viernes, 30 de julio de 2021

Equilibrios

EQUILIBRIOS

 Antonio Reseco

Madrid, El sastre de Apollinaire, 2021, 67 págs.

 Antonio Reseco nació en Villanueva de la Serena (Badajoz) en 1973. Licenciado en Derecho por la Universidad de Extremadura, publica en el año 2000 su primer libro Jardín Buscado. Desde entonces han aparecido los poemarios Un lugar conocido (2002), Anotaciones del viaje (2005), El Otoño cotidiano (2005), Geografías (2006), Huidas (2009) London Bureau (2012), Casi no existir (2015) y Posdatas (2017), este último ilustrado por la pintora Pilar Molinos.  Cofundador y director de la editorial Littera Libros, ha publicado docenas de artículos, relatos y poemas en distintas revistas y ha sido incluido en diversas antologías. En 2012 fue editada su primera obra de teatro, Dickens no tiene corazón y el libro de relatos El conejo, la chistera y el mago sin memoria. En 2018 apareció su último libro, El café portugués. En 2021 apareció una compilación de relatos, Lo que no será. Ahora, la editorial madrileña El sastre de Apollinaire publica Equilibrios, un poemario del que reproducimos la composición de apertura, una “Poética” en que enumera predilecciones y rechazos.

  

CONTRA LOS FALSOS DIOSES

O AD VERAM POETICAM

Me has abrumado con tanta palabra,

con tanta poesía underground

que protesta y llena de letras disonantes

las hojas de los magazines

o el afán de los bloggeros,

pero sabe de cierto en su fondo

que toda revolución, que todo cambio,

solo puede concebirse en un sofá

o en el diálogo burgués de un dormitorio.

No, es demasiado tarde para ciertos trucos.

En esta imaginería dé desusada vanguardia

que vocifera y recicla prendas viejas

no hay resistencia, solo notoriedad.

El verso siempre nació de la muerte,

se engendró en el vientre del tiempo

(único mantra que vio Eliot),

nació de asumir sin gratitud

que cualquier pieza de ajedrez correrá

la misma suerte. Sí, me has combatido

y soy el cansancio que amontonó

libros y libros que ya nacieron inútilmente.

No sabes la ilusión que me hace

verte, veros, descubriendo el mundo

como unos niños entrados en años.

 

Cocina escrita


COCINA ESCRITA

Colección de Julio Yuste

 Ayuntamiento de Badajoz / Unión de Bibliófilos Extremeños, 2021, 37 págs.

Presentación de Francisco Javier Fragoso Martínez

Textos liminares de Matilde Muro Castillo (“El sabor de los libros”), Agustín Muñoz Sanz (“Julioyuste”), José Luis Bernal Salgado (“Julio Yuste o el sabor de la amistad”) y Julio Yuste González (“Introducción a una colección de dos pasiones”).

    Aparecido el pasado mes de mayo coincidiendo con la XL Feria del Libro de Badajoz, Cocina escrita es el catálogo de la exposición realizada en el Paseo de San Francisco comisariada por la presidenta de la Unión de Bibliófilos extremeños Matilde Muro Castillo. En él se recogen algunos de los libros de cocina coleccionados por Julio Yuste con una apartado especial dedicado a la cocina extremeña que “se asienta en tres culturas diferentes: árabe, judía y la pastoril de sus primitivos habitantes. A esta base se añaden otros elemento esenciales: el cerdo como animal totémico, la cocina conventual, la incorporación de los productos del Nuevo Mundo y la filosofía de la vida y culinaria de la Mesta” [Yuste, J., p. 26].

jueves, 15 de julio de 2021

Diario de Menacho

DIARIO DE MENACHO

DIARIO DE LA DEFENSA DE BADAJOZ DE 1811

Por los Mariscales de Campo Rafael Menacho y José de Imaz

 Badajoz, Departamento de publicaciones de la Diputación de Badajoz, 2021, 154 págs.

Presentación de Ricardo Cabezas Martín

Introducción de Eduardo García-Menacho, Salvador Amaya y Fernando Ortiz Martín

    Diario de Menacho reúne varios materiales emparentados entre sí relacionados con la toma de la ciudad de Badajoz por las tropas del Mariscal Soult en el mes de marzo de 1811. El bloque de mayor interés lo constituye el conjunto de seis cartas, reproducidas facsimilarmente y transcritas, redactadas por el Mariscal de Campo Rafael Camacho dirigidas al Capitán General don José Heredia y Velarde, secretario de Guerra de la Regencia. Sobre su contenido, uno de los prologuistas, Fernando Ortiz Martín, considera: “Es tradición en los ejércitos que el jefe de una fuerza en campaña redacte, de su puño y letra o con la ayuda de un auxiliar, una memoria lo más detallada posible de las vicisitudes que va superando día a día, no solo describiendo los combates, sino también de las informaciones de que disponga sobre los movimientos del enemigo, las necesidades que presenta su tropa y cómo consigue o solicita los suministros y municiones que requiere, y cualquier otro asunto que llame su atención y pueda tener un efecto más o menos directo en el devenir de los hechos. Es lo que se conoce como Diario de Operaciones”. [p. 19].

   A las seis cartas de Menacho (y las respuestas a algunas de ellas) sigue una carta de José Imaz, su sucesor, justo antes de la rendición de la plaza, un extracto de una “Relación de los sitios de los sitios y densas de Olivenza y Campomayor, 1811-1812 del coronel Lamare” en que describe el asedio de la ciudad desde el lado francés, varios anexos y dos grabados, uno español y otro francés, de la ciudad y su entorno. Reproducimos la carta correspondiente al uno de marzo, tres días antes de que perdiera la vida combatiendo.

 1 de marzo

    “El fuego de este día ha sido tan vivo como el de los anteriores, pues el enemigo ha tirado 543 balas, 5 bombas y 207 granadas, en todo 755 tiros. Su dirección principal contra la Cortina de San Francisco, en la que fue herido el Comandante de la batería, con otras desgracias y averías que produjeron bastante fatiga para rehabilitar en la noche la batería y evitar andar con la artillería de día, como sucedió el día anterior, que a costa de diez reales de gratificación por plaza se presentaron sesenta soldados de Infantería de los Regimientos de Mallorca y Zafra, y aunque tuvieron la gloria de colocar tres cañones a brazo, nueve de ellos perdieron la vida en tan útil servicio. Mas a pesar de las fatigas de nuestros artilleros, los enemigos en este día sirvieron mejor sus baterías. Como todo el vecindario se halla reunido en las Iglesias y Conventos, ha sido indispensable que el Gobierno, a beneficio de la salud pública haya dado acertadas disposiciones para evitar los efectos de un contagio, y ha nombrado por Juez de Policía a los Prelados de cada una de estas Casas, y otros dos más para todo el pueblo con la concurrencia de los Alcaldes de Barrio y Diputados de las Calles, para evitar los efectos del desorden e incendios de las bombas, disposiciones que hasta la presente han producido las ventajas que se buscaban. Al anochecer se observó movimiento en los enemigos con dirección a los cerros de Almendro y San Miguel, y recelando de alguna tentativa contra la Picuriña se tomaron las disposiciones convenientes a la expresada novedad”. [pp. 123-124].

 

martes, 13 de julio de 2021

La Albuera. Colina fatal

LA ALBUERA

COLINA FALTAL

Campaña aliada en el sur de España en 1811 y batalla de La Albuera

Mark S. Thompson

Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, col. Historia de Badajoz y su Alfoz, 2021, 344 págs.

Traducción, gráficos y notas de Fernando Ortiz Martínez

     Doctor en Historia desde 2009, Mark S. Thompson es un historiador militar británico especializado en la guerra peninsular (1808-1814) que ha dedicado especial interés a las campañas del mariscal Beresford y a la campaña de La Albuera. En 2015 publicó Los ingenieros de Wellington. Es miembro de la Comisión Británica de Historia Militar, de  la Sociedad Histórica de Ingenieros Reales y de los Amigos del Cementerio Británico de Elvas.

   Fernando Ortiz Martínez es coronel de Infantería destinado en el Instituto de Historia y Cultura Militar y Miembro de las Asociación Histórico-Militar Alfonso IX de Badajoz. Ha publicado varios trabajos sobre la guerra de Independencia en Extremadura y colaborado en la publicación reciente del Diario de Menacho.

   Publicado por primera vez en una autoedición inglesa, ve ahora la luz, traducida, anotada e ilustrada por Fernando Ortiz, la edición en español. El estudio aborda los movimientos de las tropas francesas y aliadas (inglesas, portuguesas y españolas) en el sur de las Península Ibérica para centrarse en “una de las batallas más breves que tuvieron lugar durante la Guerra Peninsular” (16 de mayo de 1811) finalizada con la retirada del mariscal Soult del campo de batalla. Reproducimos un fragmento que describe, con un claro interés por su explotación militar, el entorno de La Albuera.

  

   El campo de batalla de La Albuera

    “A las 8 de la mañana todas las unidades de Beresford estaban en las posiciones que se habían seleccionado para ellas y, con la excepción de Madden, todos estaban presentes. El sitio seleccionado por Wellington para la batalla era, en su opinión, “la posición más central y ventajosa” para defender el cerco a Badajoz. Sin embargo, si bien era la más ventajosa, no era por ello eras una posición sólida. El terreno era una serie de colinas bajas y onduladas durante muchos kilómetros en todas las direcciones, sin alturas realmente significativas. Muchas de estas colinas estaban completamente despejadas sin ningún tipo de cobertura. El pueblo de La Albuera era el único asentamiento en la zona, pero contenía solo los esqueletos de piedra de las casas, ya que los franceses lo habían despojado previamente de toda la madera para sus fogatas. Cerca del pueblo corre el arroyo del mismo nombre. En ninguna época del año era lo suficientemente caudaloso como para impedir el paso a todas las tropas, aunque en las cercanías de la aldea, las orillas del lado occidental (aliado) eran lo suficientemente empinadas como para detener a la caballería y la artillería. Había un pequeño puente sobre la rivera cerca del pueblo y aproximadamente unos cuatrocientos metros al sur había un fuerte puente de piedra sobre el que cruzaba el camino real de Sevilla a Badajoz. Justo al sur de este puente, la ribera de La Albuera se divide en dos fluentes: al este el Nogales; al oeste el Chicapierna.

   La lengua de tierra entre ellas es muy baja y estrecha durante los primeros ochocientos metros, y está cubierta de olivos y viñedos. A medida que la lengua se ensancha, el terreno se eleva unos 50 metros. La ladera occidental está despejada, pero su cima y la ladera contraria están cubiertas por vegetación, lo que oculta cualquiera posible movimiento del enemigo. Esta es la porción de terreno que Long fue acusado de abandonar y en las Strictures se decía que debía haber sido ocupada por la infantería. El terreno al este del pueblo es bajo y abierto”. [pp. 171-172].

 


lunes, 5 de julio de 2021

Hambre

HAMBRE

Una etnografía de la escasez de posguerra en Extremadura

Badajoz, Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, col. Historia, 2021, 293 págs.

Prólogo de Miguel Ángel del Arco Blanco

   David Conde Caballero (Cáceres, 1979) es doctor en Antropología, profesor de la Universidad de Extremadura, miembro del grupo de Estudios GISCSA y especialista en los aspectos culturales de la alimentación. Ha publicado numerosos artículos y participado en obras colectivas. Es coautor de la obra Cuando el pan era negro. Receta de los años del hambre en Extremadura. Ahora, el Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz publica Hambre. Una etnografía de la escasez de posguerra en Extremadura, que traza un panorama de las enormes dificultades a las que se enfrentó la población extremeña entre el término de la guerra y 1951, desde un punto de vista histórico y antropológico con una sólida base bibliográfica y constantes testimonios orales. El resultado es un documentadísimo recorrido por la vida cotidiana de la región en estos años míseros: los ingredientes culinarios de la pobreza, la mendicidad, el estraperlo y las rápidas fortunas, el contrabando con Portugal, la miseria de las cartillas racionamiento, el mercado negro… Reproducimos un fragmento en que aparecen dos de los productos apropiados para la venta clandestina.

    “El aceite también fue protagonista. Un producto cuyos precios en el mercado clandestino llegó a duplicar y hasta triplicar los oficiales de tasa (García-Delgado, 2000:172). Según Pérez Rubio (1995), quien cita la «Memoria sobre el desenvolvimiento de la industria oleica en la provincia de Cáceres» de 1945, el menudeo fue de especial importancia en el norte cacereño, donde predominaba la pequeña propiedad de olivar que favorecía la ocultación, la sub-declaración del tamaño de la cosecha, y el registro fraudulento del aceite obtenido en la almazara. Algo confirmado por informantes como Cesáreo:

   El estraperlo había mucho, yo me dediqué al estraperlo a llevar aceite a Madrid, porque es que yo soy un especulador. Lo llevamos en un camión de un pariente mío, Juan Reverte, y se lo vendía allí a uno que tenía un bar que era de aquí de Don Benito [...l Y una vez me cogieron... me intervinieron todo y entonces o sacabas tres mil pesetas o tenías que ir tres años a Melilla a la cárcel... CESÁREO.

    El contrabando de café fue del todo principal. La ya comentada cercanía con Portugal —país tradicionalmente cafetero— y la ubicación de varias fábricas de torrefacción situadas a escasos kilómetros de la frontera favorecía que su tráfico fuera una fuente donde se podían obtener buenos beneficios. Fue por ello por lo que muchas personas como Joaquín, también de Valencia de Alcántara (Cáceres), decidieran asumir los riesgos:

   Yo mismo a los doce años ya andaba con una mochila al hombro y traía de todo el café que podía. A los chavales nos dejaban traer siete u ocho kilillos, los mayores algunos hasta veinte. Por la noche íbamos y pasábamos la frontera…, ahí había caminos por todos lados. Había que pasar un río. Una vez en Marvão había allí una portuguesa que nos daba una habitación para dormir y descansar. Luego volvíamos y lo llevábamos a Valencia, a San Vicente y a Cáceres también andando. Nos tirábamos cuatro días para llegar allí, a pie… por esos campos”. [pp. 163-164].

 

Llerena medieval

LLERENA MEDIEVAL, GEOGRAFÍA SINGULAR (1492-1522)

 Ángel Bernal Estévez

Badajoz, Departamento de Publicación de la Diputación de Badajoz, col. Historia, 2021, 378 págs.

Prólogo de Luis Garraín Villa, Cronista Oficial de Llerena

    Ángel Bernal Estévez (Villavieja de Yeltes, Salamanca, 1954) es catedrático de instituto y doctor en Historia Medieval, cuya labor docente ha trascurrido hasta ahora en Extremadura. Es miembro numerario del Centro de Estudios Mirobrigenses (sus primeros trabajos versaron sobre Ciudad Rodrigo), de la Junta directiva de la Federación Extremadura Histórica y del Consejo de Redacción de la Revista de Estudios Extremeños, de los Cuadernos de Çafra y de la Revista de Estudios Mirobrigenses, así como presidente de la Asociación Histórico-Cultural Maimona. Autor de numerosos artículos y colaboraciones en obras colectivas, ha publicado libros como Poblamiento, transformación y organización del espacio extremeño (siglos XIII al XV), ERE, 1998; Vida campesina en Exremadura: Montemolín a comienzos de la Edad Moderna, Universidad de Extremadura, 2002 y Mérida: capital y encomienda de la Orden de Santiago (1490-1530), Diputación de Badajoz, 2013. Ahora, el Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz publica Llerena Medieval, geografía singular, un profundo y completo estudio histórico de una de las más importantes ciudades de Extremadura en un tramo histórico convulso (1492-1522) que enfrentó violentamente a los grupos humanos (cristianos, judíos, moriscos) que hasta entonces habían mantenido una relación armónica y enriquecedora culturalmente para todos ellos. Reproducimos un fragmento que narra el primer problema al que se enfrenta la comunidad judía forzada al bautismo.

    “Todo empezaba por su bautismo, necesitaban apadrinarse y buscaban viejos de Llerena quien respondiera por ellos; en reconocimiento a ese padrinazgo, adoptaron sus nombres y/o apellidos. El caso más sonoro es el de los Sánchez de Coca, pero en el censo de vecinos encontramos entre los conversos muchos casos de apellidos de raigambre hidalga, —Cárdenas, Céspedes, Mendoza, Zapata— que solo encuentran explicación en lo antedicho. Ese relacionamiento venía de amistad personal, de vecindad, de trato profesional o de estatus social, etc., y fue la vía de enganche al mundo cristiano por el que además encontraban, en caso de problemas, alguna protección o amparo en sus padrinos si es que se trataba de causas defendibles, de ahí que se buscara el padrinazgo de vecinos influyentes, aunque lo más común se dio entre el pueblo llano, sencillamente, porque eran los más.

   A la hora de elegir los apellidos, los conversos de primera hora buscaron apellido en animales —Gato, Cordero, Novillo, Toro, Lobo, Zorro, Gavilán- o plantas —Rosa, Ramos, Romero, Espino, Jara— que pasaron a sus descendientes. Muchos se hicieron llamar por su lugar de procedencia. Son abundantes v de orígenes muy diversos, Castilla y/o León en genérico. Cazalla, Comontes, Córdoba, Cuenca, Ecija, la Fuente o Fuentes, León, Mérida, Ribera, Sevilla, Toledo, Toro, Valencia, Valladolid, Yelves, Zalamea, etc., y varios adoptaron el apellido Llerena quizá a falta de otro o como forma de integración al medio. Otros se hicieron denominar por algunas característica física, como ocurría en el mundo cristiano, una alcuña o apodo que o bien tenían o se pusieron –Barba, Barriga, Bermejo, Blanco, Bocanegra, Bravo, Albo o Alvo, Cabeza, Garrido, Pardo, Delgado, Rojo, etc.-.” [pp. 57-58].