PERTENECEMOS
A LO INVISIBLE
Juan Manuel
Barrado
Gijón,
Ediciones Trea, 2016, 50 págs.
Nacido en Huertas de Ánimas (Cáceres) en
1962, Juan Manuel Barrado ha publicado los libros Cuarteto (Editora Regional, 1994), Teatro azul del Café Rocco (Diputación Provincial de Badajoz,
1997), Diario de un poeta de provincias (I.
C. El Brocense, 1999), Suite Celan
(autoedición, 2002), La buhardilla del
carpintero Zimmer (Editora Regional, 2002), ¿Y si te llamaras isla? (Diputación Provincial de Badajoz, 2003), Fragmentos de cal (El Gaviero Ediciones,
2008), y Trece de nieve (Editora
Regional, 2012). Su obra poética experimental ha sido recogida en los catálogos de la Galería Dasto (Oviedo,
2002) y del Instituto Español (Lisboa, 2008), e incluida en la antología Poesía visual española (Calambur,
Madrid, 2007).
Pertenecemos
a lo invisible, que ahora publica la editorial asturiana Trea, recoge en cuatro bloques
composiciones de tono confesional que se cierran con un extenso poema elaborado
mediante la enumeración de un repertorio de pérdidas que en su día formaron
parte de nuestra educación sentimental, una modalidad moderna de un motivo
clásico, el Ubi sunt?
Qué fue de
Bob Marley, los libros clandestinos,
el cine de
Pier Paolo a quien mataron en una playa.
Qué fue de aquel
niño, alter ego del propio Truffaut,
sufriendo
los cuatrocientos golpes de la vida;
qué de
Kubrick, el mago,
que filmó
con delirio la comedia humana,
qué fue de
Marilyn, a solas con los barbitúricos,
dulcísima
flor de los orfanatos, yo te amo,
qué de
Fassbinder –genio atrabiliario- que hizo suyas
las amargas
lágrimas de Petra von Kant,
y qué de las
películas de David Lynch con extrañas atmósferas
–habitaciones
separadas por un fino cristal,
sueños que
se repetían como una obsesión-
para que a
una hora cualquiera de mi juventud
arrojaran a
los tigres la piedra de los sueños.
Y había
doncellas de neón en el centro de Tokio,
como en ese
club donde Sacarlett Johansson y Bill Murray
coincidían
con su soledad de disidentes,
y había
anuncios de televisión en los hoteles de carretera,
aterrizaje
de aviones en el aeropuerto internacional,
taxis
amarillos portando a prostitutas y boxeadores hasta Mulholland Drive
bajo la luna
convexa de las alucinaciones. […]
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