sábado, 6 de febrero de 2016

Presentación de La sentencia





  El pasado viernes presentamos el último poemario, por desgracia póstumo, de Santiago Castelo en la Casa de Cultura de Don Benito, al que asistieron, además de numeroso público, el alcalde de la ciudad y la Concejal de Cultura. Patrocinado por la Concejalía de Cultura y organizado por buenos amigos de Castelo como Juan Ricardo Montaña (editor de un precioso volumen de homenaje al poeta –Aire por aire- del que dimos cuentas aquí mismo hace unos días), Antonio Reseco (que moderó el acto) Manuel Núñez o Carlos García Mera (que habló del poeta y de su último libro). Las fotografías son de Teresa Guzmán Carmona. 
   En dos ocasiones, Juan Ricardo Montaña recitó poemas del libro. Aunque la última composición es “La otra orilla”, decidió cerrar la recitación con otro texto estremecedor reproducido en la contraportada del volumen. Es este.

PROFECÍA

Viviré en los encinares
cuando sólo sea memoria,
cuando me borre la historia
y mis versos sean cantares…
Por encinas y olivares
irá vagando mi alma
y al atardecer en calma
de la clara primavera
oiréis mi nombre en la era
y en el rumor de la palma.

domingo, 31 de enero de 2016

Presentación de La sentencia

CASA DE CULTURA
DON BENITO

Presentación del poemario póstumo de
Santiago Castelo
La sentencia
XXV Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma


Intervienen:

Carlos García Mera
Juan Ricardo Montaña García
Antonio Reseco González
Manuel Simón Viola

Viernes, 5 de febrero, 20,30 de la tarde

lunes, 25 de enero de 2016

Manuel Vilas en Don Benito


   El pasado viernes, Manuel Vilas (Barbastro, 1962) visitó el aula Guadiana de Don Benito para hablar de su obra poética (el cuadernillo entregado a los alumnos, elaborado por el propio autor, contenía textos de varios poemarios suyos) a alumnos de bachiller de tres centros de la zona: el IESCuatro Caminos, el IES Donoso Cortés y el Colegio Claret. A la lectura siguió un coloquio en que el escritor contestó a numerosas preguntas de los chicos (¿cuándo se sintió por primera vez un escritor profesional?, ¿por qué aparecen tantos coches en sus poemas?, ¿cuál de los géneros que cultiva prefiere?...). Por la noche, Manuel Vilas tuvo un encuentro en la Casa de Cultura de Don Benito, de distinto enfoque y tono, abierto al público en general. La fotografía del acto es de Antonio María Flórez.

jueves, 21 de enero de 2016

Felipe VI y Leonor II. Le ley necesaria


La sentencia


LA SENTENCIA

Santiago Castelo
Madrid, Visor, 2015, 72 págs.
XXV Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma

   Juan Ricardo Montaña, uno de los mejores amigos de José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, 1948-Madrid, 2015), me hizo llegar hace unos días una ejemplar de La sentencia, último libro de versos escrito por el poeta pacense, un diario estremecedor de la enfermedad que acabaría con su vida en una clínica madrileña (la misma en que moriría su madre como recuerda en uno de los poemas), desde el momento en que recibe la noticia de su enfermedad (con la “sentencia” que da título a la primera composición y a todo el libro). Los poemas (con una notable variedad métrica característica de todos sus poemarios: verso libre, romancillos, décimas, sonetos…) siguen el curso de la enfermedad, recogen mejoras ilusorias y recaídas, regresan a los destellos luminosos del recuerdo o se entregan a la confianza de una religiosidad serena. Reproducimos uno de estos poemas compuesto desde la perspectiva de quien se sabe ya en la “otra orilla” (título de la última composición del libro).

PROFECÍA

Viviré en los encinares
cuando sólo sea memoria,
cuando me borre la historia
y mis versos sean cantares…
Por encinas y olivares
irá vagando mi alma
y al atardecer en calma
de la clara primavera
oiréis mi nombre en la era
y en el rumor de la palma.

martes, 19 de enero de 2016

Manuel Vilas en el Aula Guadiana


AULA GUADIANA

LECTURA DE MANUEL VILAS

CASA DE CULTURA DE DON BENITO

Viernes, 22, 8,30 de la tarde

   Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es poeta y narrador. Entre sus libros de poesía destacan El cielo (2000), Resurrección (XV Premio Jaime Gil de Biedma; 2005), Calor (VI Premio Fray Luis de León; 2008), Gran Vilas (XXXIII Premio Ciudad de Melilla; 2012) y El hundimiento (XVII Premio de Poesía Generación del 27; 2015). Es autor de las novelas Magia (2004), España (2009), que fue elegida por la revista Quimera como una de las diez novelas más importantes en español de la primera década del siglo XXI, Aire nuestro (2009), que obtuvo el Premio de la Librería Cálamo, Los inmortales (2012), El luminoso regalo (2013) y Setecientos millones de rinocerontes (2015). Es autor, asimismo, de un libro de relatos, Zeta (2002, reeditado en 2014), de un diario ficticio, Dos años felices (1996) y de los ensayos La vida sin destino (1994), La región intermedia (1999) y MV Reloaded (2011). Además, ha recopilado sus estados de Facebook en el libro Listen to me (2013). En marzo de 2015 ganó el X Premio Llanes de Viajes. Su obra figura en las principales antologías tanto de poesía como de narrativa. Escribe habitualmente en el Heraldo de Aragón, en ABC Cultural y El Mundo.

viernes, 8 de enero de 2016

Aire por aire


AIRE POR AIRE
A Santiago Castelo

Juan Ricardo Montaña (Ed.)
Don Benito, Vberitas, 2015, 69 págs.

   Entre los numerosos y merecidos homenajes que vienen dedicándose a la memoria de José Miguel Santiago Castelo es preciso mencionar el del colectivo dombenitense Vberitas, coordinado por Juan Ricardo Montaña, que ha reunido en un volumen textos de numerosos amigos del poeta (precisamente, la amistad es uno de los temas recurrentes en la trayectoria de Castelo, desde Tierra en la carne hasta La sentencia, su último libros de poemas). En él han colaborado José Luis Bernal Salgado, Pureza Canelo, Manuel Cerrato Quintero, Carmen Fernández-Daza Álvarez, Jesús Mª García Calderón, Carlos García Mera, Teresa Guzmán Carmona, Luis Ledo, Jesús Lillo Criado, Marisa de Llanos Pérez, Carlos Medrano, Pilar Molinos, Juan Ricardo Montaña García, Manuel Núñez García, Antonio Reseco Álvarez, Basilio Sánchez, Álvaro Valverde y José Antonio Zambrano. Reproducimos el texto con que se cierra el volumen (un libro realizado con el esmero y la pulcritud con que Juan Ricardo elabora todos su proyectos), una evocación del poeta situada en el cementerio de Granja de Torrehermosa, donde el poeta se sabía dueño de “un huerto / sembrado de cruces / y un ciprés de sombra / y melancolía…”

VUELTA CASA

Una luz rabiosa hiere la cal del camposanto entre plantas soñolientas. Hace calor. En el recinto reina una paz infinita y hay un alegre trinar de colorines. De vez en cuando se hace el silencio. En el cielo limpio y azul de Extremadura, otros azules del Caribe y del mediterráneo han venido a este concierto de alas multicolores. No es un cementerio triste, sino solemne. Todos están, de nuevo en la casa, esperando a que llegaras para cerrar la puerta. Yo descanso mi pena sobre la baranda, infinita como tu grandeza. Tengo detrás tu cuerpo, la cal, el trino y los cipreses. Delante el pueblo. Entre mi pena y la torre hay un mar de espigas doradas que demoraron la siega para esperarte. Tú lo dijiste, ¿recuerdas?: “vendré por las amapolas, por el trigo, cada tarde…”. Sobre sus ramas, las encinas centenarias lloran atardeceres púrpuras.

En el malecón de La Habana, un danzón de espuma y sal.

Este mayo se nos va en un domingo de primavera herida, ya para siempre. Descansa en paz, mi querido amigo.

En Granja de Torrehermosa, a 31 de mayo de 2005
Juan Ricardo Montaña García

jueves, 17 de diciembre de 2015

la luna de Mérida


la luna de Mérida
luna de poniente
Ana Crespo Villarreal [Dir]
Mérida, nº 24, noviembre de 2015, 139 págs.
Liminar de Enrique García Fuentes

   Acaba de ver la luz la última entrega de la luna de Mérida, un número monográfico dedicado a antologar la colección de poesía que sus directores, Marino González Montero y Elías Moro Cuéllar, llamaron “luna de poniente”: veintisiete volúmenes primorosamente editados aparecidos de dos en dos (“acolleraos”, decía con su peculiar sentido del humor Santiago Castelo) en la editorial emeritense de la luna libros. Sin la pretensión de establecer un canon poético regional, lo cierto es que nos encontramos ante el más atractivo y cuidado proyecto de una editorial privada, que Enrique García Fuentes describe de este modo: “Han sido cuatro cinco años de esfuerzo que han cuajado en una de las colecciones que con mejor gusto […] han salido a la luz en el ámbito de nuestras letras, y no me reduzco solo al contorno de nuestra región. Desde el año 2012 hasta este 2015 que se nos va escapando, con una periodicidad ilusionante y mantenida a rajatabla, dos nuevos números iban llegando para alegría de los que, desde el primer momento creímos en las posibilidades del proyecto” [p. 9]
   Estos son sus colaboradores (de cada uno de ellos se incluyen tres poemas en la revista): Jesús García Calderón, José A. Ramírez Lozano, Antonio Gómez, Antonio María Flórez, Antonio Reseco, Daniel Casado, Antonio Sáez Delgado, Mario Lourtau, Álvaro Valverde, Álex Chico, José A. Zambrano, Santiago Castelo, José María Cumbreño, Carmen Hdez. Zurbano, Teresa Guzmán, Emilia Oliva, Luis María Marina, Javier Pérez Walias, Pablo Guerrero, Efi Cubero, Juan ramón Santos, David E. Rodríguez, Fernando de las Heras, Francisco Fuentes, Juan A. Bermúdez, José Luis Bernal Salgado y Elías Moro. Dedican los directores de la colección este número veinticuatro a la memoria de Santiago Castelo “por su implicación en este proyecto desde el primer día y por su aliento infatigable”. Lo mismo quiero hacer en esta breve nota al reproducir uno de los poemas incluidos.

VERSOS SUELTOS

De este derrumbamiento,
de esta luz sin contorno,
de este fuego sin lumbre
no sé cómo saldremos…
Como el sol de la tarde
que no quiere extinguirse
y desgrana sus rayos
con tristeza infinita,
así el corazón sabe
que no desea apagarse
y le pide a la noche
un poco más de tiempo…
Aunque sean unas horas
o unos breves minutos.
Lo justo para que hallemos
entre nuestros papeles
aquellos versos sueltos
que nos salven la vida.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Praga, 1942


PRAGA, 1942
LA VERDADERA HISTORIA

Florentino García Martín
Sevilla, Ediciones Ende, 2015, 398 págs.

   Nacido en Aldeanueva del Camino en 1952, Florentino García Martín reside en Asturias en donde cursó estudios de Magisterio y se  licenció en Psicología. Praga 1942, la verdadera historia, su primera novela,  se centra en la elucidación de las circunstancias reales de un hecho histórico: un año después de ser nombrado por Hitler Reichsprotector de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, uno de los criminales mazis más sanguinarios, sufre un atentado preparado por Josef Gabcik y Jan Kubis, dos paracaidistas enviados por el gobierno checo en el exilio, que volafon al Protectorado en un avión suministrado por el Ejecutivo británico de Operaciones Especiales. El 27 de mayo de 1942, los dos patriotas checos atacaron al jercarca nazi cuando se desplazaba por el barrio de Liben de Praga a bordo de un mercedes descapotable sin blindaje. Todo estuvo a punto de salir mal.

   “Desde su posición, el teniente Opalka tendría una visión privilegiada de toda la escena. Podría ver los reflejos del espejo de Valcik, a Kubis c on las bombas ocultas en su cartera de cuero en la parte inferior de la curva, junto a las bicicletas, Gabcik en la parada del tranvía a la espera de la señal para plantarse frente al mercedes y vaciar su cargador. La llegada del coche, Gabcik encarando el arma, no se escuchan disparos, solo el potente rugido del motor y el chirrido de las ruedas sobre los adoquines. El osado paracaidista no ha sido atropellado por  poco, recoge la metralleta y echa a correr hacia donde Kubis le espera. Desaparecen a toda velocidad, cuesta abajo. No han pasado más de dos minutos”.

   Delatados a la Gestapo, los dos combatientes, refugiados en la cripta de una iglesia de Praga, optaron por suicidarse antes de ser capturados. Ahora bien, vista la despiadada represión contra la población civil que siguió al atentado, ¿fue una decisión responsable del gobierno en el exilio? ¿No hubo nadie que previera sus consecuencias?  ¿O sí  lo hubo y esto condicionó el desarrollo de los hechos? Un joven praguense nos relatará los pormenores de una investigación (la “verdadera historia”) que comprometerá su vida y su futuro.

martes, 1 de diciembre de 2015

Línea roja


LÍNEA ROJA
José Luis García Martín
Gijón, Impronta, 2013, 254 págs.

   José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950) es autor de una extensa y variada obra literaria recogida en cerca de un centenar de libros (poesía, diarios, relatos, traducciones, teatro, ensayo, escritos viajeros, conversaciones y lecturas, antologías, ediciones críticas). Como diarista, García Martín ha publicado las siguientes entregas: Días de 1989 (1989), Colección de días (1993), Dicho y hecho (1995), Todo al día (1997), Mentiras verdaderas (1999), Fuego amigo (2000), Dominio público (2003), Leña al fuego (2004), A decir verdad (2006), La vida misma (2007), Hotel Universo (2009), Para entregar en mano (2011), Línea roja (2013) y Nadie lo diría (2015). Recientemente, el escritor tuvo la amabilidad de enviarme un ejemplar de Línea roja (Impronta), diario que recoge entradas de 2009 y 2010 y que, por su contenido, se halla emparentado con el resto de los títulos. Todos similares pero todos distintos, los diarios trazan el perfil de una personalidad alerta ante la belleza del paisaje urbano (en esta entrega merodea por Avilés, Coimbra, Figueira da Foz, Nápoles, Génova, Nueva York, Mondoñedo…) y ante las más diversas manifestaciones literarias (con la excepción de la novela), además de reflejar una “rutina” complacida: clases, cafés, tertulias, jurados, premios, congresos, fundaciones… En uno de estos encuentros propios de la vida literaria, tan tediosos con frecuencia, el diarista recoge, junto a agudas observaciones, el repentino brotar de una emoción auténtica.

Martes, 27 de abril
UN PUÑADO DE CENIZA

Con algo de retraso se celebra el día del libro en la Facultad. Me alegra escuchar la gracia disparatada de Ana Rossetti, que me devuelve a los años ochenta. El contrapunto de seriedad lo ponen los jóvenes poetas que leen después. Rodrigo Olay –veinte años- tiene ya empaque catedrático. “La primera obligación del poeta –afirma- es conocer su oficio”. Y la segunda –pienso yo-, olvidarlo. Lee a continuación dos sonetos, uno de Luis Antonio de Villena, y otro suyo, y no hay duda sobre quien conoce mejor su oficio. Pero a mí me conmueve especialmente la intervención de Carlos Iglesias. Lee primero un poema de Joan Margarit y luego, muy despacio, haciendo pausa tras cada palabra, otro suyo, una escueta despedida filial: “Retuve, / tus cenizas, / en un puño, / como un niño / que quisiera / una vez más / aferrar / la mano / de su padre”.
   En el silencio que siguió me vinieron a la cabeza los versos de José Hierro. “No he dicho a nadie / que estuve a punto de llorar” [pp. 196-197]