lunes, 16 de junio de 2025

Eugenio Fuentes sobre Correspondencias

   El pasado domingo, 15 de junio, Eugenio Fuentes publicó en el diario Hoy ("Tribuna extremeña") una reseña sobre Correspondencias, antología de narradores de Extremadura y del departamento colombiano Antioquia. Reproducimos, con su consentimiento, el texto. 

DE EXTREMADURA A COLOMBIA

Eugenio Fuentes 

   Hace unos días, en el Pabellón Iberoamericano de la Feria del Libro de Madrid, y organizada por la embajada de Colombia, se desarrolló una conversación sobre 'Correspondencias', un libro colectivo de relatos de escritores de Antioquia y Extremadura, es decir, de un departamento colombiano donde abundan los creadores y de una comunidad autónoma española con carencias en muchos campos, pero no precisamente en los literarios. De los treinta y un relatos, quince pertenecen a autores extremeños, quince a autores antioqueños o paisas (son válidos los dos gentilicios) y uno es de Antonio María Flórez, que tiene un pie aquí y otro pie allá y lleva años estableciendo lazos. Los escritores, hombres y mujeres, abarcan tres generaciones, desde Luis Landero (1948) a David Betancourt (1985) y tienen obra en marcha.

   El libro no es una selección ni una antología, una palabra que siempre despierta recelos. Y con razón. ¿Quién puede estar tan seguro al dictaminar lo que es mejor hoy y lo que es peor, lo que será válido mañana y lo que quedará en el olvido? Aquí vale decir que 'Correspondencias' es una muestra representativa de la narrativa corta actual de ambas tierras, en la que sin duda también ha influida -para bien o para mal- el eco que los autores han tenido más allá de las fronteras de su comunidad.

   Ciertamente, no exime en la historia de la literatura extremeña una tradición de filandones como en otras comunidades autónomas, y hay que esperar al siglo XX para que el cuento autóctono despegue. Los dieciséis autores reunidos son de calidad contrastada, pero como siempre ocurre, han quedado fuera otros dieciséis con similares méritos que podrían figurar en el índice.

   La introducción teórica por la parte extremeña corre a cargo de Manuel Simón Viola y, por parte antioqueña, de Luz Mary Giraldo.

   Y a propósito de Luz Mary Giraldo, no desaprovecharé la ocasión de contar una anécdota que ilustra su generosidad: hace unos años en mi estancia en Manizales sufrí uno esos malestares digestivos frecuentes al visitar otros países, acaso consecuencia de la alimentación, las aguas o el clima. Y como quiera que teníamos que dejar la habitación del hotel cuando todavía no podíamos ir al aeropuerto para regresar a España, en esas incómodas horas muertas en territorio de nadie Luz Mary Giraldo nos dejó su habitación para descansar, con todas sus cosas personales dentro, documentos, joyas, ropa, en un gesto inusual de confianza entre personas casi desconocidas.

   Puestos a elegir, de la parte extremeña, recuerdo, sin ningún afán evaluador, el relato magistral de Gonzalo Hidalgo Bayal, los no menos admirables de César Martín Ortiz o de Pilar Galán.

   De la parte colombiana, han quedado en mi memoria un fragmento de Piedad Bonnet, extraído de su libro ‘Lo que no tiene nombre’ y un relato de Paloma Pérez Sastre, sobre los recelos y las condenas previas, capaz de generar tensión en unas pocas páginas.

   Mientras el Retiro bullía de lectores y autores que firmaban sus obras, en el Pabellón Iberoamericano se habló de algunos de loas asuntos que aparecen en ‘Correspondencias’ no muy diferentes en las dos orillas. La globalización ha llegado para quedarse y los temas que se tratan en un lado pueden interesar en otro: la memoria, las relaciones emocionales, el arraigo o desarraigo de la tierra, la pérdida de un ser querido, la violencia.

   Solo en el tema de la guerra me parece que hay desequilibrio temático. La Guerra civil española impregnó durante mucho tiempo la literatura española, en todos los géneros, como asunto central o como paisaje de fondo.

   Sin embargo, y a pesar del reciente gran éxito de 'La península de las casas vacías', de David Uclés, el tema ya no despierta tanto interés, ni en lectores ni en las editoriales, acaso porque ya han pasado tres generaciones y se está perdiendo su memoria vital, aunque no su memoria histórica.

   Y, sin conocer a fondo la historia colombiana, creo que el eterno conflicto armado de las guerrillas está detrás de buena parte de su literatura.

   De ahí que en 'Correspondencias' no se hable de la Guerra Civil española y que, en cambio, por parte colombiana si aparezca el conflicto de las guerrillas, porque está más reciente.

   Toda buena literatura es universal y una historia ambientada en la selva puede interesar a alguien del polo, o un relato del mar apasionar a gente de la montaña siempre que esté bien escrito, los personajes sean convincentes y el suceso despierte emoción.

   Quizá alguna gente, convencida de que lo importante en la vida es1a política, las divisas y la tecnología, opine que un libro de escritores de ambas orillas no sirve para nada.

   Me pregunto, sin embargo, si, ante los recelos entre países, no son precisamente este tipo de diálogos para intercambiar historias y palabras a ras de página los que muestran que tenemos las mismas inquietudes, los mismos sueños y las mismas pesadillas, y que compartir su relato contribuye a la concordia más que algunos encuentros diplomáticos.

 

 

viernes, 13 de junio de 2025

Premio Francisco Valdés

PREMIO FRANCISCO VALDÉS

25 AÑOS DE UN PREMIO

(17 DE ABRIL DE 1998 – 17 DE JUNIO DE 2024)

Agustín Mohacho Sánchez (Coord)

Don Benito, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Don Benito, 2025

Prólogo de Manuel de Jesús Gallego Cidoncha

Textos liminares de Agustín Mohacho Sánchez (“Interioridades de un premio”), Pablo Fernández García (“El recorrido de un premio periodístico en una ciudad mediana”), José Luis Capilla (“El poso periodístico del premio ‘Francisco Valdés’”), Dámaso Giráldez Domínguez (“A modo de sumario”), Manuel Casado Velarde (“Arte y belleza según Francisco Valdés”), Guadalupe Nieto Caballero y José Luis Bernal Salgado (“Francisco Valdés, periodista”) y María del Mar Gómez Fornés (“Aquella claridad…”).

   Coincidiendo con el vigesimoquinto aniversario del premio nacional “Francisco Valdés” se presenta este monumental volumen (por el número de páginas, pero, sobre todo, por el valor de las aportaciones y por la calidad de los textos presentados al certamen), coordinado por el director de la biblioteca pública del mismo nombre, Agustín Mohacho Sánchez, quien, a su vez, coordinó con la inestimable colaboración de José Manuel Santiago Castelo cada una de las convocatorias del certamen y de las actividades paralelas (comisiones de lectura, conferencias…). Año tras año (menos los dos de la COVID) se reproducen, con acompañamiento de numerosas ilustraciones (bases del premio, fotografías de los actos de entrega del galardón…) no sólo los trabajos ganadores, sino también los finalistas seleccionados por las distintas comisiones de lectura y los textos de las conferencias. En los últimos años, el premio se enriqueció con dos modalidades más, un certamen para estudiantes de periodismo, y otro para trabajos audiovisuales.

   Incluimos la relación de autores ganadores del premio: Antonio Manilla (“Tindaya”), Juan Manuel de Prada (“El sol de rodillas”), Eugenio Fuentes (“Vivir en provincias”), Juan Andivia Gómez (“Aplausos para el atardecer”), Feliciano Correa (“El lenguaje de pincel”), Rafael Sánchez Ferlosio (“Soberbia obliga”), Manuel Simón Viola (“Una narrativa testimonial”), Gonzalo Anes (“España y el Islam”), Pedro Víllora (“El dramaturgo conquistador y su obsesión por las mujeres”), José Antonio Zarzalejo (“Es la libertad, presidente”), Raúl del Pozo (“El señor Sardina”), Andrés Trapiello (“Pocos, menos, demasiados”), Pilar Galán (“Gestos”), Carmen Posadas (“Velo, sí; velo, no”), Antonio Burgos (“Yo vi dos veces a un santo”), César Antonio Molina (“Mohicanos y bárbaros en el gueto”), Mar Gómez Fornés (“Grus, grus”), Eva Díaz Pérez (“Divagaciones por la Sevilla del quinientos”), Guillermo Busutil (“La vida a la carta”), Cristóbal G. Montilla (“Litoral, la máquina del 27”), Tereixa Constenla (“Intimidades de Arturo Barea”), Daniel Ramírez (“El ‘apartheid? Más cruel y desconocido de España: viaje al gueto de los agotes de Navarra”), Mª José Carmona (“La ola perfecta de Sarah”), José Mª Rodríguez (“Gambogaz: el cortijo con 41 esclavos de Queipo de Llano que Sevilla (no) le regaló”) y Andrés Lozano (“Narcolanchas por el Guadalquivir, la procesión del hachís”).

 

martes, 10 de junio de 2025

Cuaderno del país en calma

CUADERNOS DEL PAÍS EN CALMA

Fulgen Valares

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2025, Col. Vincapervinca, 161 págs. 

   Fulgen Valares, fallecido prematuramente en 2018, nació en San Sebastián, creció en Miajadas y desarrolló en Extremadura su actividad profesional, vinculada al teatro y la literatura. Fue escritor, actor, director y profesor de teatro, viviéndolo siempre como una herramienta de crecimiento cultural y personal. Publicó sobre todo textos dramáticos como, entre otros, Cartas para Extremadura, Santo silencio profeso o los premiados La reina vaca (Mejor texto teatral Festival Cumbre de las Américas, Mar del Plata, 2006), Las meninas duermen en la rúa, montaje de Ábrego, finalista de los Premios Max de Teatro 2008, Veinte millones de dólares (III Premio de Textos Teatrales de Autor Extremeño Fatex 2011, Cemart 2012), o Comediantes, nominada a mejor autor Premios Escenamateur de las Artes Escénicas 2013. Sin embargo, su primer texto publicado, El único amor de Teresa Cornejo (Premio de Narrativa Joven "Ciudad de Monzón", 1999), es una novela. Después vinieron los cuentos, como Trece, con ilustraciones de Susana Llanos, (Primer Premio de Cuentos Ilustrados de la Diputación de Badajoz, 2005) y otras novelas como La Mancha de la Mora (Primer Premio de Novela Carolina Coronado 2006), o La hora de los despojos. Y a la narrativa dedicó sus últimos textos, La noción del cero (Premio XXI Certamen de relatos cortos Rafael González Castell) y Cuadernos del país en calma, que ahora ve la luz.

   Ambientada la trama narrativa en un pasado reciente (hay un par de referencias temporales: gobierno de Obama, mundial de Sudáfrica) y en un más vago entorno geográfico, Archipiélago, se alude en su arranque a una pasada monarquía tiránica, seguida de una Revolución y una saga de Libertadores que han condenado a esta malhadada tierra (que por algunos rasgos recuerda la historia de Cuba, también un archipiélago) a la regresión, al abandono, a la pérdida de la idea de futuro y a un mero vivir vegetativo. Aislada del continente, sin apenas comunicación entre las islas, sin electricidad, el joven Libertador (hijo, nieto y biznieto de Libertadores) se propondrá una recuperación de la entidad nacional comenzando por la lengua (de ahí que contrate a un grupo de filólogos para recuperar el léxico y la gramática de antaño). Reproducimos un fragmento que describe un rincón de este singular territorio. 

“-Si sigue usted mi dedo, verá que, abajo, el valle se hace plano y extenso. Allí es gloria el ir a cazar a la codorniz. Se da mucho el trigo. Me dijo mi padre que ni la codorniz ni el trigo son naturales de esta tierra, que alguien los trajo, pero le aseguro a usted que no podría contar las espigas ni podría dar caza a tanto pájaro. y es gloria porque la codorniz se come, y el trigo, tostado y mezclado con miel de abeja, es un manjar... Luego ve usted, al final, taponando el valle, como una maraña de árboles caídos. Eso fue cuando la riada. Llovió en dos días lo que no había llovido en todo el invierno. El agua y el lodo se llevaron todo por delante. No solo en el monte. Aquí, en el pueblo, se cayeron muchas casas. Y no pudimos enterrar a más de un vecino porque jamás pudimos encontrar sus cuerpos. Fue una desgracia. Para entonces mis hijos llevaban cosa de cinco años muertos. Y hace diez que murieron.

-¿Y no tiene miedo de lluvia que vuelva a caer otra vez la como cayó entonces? Preguntó el Libertador. El alcalde meditó mucho la respuesta.

-Aquello sucedió hace cinco años. ¿Qué miedo dura cinco años, señor?” [p. 50].

viernes, 23 de mayo de 2025

Miguel de Unamuno y Manuel Castillo

MIGUEL DE UNAMUNO Y MANUEL CASTILLO

Entre la Universidad de Salamanca y el Instituto General y Técnico de Cáceres (1899-1916)

Tirso Bañeza Domínguez

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Estudio, 2025, 453 págs.

Prólogo de Milagros Lancho Guirado 

   Tirso Bañeza Domínguez ha sido profesor de Filosofía en varios institutos de Extremadura, entre ellos el cacereño IES El Brocense. Se licenció y doctoró en la citada materia en la Universidad de Salamanca. Ha publicado artículos en diversas revistas sobre temáticas propias de su especialidad, así como sobre educación, destacando: «El conocimiento en Guillermo de Ockham», ICE Universidad de Extremadura (1990); «Presencia y significado de José María Valverde en la revista Escorial», Alcántara (2004); «Camilo José Cela y José María Valverde: Entre la amistad y el olvido», Anuario 2007 de estudios celianos, Fundación Camilo José Cela y Universidad Camilo José Cela; «Ética de la rebelión y terrorismo en Albert Camus», Paradoxa (2013); «Aranguren y Valverde: desde el recuerdo», El Catoblepas, revista digital www.nodulo.org (2017); «Acercamiento al contenido del Libro 1° de las Juntas de profesores y visitas del Instituto de Cáceres entre 1859-1864», Revista de Estudios Extremeños (2022); «Los primeros estudios nocturnos en Extremadura y el IES El Brocense», Alcántara (2016); «Contenidos del Libro de Actas del Claustro del Instituto Nacional de 2a Enseñanza de Cáceres durante la Guerra Civil», Norba (2022). Ha colaborado también en obras colectivas con textos tales como «Lo iberoamericano en el Valverde juvenil: 1943-1955», en El pensamiento hispánico en América: siglos XVI-XX, Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca; y «La odisea de Valverde», ponencia publicada en José María Valverde. Pensament. poesía, llenguatge, Cátedra Ferrater Mora de pensamiento contemporáneo, Universidad de Gerona. Asimismo, publicó en 2009 No hay estética sin ética o la biografía intelectual de losé María Valverde Pacheco, Ediciones Universidad de Salamanca y, en 2012, su Ensayo sobre Valverde vio la luz en la Editora Regional de Extremadura. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica esta amplia monografía biográfica sobre Manuel Castillo, uno de los protagonistas más destacados de la enseñanza media en la provincia de Cáceres, de cuya notable aportación sobresalen su relación epistolar con Miguel de Unamuno, con la reproducción de numerosísimas cartas (lástima que no haya podido contar con las del autor vasco), su apoyo a la República y su exilio en la posguerra. Reproducimos un fragmento que subraya las concomitancias en las trayectorias ideológicas de estos dos hombres.

   “Activismo docente, activismo estudiantil incluso pudiera tal vez denominarse en cierta medida lo anterior, pues fueron activistas y no solo en el orden indicado, también y muy destacadamente en lo que tenía que ver con lo social, como ya se ha dicho. Hay en ambos un obrerismo comprometido: mítines, charlas, correrías por los pueblos charros o cacereños en cada caso para aventar la cuestión agraria e ilustrar sobre la situación en la que vivían ante ferroviarios, braceros, empleados, vecinos..., un proselitismo político y social que no estuvo ajeno al ideario de ambos, de lo que sus actores no se recataban ni ocultaban. Podríamos decir que los mimbres que entretejerán el sueño de esa sociedad más libre, más justa, son en ambos el progresismo regeneracionista, el institucionismo, el republicanismo, el liberalismo (no tanto como marca política, sino como una liberalidad cuyos fundamentos serían la libertad y la tolerancia), la cuestión agraria, el socialismo también en Unamuno con las consideraciones que ya hemos hecho antes (siempre presente desde la sensibilidad hacia los problemas del trabajo, la desigualdad, la explotación, etc.). Y todo ello no puede desligarse del enfrentamiento con una monarquía que ejemplificaba los males de la España del momento”. P. 385].

 



 

viernes, 16 de mayo de 2025

Remolinos y remansos

REMOLINOS Y REMANSOS. ANTOLOGÍA.

Jorge Camacho Cordón

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2025, 195 págs.

Ultílogo (“Poesía de los extremos”) de Elisabeth Falomir Archambault 

   Jorge Camacho Cordón (Zafra, 1966) escribió hasta 2016 poesía principalmente en esperanto, a la que el autor austríaco Clemens J. Setz dedica un capítulo de Las abejas y lo invisible. En 2018 apareció su primer libro de poemas en castellano, Palestina estrangulada, reeditado en 2023. Quemadura, de 2020, reunió su obra poética en español a lo largo de treinta años. Tiene otros dos poemarios breves inéditos, Alce y reno (trilingüe) y Gadir (bilingüe), así como la sección Quemaduras en la revista cultural en línea Café Montaigne.

   Remolinos y remansos contiene un nutrido número de composiciones que se agrupan en varios bloques, pero que dada la marcada diversidad temática y formal difícilmente se doblegan a clasificaciones; conviven así poemas que se abren a realidades muy distintas: el cosmos y los seres menudos, ciudades próximas y lejanas,  la infancia y el destierro a la gran ciudad, las tiranías y los genocidios, reflexiones existenciales sobre la vida y la muerte… y todos ellos comunicados mediante soluciones formales que van desde los metros clásicos o populares (endecasílabos blancos o asonantados, formas arromanzadas), hasta el verso libre, e incluso soluciones experimentales (como los caligramas). “Los poemas de Jorge Camacho contienen otros mundos posibles. Quizá en esto consista, en rigor, la labor del poeta: en crear universos que se imbriquen sabiamente en este, que se solapen para permitir otras perspectivas […] También es labor del poeta -y en esto el autor demuestra un oficio envidiable- ensancharnos la imaginación para conseguir poblar esos mapas de nuevas entidades que no nos hagan conformarnos con lo que ya existe” [p. 186]. Reproducimos una de las composiciones con claro trasfondo biográfico. 

Al margen de pensamientos sobre la demolición de casas

 (Me recuerdo, o lo recuerdo a él, con diez años

el día de la mudanza

a la nueva vivienda en la ciudad extraña,

esperando a que desembalen el sofá

para sentarse a leer de un tirón el libro escogido

de la caja recién llegada y recién abierta.

 

Con vaguedad

recuerdo al muchacho de diez años

que, absorto, lee Cómo murieron Hitler y los suyos

mientras muebles y enseres

ocupaban los espacios vacíos, vírgenes.

 

Y recuerdo también que, casi 30 más tarde,

otro yo algo más curtido por la vida,

ambihuérfano y quizás más maduro,

volvió por última vez al mismo piso,

al de los padres, ya vendido,

sin enseres ni muebles,

frío y luminoso.

 

Como escribió Miguel Espinosa,

las historias  principian realmente

por el final.

 

Es decir, sólo el segundo paréntesis

permite apreciar la sutil curvatura del primero.)

 

sábado, 10 de mayo de 2025

El Espíritu de los Quelcinos

EL ESPÍRITU DE LOS QUELCINOS

Juan Ignacio Rengifo Gallego

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2024, 214 págs.

   Juan Ignacio Rengifo Gallego, es profesor titular del área de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Extremadura. Apasionado de los espacios rurales y sus tradicionales formas de vida, ha convertido a estos en los protagonistas de los relatos de ficción que escribe con regularidad, algunos de los cuales ha publicado en periódicos y revistas. Aunque tiene una prolífica trayectoria como autor de libros, capítulos de libros y artículos, relacionados con su actividad académico-investigadora, es El Espíritu de los Quelcinos su primera novela de ficción.

   En la estela de la Comala de Rulfo, el Macondo de García Márquez, la Celama de Mateo Díez, la Santa María de Onetti o la Murania de Hidalgo Bayal, El  Espíritu de los Quelonios contiene la completa invención de un territorio, la comarca de los quelcinos (árbol ficticio vagamanete emparentado con los “Quercus”), un entorno agreste y aislado, rico en especies de caza menor y mayor, con Belmucón como capital, que ha sabido conservar hasta los primeros años de  la década de  los setenta su naturaleza intacta (los quelcinos y los rasos, el macizo de Montealto, los valles de los Molinos y de los Alisos, las cuerdas de Peñas Blancas y de la Garrapata) y todas sus tradiciones: leyendas, , agrupaciones culturales, creencias míticas y costumbres seculares. Con un antiguo referente moral (el filósofo Nuriócrates) que predicó la concordia, el entendimiento y el diálogo, y liderado por Liulmerio, hombre recto, apreciado y respetado por todos, este mundo armónico tendrá que enfrentarse a la traición y a la revuelta de un grupo de convecinos que trata de disgregar con nuevos usos la Hermandad de los Monteros, una de las asociaciones fundacionales de este entorno, como primer paso para abrirlo al exterior y anular su identidad. Contada con una notable riqueza léxica, con una singular habilidad para la invención, la trama se enriquece, a la manera cervantina, con historias incrustadas o secundarias (el asesinato de los tres jóvenes, la caza del jabalí, la muerte de Tristán por un rayo…), pues a la primigenia propuesta narrativa (la creación demiúrgica de un universo a la vez ficticio y verosímil), le acompañan otros narradores impulsados por el puro placer de contar. Reproducimos un fragmento que incorpora una descripción de la comarca.  

   “Más allá del río Negro se extendía el denominado territorio de los Quelcinos, área selvática y montañosa de gran extensión, con límites marcados nítidamente por sus cuatro puntos cardinales. Aquel extenso pedazo de tierra gloriosa debía su nombre a la especie arbórea dominante en la zona: el Quelcino (Quercus fasianus), fuente principal de la que manaba el espíritu. Esta especie leñosa, endemismo singular de la zona que no era conocido en ningún otro lugar del Reino de Hesperia, medraba con suma facilidad dada su perfecta adaptación a las especiales condiciones edáficas y climáticas del territorio. Su tronco robusto recordaba al de una encina, su enrama-do al de un alcornoque y sus hojas perennes, de color verde intenso por su cara superior, y de color rojizo por el envés, a las de un quejigo. Producía una bellota con tres cabezas que era muy carnosa y difícil de separar del cascabullo: la trillota. Los quelcinos eran árboles de una extraordinaria belleza que se caracterizaban por tener un tronco bastante alto que, generalmente, era rematado por un ramaje denso que crecía en sentido horizontal, abarcando una amplia superficie de vuelo. Como resultado de ello, el bosque de quelcinos contribuía a dibujar un Paisaje grandioso en lo estético y en el volumen, tanto en el Plano vertical como en el horizontal.

   Las fronteras de la comarca de los Quelcinos venían perfiladas, hacia el mediodía, por el río Negro y, hacia septentrión, por el apéndice montañoso llamado Montealto. Sobre el mapa, Montealto presentaba una ligera orientación noreste-suroeste, de la que brotaban, como lo hacen los dedos una mano, cinco valles y seis tentáculos montañosos, denominados cuerdas, que separaban los valles. Las cuerdas eran conocidas por los nombres de Peñas Blancas, Las Cabras, Estrecha, Temeraria, del Oro y La Garrapata”. [pp. 59-60].

 

jueves, 8 de mayo de 2025