PASIÓN Y PAISAJE
Poesía reunida (1974-2016)
Jacobo Cortines
Sevilla,
Fundación José Manuel Lara. Vandalia, 2016, 401 págs.
Prólogo del
autor
Profesor de Universidad, articulista,
fundador y director de la revista Separata
(1978-1981), traductor de los Triunfos
(1983) y el Cancionero (1989) de
Petrarca, estudioso y editor de escritores como Fernando Villalón, Felipe
Cortines Murube, Manuel Halcón, Joaquín Romero Murube o Luis Cernuda, Jacobo
Cortines (Lebrija, 1946) publica ahora en una cuidada edición de la Fundación
José Manuel Lara su obra poética aparecida hasta la fecha: Primera entrega (1978), Pasión
y paisaje (1983), Carta de junio y
otros poemas (1994), Consolaciones
(2004, Premio de la Crítica de 2005) y Nombre
entre nombres (2014), a los que se suma un poemario inédito, Días y trabajos. Una adenda final
reproduce fragmentos de sus diarios en que se explicita la génesis de la mayor
parte de las composiciones.
Lector lúcido de autores clásicos (Homero, Virgilio,
Horacio, Manrique, San Juan…) y contemporáneos (Bécquer, Juan Ramón, los
Machado, los poetas del veintisiete…), su poesía transita, como expresa el
título elegido, entre la pasión (“el padecimiento, la alteración o perturbación
del ánimo, la conmoción, los movimientos del deseo, las fuerzas instintivas, la
irracionalidad, las obsesiones violentas, las ansias de infinito, la
desmesura”) y el paisaje (“la serenidad, la claridad, la tendencia a la
armonía, la distancia, el dibujo, la aceptación de los límites, la medida”),
“dos ejes sobre los que gravita una existencia que reclama tanto la luz como
las sombras para dar expresión a ella misma” [Prólogo, p. 9]
Reproducimos un poema del libro Consolaciones perteneciente al bloque
“Refugio de las horas”, que da una réplica más esperanzada (y tal vez, más
ecuánime) a la Canción a las ruinas de
Itálica de Rodrigo Caro, con una expresión clásica, próxima a su modelo, en
el metro preferido del poeta (endecasílabos blancos).
EN LAS RUINAS
No vano horror, ni rota pesadumbre,
sino feliz
memoria en estos campos
donde el azul
del lirio abril combina
con jaramagos,
cardos y amapolas.
Itálica cayó,
pero sus huellas
al corazón
ofrecen y a la mente
la paz de unas
ruinas, un espacio
para fundar el
sueño más hermoso.
Aquí la elipse
de su muda arena
y la borrosa
mole de su gradas.
Aquí las rectas
calles y cimientos
de simétricas
casas con mosaicos.
Más allá, bajo
la tierra, lo que un día
contemplemos tal
vez, nuevo prodigio
de la carne
hecha mármol, como aquella
adolescente
Venus recatada.
Ejemplo no de
muerte este collado,
sembrado de
cipreses y de rosas,
más bien vivo vestigio
que proclama
la eternidad
efímera del gozo.
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