jueves, 6 de junio de 2013

Cristalizaciones


CRISTALIZACIONES

Basilio Sánchez
Madrid, Hiperión, 2013, 99 págs.
XX premio de poesía Ciudad de Córdoba “Ricardo Molina”

   Nacido en Cáceres en 1958, Basilio Sánchez se dio a conocer con el libro A este lado del alba (accésit del premio Adonais de 1983), al que siguieron otros seis poemarios (y otros galardones: el “Jaime Gil de Biedma” de 1995 y 2003, el Unicaja, el Internacional Tiflos, el Extremadura la creación…) publicados por editoriales como Pre-Textos, Calambur o Visor. En 2020 apareció Los bosques de la mirada. Poesía reunida (1984-2009) en la editorial Calambur. Ahora ve la luz, su último poemario, Cristalizaciones, que ha conseguido el XX premio “Ricardo Molina” otorgado por un jurado  presidido por Pablo García Baena (un galardón, por cierto, que poseen otros tres poetas extremeños: Álvaro Valverde, Isla Correyero y Ada Salas).
   Cristalizaciones es el título del libro y la metáfora con que identifica sus poemas, un término que asociamos con la lentitud de un proceso de sedimentación, pero que también admite, de modo literal, la tercera acepción que de la palabra consigna el DRAE (dar forma precisa y clara, perdiendo así su indeterminación, a ideas, sentimiento y deseos). Nos encontramos, como en libros anteriores, ante una poesía meditativa, de tono melancólico, que aborda temas universales (la naturaleza y el hombre, la casa, el tiempo y el destino, la propia poesía…), ensimismada pero no insolidaria, consciente de la fragilidad ajena tanto como de la propia. Reproducimos un poema del tercer bloque (“El carbón encendido”)


FRACTURAS

Donde se desmoronan las ciudades,
junto a los sumideros,
los muchachos se entretienen jugando
con las llantas metálicas
que afloran en el agua como los promontorios
de un mar sin pretensiones.

En las salas comunitarias de los asilos,
las vísperas de fiesta los ancianos
siguen con movimientos de cabeza
el ritmo de la música
con la que se acostumbran a la muerte.

Acechante, sentado ante mí mismo
como un gato silvestre ante la puerta
cerrada de una casa,
en el jardín tranquilo que rodea al hospital
nadie me reconoce
mezclado con los locos.

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