martes, 13 de abril de 2021

Trasposiciones

TRASPOSICIONES

 Antonio Rivero Machina

Mérida, De la Luna Libros, Col. Lunas de Oriente. Relatos, 2021, 103 págs.

    Antonio Rivero Machina (Pamplona, 1987) es Doctor Internacional en Estudios Filológicos y Lingüísticos. Desde 2002 reside en Extremadura. Es autor de los poemarios Podría ser peor (Hiperión, 2013) y Contrafacta (La Isla de Siltolá, 2015), así como de la monografía Posguerra y poesía. Construcciones críticas y realidad histórica (Anthropos, 2017). Su obra ha sido incluida en antologías como Letras para crecer (Norbanova, 2013), Diva de mierda (Liliputienses, 2014), Piedra de toque (ERE, 2016) y La materia cambiante (ERE, 2019). Entre 2015 y 2020 dirigió la revista Heterónima y ha coeditado junto a Miguel Floriano la antología de poesía joven Nacer en otro tiempo (Renacimiento, 2016). Colabora ocasionalmente en revistas como Suroeste, El Cuaderno, Anáfora, Turia y Quimera. Ha impartido clases y conferencias en varias universidades de España, Italia y Portugal.

   Ahora la editorial emeritense De la Luna Libros publica en su colección Lunas de Oriente, dirigida por Elías Moro y Marino González Montero, Trasposiciones, un conjunto de ocho relatos emparentados por un procedimiento de composición similar de una notable originalidad: adosar los relatos, de un modo próximo o lejano, a otras obras literarias. El resultado es que “todo parece cambiado de lugar, como los protagonistas”. Y así “Funes” es un anciano contratado por varios servicios secretos cuando se descubre que puede oírlo todo. “El tercer hombre” narra la trayectoria de una amistad traicionada en un entorno policial. “Si esto es un hombre” presenta a los seres humanos en un futuro distópico esclavizados por una especie alienígena (como una proyección fantástica en la que los nazis hubieran ganado la guerra). Otras obras son los Cuentos de amor, de locura y de muerte (de Horacio Quiroga), El extranjero o De los delitos y las penas (de Cesare Beccaria). Reproducimos un fragmento del primer relato, “Cinco hora después”, en el que un matrimonio (tan parecido al protagonista de Cinco horas con Mario) acude a casa de Mario cuando este fallece y la esposa descubre en casa de Carmen una manera más decorativa de colocar los libros en los estantes de la librería.

    “Menos mal que al final me lo llevé a rastras hasta la casa del pobre Mario, que en paz descanse. Otro mentecato como mi marido. En fin. Al final no estuvo mal la tarde. Me lo pasé teta, con perdón. Y lo mejor fue lo de los libros. Qué ideaza, chica. Lo juro: me quedé muerta cuando lo vi, con perdón por el pobre Mario. Pero qué idea, chica. La Sotillo para esto sabe siempre lo se hace. En cuantis llegué a mi casa, me puse a ello, Mi Jose empezó a reírse de mí, pero como la cosa iba de veras y llevaba ya tres estantes completos, rompió a voces contra todos los muebles del salón. Estos hombres sabrán mucho de sus palabras huecas, pero no tienen ni pajolera de buen gusto y decoración. Me puse firme y se fue a la cama con el rabo entre las patas.  Si el pobre es un calzonazos después de todo. “Mañana me lo agradecerás”, le dije. El desagradecido no agradeció  nada, pero no dijo ni mu. De vez en cuando lo oía renegar, porque tardaba más de la cuenta en encontrar el libro  que estuviera buscando, per no se atrevía conmigo, el pobrecito” [pp. 9-10].

 

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