miércoles, 30 de mayo de 2018

Mar de leva


MAR DE LEVA

Octavio Escobar Giraldo
Bogotá, Random House, 2018, 184 págs.

   Octavio Escobar Giraldo (Manizales, 1962) es uno de los narradores colombianos más reconocidos dentro y fuera de su país, pero también en España, que ha visitado en varias ocasiones, donde la editorial cacereña Periférica ha publicado dos de sus títulos, Saide en 2008 y Destinos intermedios en 2010, en tanto Antonio María Flórez seleccionó El álbum de Mónica Pont en Transmutaciones, una antología de la literatura colombiana actual publicada por la Editora Regional de Extremadura. Otras novelas suyas son El último diario deTony Flowers (1995), Folletín de Cabo Roto (2007), Destinos intermedios (2010), Cielo parcialmente nublado (2013) y Después y antes de Dios (ganadora del premio internacional “Ciudad de Barbastro” de 2014 y Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura de 2016).
   Paralelamente a sus novelas, el narrador colombiano también ha publicado relatos en libros como El color del agua (1993), Las láminas más difíciles del álbum (1995), La posada del almirante Benbow (1997), De música ligera (1998, premio nacional de literatura del Ministerio de Cultura) y Hotel en Shangri-Lá (2004).
   Con excepción de uno de los títulos citados, Folletín de Cabo Roto, Octavio Escobar se ha sentido atraído tanto en sus novelas como en los relatos por entornos urbanos contemplados con mirada crítica pero amable, por donde deambulan jóvenes mecidos en una cultura pop de éxitos cinematográficos y musicales de temporada (vallenatos, rock, canción melódica…), restaurantes de moda y grandes zonas comerciales, fascinados por el estilo de vida estadounidense.
   Por esos espacios se mueven los pocos personajes de esta novela, de reducidas dimensiones como otros muchos títulos del novelista: Mariana y su hijo Javier, que cumple quince años, son recibidos por Elena en una ciudad de una república centroamericana que en tiempos creció gracias a una mina de plata próxima y hoy basa  su desarrollo en el turismo, una ciudad innominada que podría corresponder con algunas de las situadas en la costa norte de Colombia, con su vegetación tropical, grandes centros comerciales de inspiración americana y barrios residenciales en que los narcos exhiben su mal gusto y su tradicionalismo religioso. Elena, casada con un estadounidense pero lesbiana, enseña a sus invitados esta ciudad floreciente que, por las indicaciones que se dan, recuerda a la ficticia Sulaco, la capital de Costaguana que recrea Joseph Conrad en Nostromo, una novela de 1904. En efecto, de la obra del novelista polaco proceden los nombres del aeropuerto de la ciudad, Javier Arellano, las referencias a la mina de plata, al Golfo Plácido, a Giorgio Viola, o la Casa Gould (un museo que recuerda a otro de los personajes, Charles Gould)… en lo que ha de entenderse como un homenaje al escritor (Octavio Escobar ya había “ambientado” varios relatos en otro lugar ficticio, Shangri-Lá).
   En el corto espacio de un día de visita, Elena y Mariana reviven recuerdos juveniles de su paso por la facultad de Medicina, de sus primeros amores y de su situación personal en el presente mientras procuran complacer a Javier y regalarle una experiencia singular por su decimoquinto cumpleaños, el “espectáculo” de una joven pareja que mantiene ante ellos una relación sexual. Nos encontramos ante unos seres de mentalidad urbana y hedonista, desinhibidos en sus relaciones personales, alegres y confiados que parecen haber accedido a una forma de dicha un tanto superficial, pero el título de la obra nos pone en la pista de una interpretación de mayor calado, pues ese mar de leva o de fondo remite a un plano más profundo oculto a una mirada somera: en el entorno en que estos personajes habitan los narcos han poblado los barrios residenciales, los paramilitares ejercen una violencia tolerada por el poder, los guerrilleros secuestran personas acomodadas… Sabremos, por ejemplo, que Mariana ha perdido a su esposo Alejandro Guzmán, secuestrado (y tal vez asesinado) por la guerrilla, su hijo Javier vive alienado en un mundo de pornografía digital mientras siente a ráfagas la tragedia de su orfandad, Elena vive en la contradicción de un matrimonio y unas preferencias eróticas homosexuales… Es decir, bajo la dicha aparente de un mundo problemático pero complacido late algo muy distinto, porque la novela exhibe una historia y oculta otra que es preciso reconstruir en la lectura. El resultado es que el escritor, con una prosa precisa, unas notables dotes de observación y desde una perspectiva realista no primaria, nos lleva a conocer unas vidas que encuentran en el universo que habitan tanto las posibilidades de su desarrollo personal como el contorno de sus limitaciones, mostrando así que la novela, como afirma Vargas Llosa (parece ser que la cita procede de Balzac), puede convertirse en un singular instrumento para narrar la vida privada, la superficial y la profunda, de las naciones.
   Reproducimos un fragmento de la novela en que irrumpe el recuerdo de un episodio trágico que marcará a la esposa y a su hijo.

“-Es como el papá: le gusta todo y  nada –anotó Mariana.
-Como el papá –asintió varias veces Elena. Recompuso el cuerpo y bajó el volumen de la voz. ¿Se sabe algo de Alejandro?
-… Nada.
-¿Hace cuánto lo secuestraron?
-Cuatro años.
-¡Cuatro años! ¡My God! Una eternidad. –Acabó su cerveza pero retuvo el vaso. Recordó que en su momento vio la noticia en el televisor sin sonido de un centro comercial, atenazada por una angustia que nadie compartía a su alrededor.
-El quinto año se cumple en tres meses, el 29 de septiembre. Hace dos años le mandaron unas fotos a su madre, pero es imposible saber cuándo se las tomaron. Se le ven canas en la barba y  parece más delgado. Debe estar furioso porque le pusieron una camiseta de Boca Juniors y él siempre detestó a los argentinos –sonrió con tristeza-. Cuando eso se les dio una plata.
-¿Tú?
-No. Un negociador que consiguieron sus padres. Es periodista y profesor universitario. Un experto. Nos trata como si fuéramos retrasados mentales. Punto uno: lo más importante es la paciencia. Punto dos: yo soy el único que habla con la contraparte. Punto tres: todo lo que estoy diciendo se cumple escrupulosamente –Mariana disparaba un dedo tras otro mientras imitaba una voz nasal, desagradable-. No podemos violar los protocolos… Atención, recapitulemos… Siempre lo mismo. Odio sus explicaciones, pero dicen que es el mejor. Los que realmente han manejado todo son sus padres, que tienen el dinero y el poder. Y los contactos- Mariana parpadeó un par de veces y miró a Javier, que concentraba su atención en la pantalla del celular”. [pp. 32-33].

lunes, 28 de mayo de 2018

Secuencias


SECUENCIAS
Poesía reunida (1970-2014)

Pablo Jiménez
Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2018, 523 págs.
Introducción de José Muñoz Millanes

   Nacido en Navalmoral de la Mata en 1943, Pablo Jiménez cursó Humanidades y Filosofía en Plasencia. Su primer libro de poemas, La luz bajo el celemín, apareció en 1978. Le siguieron Cáceres o la piedra y otras soledades (1981), Descripción de un paisaje (premio “Ciudad de Badajoz, 1982), El hombre me concierne (premio “Ciudad de Toledo”, 1985), Destiempos y moradas (premio “Ciudad de Irún, 1986), La voz de la ceniza (2004), Poemas para habitar la noche (2005), Figuraciones (cuadros de una exposición) (premio “Tardor”, 2012), Deducida materia (2013), Círculos (premio “Leonor de Poesía, 2014), Ars amandi (2016) y Quién (accésit del premio “Cáceres Patrimonio de la Humanidad, 2017).
   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica su Poesía reunida al cuidado del profesor de la Universidad de Nueva York Juan Muñoz Millanes (Navalmoral de la Mata, 1951), quien en la Introducción considera: “La poesía de Pablo Jiménez se inspira estrictamente en sentimientos humanos, en pasiones en las que (sin limitaciones de clase o nivel cultural) puede reconocerse cualquier hombre abrumado por la dificultad de vivir. Un repertorio como el que, sellando la comunión del poeta con su vulnerable prójimo, desgrana César Vallejo en “Considerando en frío, imparcialmente”: el embrutecimiento del trabajo, la fragilidad de la salud, el desgaste temporal, la tristeza, la desesperación… Sentimientos y pasiones comunes y de siempre que, al aparecer encarnados en la singularidad de Pablo Jiménez, quedan a salvo del peligro del estereotipo”. [p. 11]. Reproducimos uno de los poemas (de Deducida materia) en el que recuerda a Tántalo para definir la vida como una eterna condena de unos dioses despiadados.

Tántalo/2005

De qué silencio a qué silencio todo
sin motivo ni término camina
desde el albor del tiempo: solo a eso
respóndeme, si puedes; si lo ignoras,
guarda silencio y déjame narciso
en la deriva de mis aguas. Soy
esa frágil patera que zozobra
desde la almendra amarga de mis ojos.
Nadie, fondo ninguno o negra sima
de la mar me reclama mientras crezco
del grito de mi muerte. Si agonizo
del puro afán y persevero y sigo
peso de la palabra pero mudo,
¿qué quijote vendrá de mí a salvarme?
Se habrá secado el mar y  todavía,
hundiéndome y hundiéndome sin causa,
esperaré un final que no me espera.
Consiste mi condena en ser eterno
cada instante a vivir: mira qué ajena
me será la esperanza. ¿Todavía
preguntas por mi nombre?
Sombra, sombra me llamo,
siempre a la luz encadenado
y siempre contrario a la luz.

viernes, 25 de mayo de 2018

Bartolomé Torres Naharro


POESÍA COMPLETA Y TEATRO ESCOGIDO EN OCASIÓN DEL QUINTO CENTENARIO DE LA PROPALLADIA (1517)

Bartolomé Torres Naharro
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Serie Rescate, 2018, 376 págs.
Edición de Julio Vélez Sainz

   Director del Instituto de Teatro de Madrid y profesor titular de la Universidad Complutense, Julio Vélez Sainz es doctor por las universidades de Chicago y Salamanca y, además de su profesión como docente en que ha sido profesor invitado en varias universidades europeas y estadounidenses, es autor de cuatro monografías, seis ediciones críticas, un diccionario sobre distintos aspectos de literatura española y universal y numerosos artículos, capítulos de libros y reseñas.
   Con ocasión del quinto centenario de la publicación de La Propalladia, de Bartolomé Torres Naharro (Torre de Miguel Sesmero, Badajoz, h. 1485), el profesor Vélez Sainz ha preparado una edición de la poesía completa del escritor y de dos de sus obras dramáticas: una comedia de costumbre o “a noticia”, Comedia Tinelaria, y una comedia “a fantasía”, Comedia Himenea. Tras un riguroso estudio preliminar, una bibliografía completa y una relación de estudios sobre su obra poética y dramática, se reproducen anotados los textos líricos y dramáticos del escritor pacense considerado como uno de los precursores del teatro del siglo de oro.
   Reproducimos un fragmento de la Comedia Himenea, deudora en su desarrollo argumental de La Celestina, como confirma en el fragmento que reproducimos el comportamiento de los criados de Himeneo, quien les ha encargado que mientras visita de noche a su amada, guarden la calle (y le guarden las espaldas). Al igual que los criados de Calixto, Sempronio y Pármeno, los de Himeneo no hacen sino planear la fuga si sienten la más ligera amenaza.

BÓREAS
¡Oh, que haga mal viaje
quien en tan fuerte jornada
y en tal congoja me mete!
Pues hombre de mi linaje
nunca supo qué era espada,
ni broquel ni cosalete.
Yo también soy más que loco
por venir en tal lugar,
pues que no quiero matar,
ni que me maten tampoco.

ELISEO
Cuerdo eres;
hagamos lo que quisieres.

BÓREAS
Que no esperemos batalla,
sino que luego nos vamos
por no ser muertos aquí.

ELISEO
Pues, ¿si sale y no nos halla?

BÓREAS
No faltará que digamos
si dejas hablar a mí.

ELISEO
Pues para todo hay remedio
sin porqué no nos andemos;
cuando nada sentiremos
meteremos tierra en medio.

BÓREAS
¡Qué placer!
¿Y quien no puede correr?

ELISEO
¿Cómo no?

BÓREAS
Porque no puedo;
que son las armas pesadas
y dejallas no osaré.
También porque con el miedo
tengo las piernas cortadas,
que moverme no podré.

ELISEO
Pues deja, hermano Boreas,
las armas con que te hallas,
porque quizá por salvallas
perderás cuero y correas,
y verás cuán sin pena correrás.

miércoles, 23 de mayo de 2018

La vida constante



LA VIDA CONSTANTE
(Conversaciones en el tránsito del milenio)

Miguel Ángel Muñoz
Mérida, Editora Regional, Col. Entrevistas, 2018, 220 págs.
Prólogo del autor

   Nacido en Cuernavaca (Morelos, México, 1972), Miguel Ángel Muñoz es poeta, historiador y crítico de arte. Además de dirigir la revista Tinta Seca, ha trabajado, como comisario de exposiciones, con numerosos artistas y publicado numerosos libros de ensayo. Como poeta es autor de los poemarios Gravitaciones (1999), Espacio y luz (2003), Convergencia (2003), Travesías (2004) y Cinco espacios para Rafael Canogar (2005).
   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica en su colección Entrevistas La vida constante (Conversaciones en el tránsito del milenio) que reúne treinta y tres entrevistas, aparecidas en su mayor parte en periódicos y revistas mexicanas, que ha agrupado en tres bloques: “Aproximaciones. El lenguaje a través de los narradores” (el apartado más numeroso: Juan Goytisolo, Álvaro Pombo, Ana María Matute, Javier Marías…), “Argumentos. La revisión del pasado reciente” (historiadores como Hugh Thomas, Raymond Carr, Miguel Artola, Juan Vernet…) y “Al pie de la obra. Los instantes de la poesía” (Francisco Brines, Pablo García Baena, José Hierro, José Ángel Valente y Ángel González). Sobre la naturaleza de la entrevista, el autor considera en el prólogo: “Las conversaciones tienen algo de casual. Sintetizan una azorada coincidencia de factores perceptivos que van más allá de la inescrutable voluntad erudita. Cada entrevista nueva es algo así como un canto rodado, una pequeña piedra en el aire que el creador lanza con fuerza en ese mar que es el tiempo. En ocasiones deja un sonido; en otras, se pierde en la transparencia del viento. Alguien convertirá en historia de los signos ese sonido apenas oído” [p. 14].
   Reproducimos un fragmento de una entrevista del primer bloque hecha a Rafael Sánchez Ferlosio (La Jornada Semanal, 702, México, 17 de agosto de 2008).

¿Y el ensayo es el género por excelencia para expresar su pensamiento?

   Sí. Mis últimos trabajos son libros de ensayos o, mejor dicho, son diversos textos publicados en periódicos que luego se vuelven libro. Te podría decir que primero incurrí en la prosa y finalmente, tras muchos años de gramática, encontré la lengua y sus problemas de estructura. Estos son quizá, junto con las guerras estúpidas que hemos tenido los temas que más me preocupan y me ocupan en mi trabajo diario. Por otra parte, creo que a los hombres les gusta la guerra, siempre les ha gustado. Hay que ver esas imágenes de los ataques de Israel a Damasco, donde los sirios disponían de cohetes tierra-aire buscadores, y que por añadidura dejaban trazada en el aire la estela de su recorrido. ¿La gente se refugió? No. Niños y jóvenes subían a las azoteas y veían cómo el cohete sirio destruía el misil israelí; toda Siria era júbilo y alegría. Entonces concluyes que la guerra le gusta a la gente, aunque sea en su territorio. Nuestra civilización sigue teniendo por centro la guerra, el poder y la victoria”. [pp. 27-28].

domingo, 20 de mayo de 2018

Necrosfera



NECROSFERA

César Martín Ortiz
Tenerife, Baile del Sol, 2018, 410 págs.

   Nacido en Salamanca pero radicado en Jaraíz de la Vera, César Martín Ortiz (Salamanca, 1958 – Jaraíz de la Vera, 2010) ha publicado hasta la fecha dos poemarios: Dedicatoria o despedida (Soria, 1989) y Toques de tránsito (La Coruña, 1995), a los que siguieron dos compilaciones de relatos, Un poco de orden (Premio de cuentos "Ciudad de Coria", Cáceres, I.C. "El Brocense", 1997) y Nuestro pequeño mundo (Mérida, Editora Regional, 2000). En 2004 apareció en un pequeño volumen, Reformas (Paso de Contarlo) (Plasencia, Alcancía, 2004), al tiempo que sus relatos se incorporaron a antologías del género como Ficciones. La narración corta en Extremadura (Mérida, Editora Regional, 2001), Relatos al atardecer (Mérida, Consejería de Turismo de la Junta de Extremadura, 2001), Gaveta de gavetas (Mérida, Editora Regional, 2006) y 5 lugares 5 relatos (Mérida, Consejería de Cultura, 2009). En 2015, la editorial tinerfeña Baile del sol apareció, finalmente, una antología póstuma de sus relatos bajo el título Cien centavos, al cuidado de José María Cumbreño.
   Ahora, la misma editorial publica Necrosfera, una extensa novela de estructura muy libre resuelta en doce bloques narrativos en apariencia autónomos (más un epílogo, un apéndice y una anotación final del códice español), que van engarzándose en la lectura de modo progresivo por la reaparición del protagonista de un bloque anterior, por episodios comunes o por la aparición de los mismos personajes en distintas épocas. Sobre el modelo narrativo de la literatura de anticipación científica, el escritor construye una trama inquietante que arranca con el turno rutinario del Vigilante de la Estación que acude a supervisar las consolas de  un edificio extraño cuya función desconoce. Con una sorda trepidación de mecanismos que de repente cobran vida, la Estación activa una noche un grupo de misiles que dirige hacia un objeto desconocido que ha irrumpido en el horizonte sin que nadie sepa a ciencia cierta qué sucede. Y es que nos encontramos en mundo postapocalíptico en que los hombres han olvidado el funcionamiento de las escasas estructuras supervivientes de la catástrofe. A este mismo entorno pertenecen las tribus que abandonan a los ancianos cuando por razones climáticas tienen que cambiar de emplazamiento, el niño que descubre en el barranco de los fusilados una nave que ha sido abatida por un misil (disparado desde la Estación), las tribus que asesinan a los mutantes, los perros asilvestrados en busca de presas, esqueletos de ciudades, ríos contaminados…
   Unidos por un personaje común, el Segundo Piloto, un joven hindú abducido cuando cumplió veintidós años, “coexisten”, según iremos descubriendo, dos universos, la Tierra, habitada por unos seres humanos que han regresado a los estadios más primitivos de la evolución (nomadismo, canibalismo, explicaciones míticas de la realidad…) y Madre, en donde residen Personas y Escientes que han conseguido un fase sólida de equilibrio evolutivo: abducen a seres humanos que creen merecedores de una vida más plena, ensayan con otros sometiéndolos a una bifurcación de sus destinos, trasvasan el cerebro de los ancianos sabios a un clon, una Persona o a un ser de otro planeta…
   Escrita con una prosa precisa tanto en la descripción de un mundo ajeno a la realidad y, por tanto, imaginario, como en la visión de un planeta que los hombres, empeñados en una deriva ciega y suicida, han asolado, la novela, como es frecuente en el género de ciencia ficción, explota el contraste entre un futuro fabulado y un presente asediado por graves amenazas. Pondremos solo un ejemplo: en Madre, una vez alcanzado un alto nivel de progreso, se han detenidos los cambios, de modo que los ancianos son considerados los especímenes más bellos (por más sabios) y su mente, como hemos dicho, es salvaguardada.  Por el contrario, en la Tierra el progreso acabó convertido en una serie tan vertiginosa e interminable de cambios constantes que los ancianos eran despreciados ya que su experiencia remitía a un mundo extinto.
   Pero las observaciones sagaces son constantes. Un personaje construye unas gafas de descanso, las que permiten ver los años de la juventud. El resultado fue que unos sintieron el orgullo de quien se ha sobrepuesto a una etapa desdichada, a otros los condenó a la nostalgia, a otros al suicidio, otros, en fin, permanecieron impasibles (los “que pasan por la vida como una alegre musiquilla trivial que a nadie exalta ni molesta”).
   Reproducimos un fragmento que describe un paisaje terrestre tras la catástrofe.

  “Por fin he hallado un ciudad humana, pero se trata de una ciudad muerta. He bajado a un valle que en tiempos debió de ser un lugar inmejorable para vivir, pero está completamente contaminado. No he hallado el menor atisbo de vida animal ni vegetal, solo ruinas arquitectónicas y una naturaleza también arruinada. Hay gigantescas estructuras metálicas que se mantienen en pie, a lo largo de kilómetros cuadrados, a las orillas de un río podrido. Hay zonas residenciales reducidas a escombros y miles de vehículos terrestres convertidos en chatarra. Hay esqueletos de animales y de hombres, y algunos de estos últimos están desarticulados, lo que me hace pensar en el canibalismo. No he hallado ninguna bicicleta ni esqueletos de animales de tiro o de silla, como caballos o dromedarios. O bien no existieron o bien los pocos privilegiados  que contaban con uno de estos animales o con un vehículo de tracción humana fueron los únicos que lograron escapar del infierno.” [p. 96].

miércoles, 16 de mayo de 2018

Fórmulas de uma luz inexplicável


FÓRMULAS DE UMA LUZ INEXPLICÁVEL 

Nuno Júdice
Lisboa, Publicaçoes Dom Quixote, 2014 [3ª ed] 107 págs.

   Nuno Júdice (Mexilhoera Grande, El Algarbe, Portugal, 1949) es licenciado en Filología Románica, doctor por la Universidad Nueva de Lisboa y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Lisboa y agregado cultural de la embajada portuguesa en Francia. Como escritor, además de numerosos estudios filológicos, ha cultivado el teatro, la novela y la poesía. En este último campo se dio a conocer en 1972 con su primer libro, Noção do poema, al que siguieron, entre otros, O Mecanismo Romântico da Fragmentação (1975), Nos Braços da Exigua Luz (1976), A Partilha dos Mitos (1982), Lira de Líquen (1986), A Condescendência do Ser (1988), Enumeração de sombras (1989) y Obra Poética, 1972-1985 (1991). Entre los numerosos reconocimientos recibidos por su obra (Premio Pablo Neruda, Pen Club, Associação portuguesa de escritores, Fernando Namora…) destaca el premio Reina Sofía de poesía iberoamericana de 2013 por Navegação de acaso.
   En mayo de 2012 la editorial lisboeta Dom Quixote publicó Fórmulas de uma luz inexplicável, libro del que reproducimos uno de los poemas y su traducción al español (que, espero, no lo eche a perder en demasía).

NOITE CAMPESTRE

Já não era o tempo dos centauros, dos minotauros,
das raparigas presas no labirinto, e dos adolescentes
que as espreitavam. À noite, sabia-se, o campo era o
quarto; e debaixo das figueiras, afastando os ramos
mais baixos, os corpos deitavam-se e recibiam o leite
branco dos figos verdes, o leite pegajoso que talvez
queimase as maos, mas que a boca procurava
com a sede que a noite provocava. Também
o teu corpo me fugia por entre os dedos, como
esses figos que caíam de maduros, e ficavam
esmagados quando nos deitávamos: uma cama
de figos, segredavas, e tinhas bebido demasiasa
aguardente para a tua idade, mas não era demasiada
a dureza dos teus seios, nem os cabelos
soltos que os tapavam. E os centauros, os mino-
tauros, os sátiros e os outros, deitavam-se
ao longo da estrada, à espera que saísses debaixo
da figueira, com o leite branco dos figos a escorrer-te
pela pele, e os labios húmidos de aguardente,
num bafo de fogo, a pedir que não te olhassem,
enquanto te vestias, e o vestido te deixava
mais nua ainda, sob o verde das figueiras.


   “No era ya el tiempo de los centauros, de los minotauros, / de las muchachas presas en el laberinto, y de los adolescentes / que las espiaban. A la noche, era sabido, el campo era / el dormitorio; y debajo de las higueras, apartando las ramas / más bajas, los cuerpos se tendían y recibían la leche / blanca de los higos verdes, la leche pegajosa que tal vez / quemaba las manos, pero que la boca buscaba / con la sed que originaba la noche. También / tu cuerpo huía entre mis dedos, como / esos higos que caían de tan maduros, y quedaban / aplastados cuando nos echábamos: una cama / de higos, susurrabas, y habías bebido demasiado / aguardiente para tu edad, pero no era demasiada / la dureza de tus senos, ni los cabellos / sueltos que los cubrían. Y los centauros, los mino- / tauros, los sátiros y los demás, se tendían / a lo largo del camino, a la espera de que salieses debajo / de la higuera, con la leche blanca de los higos derramándose / por tu piel, y los labios húmedos de aguardiente, / en un aliento de fuego, para pedirles que no te mirasen / mientras te vestías, y el vestido te dejaba / más desnuda aún, bajo el verde de las higueras”.

sábado, 12 de mayo de 2018

¿Qué fue de los cantautores?


¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES?
MEMORIAS EN VERSO

Luis Pastor
Madrid, Nordicalibros, 2017, 139 págs.
Presentación de Alfonso Ungría
Nota final de Luis Felipe Comendador
  
   Nacido en Berzocana (Cáceres) en 1952, Luis Pastor es un compositor, músico y poeta que empezó a grabar discos en 1972, encuadrándose en una generación de cantautores que militaron resueltamente en un antifranquismo de extraordinaria acogida entre los jóvenes. Además de veinte álbumes en que publica canciones propias y música a autores como Miguel Hernández, Octavio Paz, Jesús López Pacheco, León Felipe o Mario Benedetti (Fidelidad, Vallecas, Aguas de abril, Diario de a bordo, Por el mar de mi mano, Pásalo…) es autor de dos discos-libros con poemas musicados de José Saramago, En esta esquina del tiempo (2006) y A viagem do elefante (2015). En 2016 la editorial madrileña Bartleby publica su primer libro íntegro de poemas, De un tiempo de cerezas con prólogo de José Manuel Díez.
   Ahora, la editorial Nordicalibros publica ¿Qué fue de los cantautores? subitulado “Memorias en verso”, porque, en efecto, ante unas memorias de una trayectoria vital nos encontramos, desde la niñez en Berzocana, la emigración al extrarradio de la gran ciudad, los trabajos de subsistencia, el compromiso y la solidaridad con los olvidados por el sistema, las primeras actuaciones, la persecución policial y, en fin, la militancia antifranquista. Reproducimos un fragmento en que el cantante recuerda el marcado contraste existente por esos años entre Madrid y Barcelona.

“En Madrid no nos grababan.
Me fui para Barcelona
y canté en Santa Coloma,
en una parroquia obrera
que estaba hasta la bandera
de emigrantes de la zona.

Me encontré con un paisaje
tan parecido a mi barrio,
ciudades del extrarradio
nacidas de la pobreza,
luchando con la certeza
de que saldríamos del barro.

Allí me dieron cobijo
después de varias semanas,
habitación y una cama
que gustosos me cedieron
sindicalistas obreros
sin pedir a cambio nada.

 Barcelona en esos tiempos
era la Meca de España.
Barcelona era la caña
y Madrid una provincia
menos libre, menos limpia,
más cateta y más huraña.

Vivía en el Barrio Chino,
a dos pasos de Las Ramblas.
Echaba las noches largas
guitarreando en el puerto,
nadando en río revuelo
de culturas y de razas.

Qué contraste de ciudades,
qué diferentes colores,
los hippies vestían flores,
y las suecas paseaban
la ligereza y la fama
de sus livianos amores.

Y también los marineros
venidos de todas partes
daban pinceladas de arte
y un aire cosmopolita
que la hacían más bonita,
mucho más interesante.

El cinturón industrial
era un foco de revueltas,
sindicatos a la gresca
exigiendo libertad,
en contra, la patronal,
la represión por respuesta.

“Al vent” cantaba Raimon.
Mi voz a los cuatro vientos
pregonaba mi contento.
Parecía que esta vez
sí podía suceder
que llegara mi momento”.