CUADERNOS DEL PAÍS EN CALMA
Fulgen Valares
Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2025, Col. Vincapervinca, 161 págs.
Fulgen
Valares, fallecido prematuramente en 2018, nació en San Sebastián, creció en Miajadas y desarrolló en Extremadura
su actividad profesional, vinculada al teatro y la literatura. Fue escritor,
actor, director y profesor de teatro, viviéndolo siempre como una herramienta
de crecimiento cultural y personal. Publicó sobre todo textos dramáticos como,
entre otros, Cartas para Extremadura, Santo silencio profeso o
los premiados La reina vaca (Mejor texto teatral Festival Cumbre de las
Américas, Mar del Plata, 2006), Las meninas duermen en la rúa, montaje
de Ábrego, finalista de los Premios Max de Teatro 2008, Veinte millones de
dólares (III Premio de Textos Teatrales de Autor Extremeño Fatex 2011,
Cemart 2012), o Comediantes, nominada a mejor autor Premios Escenamateur
de las Artes Escénicas 2013. Sin embargo, su primer texto publicado, El
único amor de Teresa Cornejo (Premio de Narrativa Joven "Ciudad de
Monzón", 1999), es una novela. Después vinieron los cuentos, como Trece,
con ilustraciones de Susana Llanos, (Primer Premio de Cuentos Ilustrados de la
Diputación de Badajoz, 2005) y otras novelas como La Mancha de la Mora
(Primer Premio de Novela Carolina Coronado 2006), o La hora de los despojos.
Y a la narrativa dedicó sus últimos textos, La noción del cero (Premio
XXI Certamen de relatos cortos Rafael González Castell) y Cuadernos del país
en calma, que ahora ve la luz.
Ambientada la trama narrativa en un pasado reciente (hay un par de referencias temporales: gobierno de Obama, mundial de Sudáfrica) y en un más vago entorno geográfico, Archipiélago, se alude en su arranque a una pasada monarquía tiránica, seguida de una Revolución y una saga de Libertadores que han condenado a esta malhadada tierra (que por algunos rasgos recuerda la historia de Cuba, también un archipiélago) a la regresión, al abandono, a la pérdida de la idea de futuro y a un mero vivir vegetativo. Aislada del continente, sin apenas comunicación entre las islas, sin electricidad, el joven Libertador (hijo, nieto y biznieto de Libertadores) se propondrá una recuperación de la entidad nacional comenzando por la lengua (de ahí que contrate a un grupo de filólogos para recuperar el léxico y la gramática de antaño). Reproducimos un fragmento que describe un rincón de este singular territorio.
“-Si
sigue usted mi dedo, verá que, abajo, el valle se hace plano y extenso. Allí es
gloria el ir a cazar a la codorniz. Se da mucho el trigo. Me dijo mi padre que
ni la codorniz ni el trigo son naturales de esta tierra, que alguien los trajo,
pero le aseguro a usted que no podría contar las espigas ni podría dar caza a
tanto pájaro. y es gloria porque la codorniz se come, y el trigo, tostado y
mezclado con miel de abeja, es un manjar... Luego ve usted, al final, taponando
el valle, como una maraña de árboles caídos. Eso fue cuando la riada. Llovió en
dos días lo que no había llovido en todo el invierno. El agua y el lodo se
llevaron todo por delante. No solo en el monte. Aquí, en el pueblo, se cayeron
muchas casas. Y no pudimos enterrar a más de un vecino porque jamás pudimos
encontrar sus cuerpos. Fue una desgracia. Para entonces mis hijos llevaban cosa
de cinco años muertos. Y hace diez que murieron.
-¿Y no
tiene miedo de lluvia que vuelva a caer otra vez la como cayó entonces? Preguntó
el Libertador. El alcalde meditó mucho la respuesta.
-Aquello
sucedió hace cinco años. ¿Qué miedo dura cinco años, señor?” [p. 50].
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