“Trazos”, el suplemento cultural del periódico Hoy publica una reseña de Enrique García Fuentes sobre Escarcha y fuego (Badajoz, Diputación Provincial de Badajoz, 2010, 186 págs.). Este es el texto:
MÁS QUE UNA OFRENDA
No hace mucho tiempo que en estas mismas páginas mi compañero Manuel Simón Viola daba cumplida cuenta de la aparición de la edición facsimilar que la Diputación Provincial de Badajoz ponía en la calle de los números rescatados de Frente Extremeño (Periódico del Altavoz del Frente de Extremadura), publicado en Castuera durante los meses de junio y julio de 1937. Entendemos esta edición como un merecido homenaje más a la memoria de Miguel Hernández, su principal animador, de quien durante este año hemos venido celebrando el centenario de su nacimiento. Sin embargo, la modestia natural de Simón Viola le obligó a silenciar este volumen que hoy traemos -también publicado por la misma institución- seguramente porque se trata del mismo profesor dombenitense quien lo prologa y coordina. Hagámonos nosotros merecido eco de esta valiosa iniciativa que complementa esa otra edición de la que él habló. Escarcha y fuego (acertadamente subtitulado "La vigencia de Miguel Hernández en Extremadura") es justamente eso: un conjunto de textos en los que algunos de los mejores escritores extremeños contemporáneos glosan, en diferentes entregas poéticas, narrativas o teatrales, asuntos que tienen que ver con la lectura particular (sobre todo particular y personal) que cada uno de ellos realiza de la obra o la persona del poeta de Orihuela. Los textos en él recogidos se preceden de un, como siempre, atinado prólogo del editor. El profesor Viola realiza un preclaro estudio de la vida y obra de Miguel Hernández realzando su sino trágico y contagiándonos el dolor y la injusticia de su pérdida irreparable. Después, en orden cronológico según la fecha de nacimiento de cada autor, vienen los particulares homenajes de los mismos.
Antes de entrar en cualquier tipo de valoración hay que poner de relieve lo incontestable de la nómina aquí reunida; absurdas son las cábalas (porque no vienen a cuento) de por qué no figuran determinados otros nombres extrañamente ausentes en ella, porque los aquí reunidos se bastan y se sobran para sostener con firmeza y garantía de éxito lo peculiar de la empresa. Peculiar sí, porque, extrañamente, Miguel Hernández ha sido un poeta que, si bien siempre estuvo en boca de todos, pocos son los que abiertamente han reconocido su influencia sobre su obra. La explicación es evidente: porque no la ha habido. Se ha leído al pastor de Orihuela, creo, por su filiación ideológica, por su desbordante fuerza y su trágico sino, pero la dermis de nuestra poesía contemporánea no ha dejado traspasar esa influencia a la creación particular de cada uno. Como harto bien demuestra el profesor Miguel Ángel Lama en la reciente edición que la Editora Regional ha llevado a cabo de los últimos veinticinco años de poesía en nuestra región, no es la poesía de social, de combate, una tendencia seguida por nuestros poetas en los años de eclosión poética que dan madurez a nuestra lírica y que situamos a partir de comienzos de los ochenta. Antes sí, pero de forma puntual y (afortunadamente) perecedera; pienso en las primeras entregas de Álvarez Buiza, Zambrano, Moisés Cayetano y algunos más que, por cierto, no cuentan estos libros entre los mejores de sus respectivas producciones. Digo más, como todo libro misceláneo que se concita en torno a un homenaje supongo que hay, antes que nada, un “encargo” que el escritor, con más o menos gusto, asume y que luego (como generalmente ocurre) procura amoldar a sus formas e intenciones particulares. Me parece que el tan breve como acertado poema con que Álvaro Valverde interviene en este libro lo explica mucho mejor que yo. Y ésta ha sido la tendencia más detectada, por ejemplo, en las beneméritas ediciones que, sobre otros autores, ha planeado Marino González Montero desde su editorial de la luna libros.
Por otro lado, llama la atención que los narradores y autores teatrales que intervienen deriven, sobre todo, a hechos puntuales, más o menos conocidos, de la vida del escritor, y que los poetas, partiendo generalmente de una cita siempre de sus versos (quizá una consigna en la edición) desarrollen poemas en los que reconocemos el estilo ya consagrado de cada uno, fagocitando el homenaje y poniéndolo al servicio de su consolidada capacidad. Nos encontramos, entonces, -y eso es lo definitivamente bueno- con una peculiar antología de versos de algunos de los mejores poetas en activo de nuestra región a los que les une el tenue enganche de glosar a un poeta imperecedero del siglo XX. Por lo que se refiere a los narradores, más de lo mismo. Permítaseme destacar el texto de Alonso Guerrero; por un lado porque recrea una imaginaria misiva que relaciona a Miguel Hernández nada menos que directamente con Stalin, en una suerte de fantasía histórica, pero, sobre todo, porque se trata de un texto muy distante del estilo a veces excesivamente críptico que ha venido caracterizando a nuestro novelista y en él Guerrero pone de relieve que también sabe tocar, como se dice ahora, “desenchufado”. Y tampoco quiero dejar pasar por alto el relato de Pilar Galán que, magistralmente, como ha venido haciendo en asuntos análogos en los que también participa, sabe desviarse levemente del asunto propuesto para atraerlo a su peculiar y asentada manera de escribir que la hace una autora cada vez más reconocible. Más que un homenaje al poeta de Orihuela, insisto, un regalo para los lectores extremeños en general.
ENRIQUE GARCÍA FUENTES
MÁS QUE UNA OFRENDA
No hace mucho tiempo que en estas mismas páginas mi compañero Manuel Simón Viola daba cumplida cuenta de la aparición de la edición facsimilar que la Diputación Provincial de Badajoz ponía en la calle de los números rescatados de Frente Extremeño (Periódico del Altavoz del Frente de Extremadura), publicado en Castuera durante los meses de junio y julio de 1937. Entendemos esta edición como un merecido homenaje más a la memoria de Miguel Hernández, su principal animador, de quien durante este año hemos venido celebrando el centenario de su nacimiento. Sin embargo, la modestia natural de Simón Viola le obligó a silenciar este volumen que hoy traemos -también publicado por la misma institución- seguramente porque se trata del mismo profesor dombenitense quien lo prologa y coordina. Hagámonos nosotros merecido eco de esta valiosa iniciativa que complementa esa otra edición de la que él habló. Escarcha y fuego (acertadamente subtitulado "La vigencia de Miguel Hernández en Extremadura") es justamente eso: un conjunto de textos en los que algunos de los mejores escritores extremeños contemporáneos glosan, en diferentes entregas poéticas, narrativas o teatrales, asuntos que tienen que ver con la lectura particular (sobre todo particular y personal) que cada uno de ellos realiza de la obra o la persona del poeta de Orihuela. Los textos en él recogidos se preceden de un, como siempre, atinado prólogo del editor. El profesor Viola realiza un preclaro estudio de la vida y obra de Miguel Hernández realzando su sino trágico y contagiándonos el dolor y la injusticia de su pérdida irreparable. Después, en orden cronológico según la fecha de nacimiento de cada autor, vienen los particulares homenajes de los mismos.
Antes de entrar en cualquier tipo de valoración hay que poner de relieve lo incontestable de la nómina aquí reunida; absurdas son las cábalas (porque no vienen a cuento) de por qué no figuran determinados otros nombres extrañamente ausentes en ella, porque los aquí reunidos se bastan y se sobran para sostener con firmeza y garantía de éxito lo peculiar de la empresa. Peculiar sí, porque, extrañamente, Miguel Hernández ha sido un poeta que, si bien siempre estuvo en boca de todos, pocos son los que abiertamente han reconocido su influencia sobre su obra. La explicación es evidente: porque no la ha habido. Se ha leído al pastor de Orihuela, creo, por su filiación ideológica, por su desbordante fuerza y su trágico sino, pero la dermis de nuestra poesía contemporánea no ha dejado traspasar esa influencia a la creación particular de cada uno. Como harto bien demuestra el profesor Miguel Ángel Lama en la reciente edición que la Editora Regional ha llevado a cabo de los últimos veinticinco años de poesía en nuestra región, no es la poesía de social, de combate, una tendencia seguida por nuestros poetas en los años de eclosión poética que dan madurez a nuestra lírica y que situamos a partir de comienzos de los ochenta. Antes sí, pero de forma puntual y (afortunadamente) perecedera; pienso en las primeras entregas de Álvarez Buiza, Zambrano, Moisés Cayetano y algunos más que, por cierto, no cuentan estos libros entre los mejores de sus respectivas producciones. Digo más, como todo libro misceláneo que se concita en torno a un homenaje supongo que hay, antes que nada, un “encargo” que el escritor, con más o menos gusto, asume y que luego (como generalmente ocurre) procura amoldar a sus formas e intenciones particulares. Me parece que el tan breve como acertado poema con que Álvaro Valverde interviene en este libro lo explica mucho mejor que yo. Y ésta ha sido la tendencia más detectada, por ejemplo, en las beneméritas ediciones que, sobre otros autores, ha planeado Marino González Montero desde su editorial de la luna libros.
Por otro lado, llama la atención que los narradores y autores teatrales que intervienen deriven, sobre todo, a hechos puntuales, más o menos conocidos, de la vida del escritor, y que los poetas, partiendo generalmente de una cita siempre de sus versos (quizá una consigna en la edición) desarrollen poemas en los que reconocemos el estilo ya consagrado de cada uno, fagocitando el homenaje y poniéndolo al servicio de su consolidada capacidad. Nos encontramos, entonces, -y eso es lo definitivamente bueno- con una peculiar antología de versos de algunos de los mejores poetas en activo de nuestra región a los que les une el tenue enganche de glosar a un poeta imperecedero del siglo XX. Por lo que se refiere a los narradores, más de lo mismo. Permítaseme destacar el texto de Alonso Guerrero; por un lado porque recrea una imaginaria misiva que relaciona a Miguel Hernández nada menos que directamente con Stalin, en una suerte de fantasía histórica, pero, sobre todo, porque se trata de un texto muy distante del estilo a veces excesivamente críptico que ha venido caracterizando a nuestro novelista y en él Guerrero pone de relieve que también sabe tocar, como se dice ahora, “desenchufado”. Y tampoco quiero dejar pasar por alto el relato de Pilar Galán que, magistralmente, como ha venido haciendo en asuntos análogos en los que también participa, sabe desviarse levemente del asunto propuesto para atraerlo a su peculiar y asentada manera de escribir que la hace una autora cada vez más reconocible. Más que un homenaje al poeta de Orihuela, insisto, un regalo para los lectores extremeños en general.
ENRIQUE GARCÍA FUENTES
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