lunes, 2 de marzo de 2015

Amor o lo que sea


   Tras su intervención ante los alumnos de bachiller, Laura Freixas (que, como los dioses paganos, tiene dos árboles simbólicos, el laurel y el fresno) tuvo la deferencia de regalarme un ejemplar de Amor o lo que sea (Barcelona, Destino, 2005), una novela singular que alterna pasajes narrativos y ensayísticos, marcados respectivamente por las emociones convulsas y por la lucidez lectora. En la dedicatoria afirma que encontraré en ella “como en el diario [Una vida subterránea, Madrid, Errata Naturae, 2013] la cara oculta del brillo literario”. Y en efecto, la trama arranca con el tránsito de la vida universitaria, fácil y quimérica, al mundo real, lo que le permitirá conocer de primera mano todas las artimañas del mundo editorial y las añagazas sobre las que se levantan ciertos triunfos literarios, mientras vive una pasión tan turbadora como destructiva (pero también aleccionadora). Reproducimos un pasaje que presenta a la protagonista absorta ante una encrucijada de posibilidades desconocidas.  


   “Había llegado el otoño. Los días se hacían frescos, meditativos, de sombras afiladas. Era un tiempo como para comprarse un vestido de angora, ir al cine, ponerse botas altas, pasear por las plazas de Gracia, recónditas y desproporcionadas como plazuelas toscanas, para tomar té mientras afuera llueve… Pequeños placeres, modestos y accesorios; placeres para antes, mientras llega el futuro –un relámpago, un terremoto, una revelación: ¿no era eso el futuro?-, o para después, placeres de jubilado, de cuando ya pasó todo. Pero ahora no era antes ni después, ahora era ahora, era el por fin, era el momento… ¿de qué? Lo que fuera no llegaba.” [p. 13]

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