Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981) ha publicado en la editorial sevillana Anantes hasta el momento tres novelas de trama policial ambientadas en Extremadura (Más que cuerpos, 2013, Desde la eternidad 2014 y Vino y pólvora, 2016) que impregnan las tramas de una notable carga de denuncia social, contemplada desde una perspectiva francamente femenina. En 2015 la Editora Regional de Extremadura publicó Naufragios (finalista de los premios "Felipe Trigo" de novela corta y del premio "La Trama / Aragón Negro" de Ediciones B), una novela ambientada en San Francisco en cuya trama una joven relata en primera persona el sórdido universo de "náufragos" en la gran ciudad. Más tarde, la escritora ha publicado Pensión Salamanca (2016) y Destino Gijón (2016), dos novelas cortas protagonizadas también por la oficial de policía Annika Kaunda.
   Si Pensión Salamanca se situaba en esta ciudad castellana durante el desarrollo de un Gongreso de novela negra, Destino Gijón se ambienta en esta ciudad durante los actos de la Semana Negra, una cita menos académica y más multitudinaria que tiene lugar en los terrenos de los antiguos astilleros, donde Susana Martín Gijón, que ha asistido para presentar su última novela, se encuentra casualmente con Annika y su hija Celia. Al día siguiente, el periódico El Comercio reproduce una fotografía de la “Embarcación en la que ha aparecido la mujer herida de muerte con una potera”. Las dos mujeres, junto con un detective próximo al perfil de los modelos del cine negro clásico, iniciarán una indagación que les llevará finalmente a la elucidación del crimen. Como en el título anterior, las reducidas dimensiones de la novela ocasionan una pareja reducción en todos los frentes (espacios, personajes, sospechosos…), pero ambas logran mantener la tensión hasta un desenlace, como mandan los cánones, imprevisto pero verosímil, y ambas están impregnadas de una intención lúdica y un tono bienhumorado.


“-Como ya sabréis por los periódicos, se ha identificado al propietario de la embarcación. Es Rafael Hormigo Sánchez y adivinad qué –dejó transcurrir unos segundos para acentuar el suspense, pues sabía que esa información aún no se había filtrado-. Es piloto de vuelo en la misma compañía donde trabajaba Alejandra.
   Silbé ante la revelación.
         -Pues eso lo explica todo.
         -Es lo que cree la policía. Le han detenido esta mañana.
         -¿Tú no?
         -Yo no.
         -La conexión es evidente. Seguramente estarían liados. Esa noche quedaron en el barco, algo pasó y él la mató.
         -Blanco y en botella –convine ante la explicación de Annika.
   Félix movía la cabeza a un lado y a otro, la mirada clavada en el suelo.
         -¿Qué es lo que no te cuadra?
   Respiró hondo. Sabía que si pretendía que le ayudáramos tendría que confiar en nosotras.
         -Es mi cliente. Él me contrató.
         -¿El asesino te contrató? –exclamé, tratando de encajarlo en una estructura de novela”. [pp. 50-52]

martes, 11 de julio de 2017

Ni una puta foto


NI UNA PUTA FOTO

Javier Velilla
Madrid, ViveLibro, 2017, 414 págs.
  
   Nacido en Don Benito, Javier Velilla es un ingeniero agrónomo que ha residido por razones laborales en Madrid, Valencia, Oxford y, en la actualidad, en Arabia Saudí. Ni una puta foto, su primera novela, desarrolla su trama en dos bloques alternos muy contrastados. Uno de ellos se sitúa en el mes de julio de 2006 en Valencia y Madrid: Luis Cortés se empecina en contactar con cinco mujeres con las que mantuvo una relación sentimental antes de conocer a Amalia, su actual esposa con la que ha tenido cuatro hijos y con la que mantiene una relación apacible. Por este motivo, es más sorprendente lo insólito de su empeño. Tras leer sus diarios, escritos durante la década de los ochenta, Luis visita a Lola, la joven de Guareña que rompió la relación de un modo cruel (y ahora regenta una óptica y vive con su pareja), intenta encontrar Kika (pero ha muerto prematuramente de cáncer), habla con Cita, sobreviviente de varias rupturas sentimentales dispuesta a marcharse a La India (y que le pide cien euros), visita a Carolina, que lo echa de su consulta y le recrimina la inconsciencia de  su propósito, y a Maga, la joven de las juventudes socialistas abandonada por su esposo. Todas ellas son mujeres fuertes que han afrontado con dignidad la derrota de los sueños de juventud y que reaccionan con un recelo inicial a la llegada de este conocido del pasado. ¿Qué se propone? ¿Reanudar una relación extinta?
   Los diarios, que Luis les pide que lean, responden a esta pregunta. Sumido en una crisis existencial que se niega a aceptar, Luis trata de salvar de la desaparición y del olvido unas experiencias amorosas asediadas por todas las poderosas emociones concéntricas del amor: la inseguridad, la esperanza, la pasión, los celos, el rencor, las infidelidades… Todas ellas comprenden entonces que su plan responde a un miedo no expreso al paso del tiempo, a la vejez y a la muerte, en tanto los diarios vienen a convertirse en un sucedáneo de perduración, logrando que esas vidas, de las que no conserva “ni una puta foto”, no hayan sido del todo baldías. Pero su empeño, como le avisa una de las mujeres (“Si fueras feliz en casa, no estarías aquí… puedes hacer daño a otras personas”) es malsano (“Esos viajes al pasado pueden desquiciar a gente que sea emocionalmente vulnerable”) resulta peligroso y, en el fondo, autodestructivo, pues las fuerzas que invoca en su desatinado empeño son incontrolables. En el desenlace, una frívola aventura erótica con su primera novia y un descuido con su teléfono móvil ocasionarán un daño injusto e irreparable y precipitarán su caída.
   Reproducimos un párrafo de este momento narrativo.

   “-¿En mi cama?
   Él piensa tan rápido como puede qué excusa puede dar, tiene que haber una salida, pero necesita ver el texto, qué coño ha escrito la imbécil que le haya mandado el puto mensaje. Luego se da cuenta de que tiene que ser Lola, es la única que ha estado en su casa, la única que ha estado en su cama.
   -Déjame ver, no sé de qué me estás hablando.
   Y tiende su mano con cuidado, en un movimiento suave hacia Amalia, como procurando no espantarla, que no se asuste, que no reaccione de forma violenta. Ella no se mueve, pero contesta con un tono de voz que es ya un poco más fuerte que el anterior.
         -Sí lo sabes, cabrón. Tu Duquesa en mi cama.
   Ha pronunciado el nombre como si tuviera la boca llena de vómito, y de hecho Luis piensa por un momento que ella va a vomitar; tan grande es el asco que ha sentido desde los dos metros que los separan.
         -Dame el móvil, por favor.
   Ella lo deja caer, no lo ha tirado, y tal vez ha sido un gesto involuntario, como si la fuerza hubiera desaparecido de su mano, como si se hubiera rendido a la evidencia, como si ya no hubiera remedio ni nada  importara”. [p. 406]

lunes, 10 de julio de 2017

Sentada frente al precipicio


SENTADA FRENTE AL PRECIPICIO
Antología

Fátima Maldonado
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Letras Portuguesas, 2017, 133 págs.
Traducción y prólogo de José Ángel Cilleruelo

   Fátima Maldonado nació en Santo Amaro, en el Alentejo, y reside en Lisboa, dedicada durante años a la crítica literaria para el periódico Expresso, unas colaboraciones recogidas más tarde en libro (Resgate, 2017). Como poeta, se dio a conocer con un primer libro titulado Cidades Indefesas (1980), al que siguieron Os Presságios (1983), Selo Selvagem (1985), A Urna no Deserto (1989), Caça e Persuasões (1991, libros recogidos en un volumen de 1999, Cadeias de Transmissão (1999). Más tarde aparecería Vida Extenuada (2008). Por último, la escritora recogería en Larva de espera (1996, reeditado en 2014) sus impresiones en prosa y verso de un viaje a las islas Azores.
   Ahora la Editora Regional de Extremadura publica una antología de todos sus libros, más algún poema inédito en libro, traducida y prologada por José Ángel Cilleruelo, quien considera sobre su poesía: “Las coordenadas temáticas que establece la obra de Fátima Maldonado ocupan todo el orbe de lo expresable, desde la intimidad hasta la ironía, desde la crítica al momento presente hasta la encarnación de personajes históricos, desde la descripción diurna de paisajes hasta las evocaciones de sus nocturnos, prodigiosos, desde el yo lírico hasta el yo dramático, desde la primera persona hasta la tercera, desde la indagación en los sentimientos hasta la exégesis de las ideas. Nada escapa a este sujeto poético, protagonista, la voz de la mujer que escruta, comprende y revela desde sus versos” [Prólogo, p. 10]
   Reproducimos un poema de Vida Extenuada (que interpreto como lector en el territorio del testimonio y la denuncia), en que se describe una terrible escena casi “medieval” de la ciudad de Estremoz en los años 40.


AS PRISÕES DE ESTREMOZ ANOS 40

No meio da cidade expostos
completamente expostos
agarravam-se às grades
as montras de ferro
seguiam o perímetro
e eles sentavam-se
nas jaulas até ao sol posto.
A ferrugem ao sobrepor os tons
criava nobres artes
abstractos verdetes
o sol descuobria púrpuras
chagas de saliva,
en taças citas bebiam os cavalos
de estrume de cavalo salpicadas.
E os presos, aves sujas de norte,
mouras de Granada
antes da Reconquista
mas sem modestia ou sombra de recato
expostos, completamente expostos
os presos de Estremoz não me pareciam tristes.
Aceitavam moedas
a palma da mão muito esticada
nos pés mostravam chagas
diziam palavrões
enigmáticos no centro da canícula
amarravam aos ferros trapos cegos
pobres insignias na bris ararefeita
honravam deuses nao imaginados.
A luz quase amárela
crivada de cheiros meus conhecidos
poejos açorda
nas vaias do suor,
eran afinal criados de lavoura
a quem o sol ao desatar
picara de exigências
moldes inconformados
ciganos dos robos usuais
torna-viagens
exibiam barbas ruivas de pó
no chão lá mais ao fundo.
Às vozes juntas que pediam beatas
alegrías tétricas asestavam vexames.
Sucumbindo ao encanto daquela impiedade
a contragosto acelerei o passo.
Relicário de danados
no peito da cidade
progetia desmandos
incitando adultérios.

LAS PRISIONES DE ESTREMOZ AÑOS 40

En medio de la ciudad expuestos
completamente expuestos
se agarraban a los barrotes
los escaparates de hierro
daban la vuelta al edificio
y ellos se sentaban
en las jaulas hasta la caída del sol.
La herrumbre con los tonos sobrepuestos
creaba artes nobles 
abstractos verdores
el sol descubría púrpuras
llagadas de saliva,
tazas escitas donde bebían los caballos
de estiércol de caballo salpicadas.
Y los presos, aves sucias de muerte,
moras de Granada
antes de la Reconquista
pero sin modestia ni sombra de recato
expuestos, completamente expuestos
los presos de Estremoz no me parecían tristes.
Aceptaban monedas
la palma de la mano muy estirada
en los pies mostraban llagas
decían palabrotas
enigmáticas en el centro de la canícula
ataban a los hierros trapos ciegos
pobres insignias en la brisa enrarecida
honraban dioses no imaginados.
La luz casi amarilla
cribada de olores que conocía bien
poleo sopa de ajo
en las burlas del sudor,
al final eran empleados de labor
a quienes el sol desatado
les había picado de exigencias
moldes obstinados
gitanos de robos corrientes
retornados
exhibían barbas enrojecidas de polvo
en el suelo allí hacia el fondo.
A las voces unidas que pedían colillas
alegrías tétricas les asestaban vejaciones.
Sucumbiendo al encanto de aquella impiedad
a disgusto aceleré el paso.
Relicario de condenados
en el corazón de la ciudad
protegía desmanes
incitando adulterios.

domingo, 9 de julio de 2017

Número extraordinario de Norbania

NORBANIA
REVISTA DE LITERATURA Y CREACIÓN

Cáceres. Asociación Cultural Norbanova, nº 7, 2017, 206 págs.

   Acaba de ver la luz la séptima entrega de Norbania, un número extraordinario con el que la editora de la revista, la Asociación Cultural Norbanova ha querido conmemorar sus diez años de existencia, un periodo en el que, además de la edición de la revista, ha publicado libros en varias colecciones y ha desarrollado una amplia programación de actividades culturales entre las que es preciso destacar el “Aula de la Palabra”.
   Aunque el número de participantes es muy alto, nos parece de interés citar sus nombres. En el apartado de creación poética han colaborado, todos ellos con composiciones inéditas: Basilio Sánchez, Antonio Daganzo, Antonio María Flórez, Mónica Gabriel y Galán, Hilario Jiménez Gómez, Antonio Gómez, Álvaro Valverde, Francisco Caro, Irene Sánchez Carrón, Nicolás Corraliza, Antonio Reseco, Efi Cubero, José Cercas, María Ángeles Pérez López, José M. Jurado García-Posada, Victoria Mera, Jorge S. Arroyo López, Antonio Linares Familiar, Santos Domínguez Ramos, José Manuel Díez, Carlos Medrano, Antonia Cerrato Martín Romo, Miguel Ángel Núñez Paz, Rosa María Perona Timón, Isabel Blanco Ollero, Fernando López Guisado, José Manuel Vivas, Ana Flor Redondo, Caridad Jiménez Parralejo, Marisol Pita, Víctor M. Jiménez Andrada, María Carvajal, Antonio Corredera Plaza y Miguel Ángel Moyano.
   En el bloque de narrativa, han participado, asimismo con composiciones inéditas, Rosa María Lencero, Tomás Pavón, David Lizandra, Victoria Pelayo Rapado, Mariano Mecerreyes Jiménez, Montaña Campón, Pilar López Ávila, José Antonio Leal Canales, Malén Álvarez, Ángela Velasco Bello, Vicente Rodríguez Lázaro, Mario Peloche, Pilar Bacas Leal, Purificación Claver y Manuel Neila.
   En el apartado de reseñas y artículos colaboran Antonio María Flórez, Yolanda Regidor, Ángela Reyes, Santos Domínguez Ramos, José Manuel García, Emilia Oliva Esteban Cortijo, José María Sánchez y Torreño, Francisco Javier Tovar Paz, Alexandre Lacaze y Angélica García Manso.
   Por último, las espléndidas ilustraciones de la revista son obra de Mar Azabal, Matilde Granado, Jesús David Floriano, Miriam A. Gómez Cornejo, José María Jurado, María Polán, Este García, Antonio Corredera Plaza, Ana María Hernández de San Pedro, Julio Díaz Rubio y Deli Cornejo.
   Reproducimos una de las colaboraciones, un poema de Carlos Medrano.


CONFLUENCIA

a Vicente Gallego

Al trasluz de una tarde luminosa
bajo un sol impecable
la flor rosada y blanca del almendro
mece sobre los surcos
el pulso del relieve que circunda:
roca, corteza, lagartija, grieta,
niña que corre o mujer que sueña
con una tarde al sol
que el pintor y ella misma
contemplan a distancia, sin tocarse, sin verse,
y a la vez les sucede
que los envuelve
un ave, una brisa y una fuente
junto a un monte, un camino y una choza.
Luego, la inmensidad del mar
y estas palabras
donde no importa que se ponga el día
si el fuego permanece.