domingo, 10 de abril de 2022

Cuentos de la generación de fin de siglo

   El pasado sábado Ángel Borreguero publicaba en “Trazos”, el suplemento del diario Hoy una reseña sobre Cuentos de la generación de Fin de Siglo (1890 – 1915), que con su permiso reproducimos.

 Manuel Simón Viola (edición, introducción y notas): Cuentos de la generación de Fin de Siglo (1890 – 1915). Mérida: Editora Regional de Extremadura, 2021, 224 páginas. 13 euros.

    Se hacía necesaria una antología que pusiera en valor esta literatura oculta o sistemáticamente despreciada, narraciones realistas y por lo general de temática campesina de los autores extremeños de finales del diecinueve. La ha hecho, con una introducción inteligente y atractiva, nada convencional, Manuel Simón Viola (La Codosera, Badajoz, 1955), autor de antologías y volúmenes críticos como ‘Medio siglo de literatura en Extremadura’, ‘La narración corta en Extremadura a finales de siglo’ o el segundo tomo, dedicado a la narrativa, de ‘Literatura en Extremadura (1984-2009)’.

   Abren el volumen los relatos del cacereño Publio Hurtado: ‘Culantrillo el curandero’, entre la alegoría y la denuncia, y ‘Las plumas del ganso’, de personajes más definidos y acción particularizada, que narra los amores contrariados entre Mariquilla, hija de un orgulloso menestral extremeño, y Antonio, escribano sin fortuna. Llama la atención en este relato de ecos románticos la prosa justa y simpática de Hurtado, entreverada de localismos que no la manchan ni la hacen cazurra o novelera, como quizá sí le ocurre en ocasiones al alburquerqueño Rodríguez Varo, también incluido en la antología. Los relatos de Varo son menos sutiles y más retóricos pero no están exentos de virtudes, como el sombrío humor de ‘Simila similibus’ o la aguda crítica social de ‘La cuerda’.

   También tienen cabida en el libro el naturalismo radical de Felipe Trigo y la escritura algo torpona y mazacote de Grande Baudesson, autor del breve relato de tema amoroso ‘Rosa la cortijera’ y del más largo ‘El fantasmón’. El primero de los textos incluidos de Trigo, ‘La primera conquista’, relato luminoso y juvenil, parece dar la impresión de pertenecer a un texto de mayor extensión, y Viola lo emparenta con ‘En la carrera’, quizá la novela más animosa y emocionante del escritor y médico villanovense.  Hay en estos relatos de Trigo poca sicalipsis, que es lo que uno espera siempre de él (“los pornos”, llamaba Umbral a Felipe Trigo y discípulos). En ‘Jugar con el fuego’, relato de esgrimidores y duelistas, Trigo ridiculiza la obsesión que por la honra siguen demostrando algunos caballeros de su época.

   Sigue el volumen con los relatos arcádicos y nutritivos de Gabriel y Galán, deliciosos en su defensa ingenua de la vida rural. En ‘Majadablanca’, el tío Pelao manda a su hijo Pelinos a estudiar a la capital, y de allí vuelve amarillo y desmandado, afecto a todos los vicios y maldades. La cosa corrompida del mozo capitalino acabará imponiéndose a la grandeza espiritual de los campesinos. En ‘Quijotada’ tenemos la historia de una pobre cabrera fea (“más fea que Dios”, p. 119) a la que llaman así, la Fea. Su madre le compra ropas nuevas y lujosas para presentarla en sociedad, pero a la postre sigue resultando fea (“vistiose la ropa nueva, que todo lo cubrió, menos la cara, que era tantas veces fea. […] Parecía un dibujo a pluma de los que hacen los chiquillos en la escuela, o a lo más, una caricatura disecada por el lápiz de un dibujante travieso” (p. 118). En el baile de la plaza del pueblo se ríen de ella, que tiene que volver humillada al monte: es la maldad de las gentes destruidas por el progreso, que han abandonado la sencillez de la vida campesina, parece decir Gabriel y Galán.

   Completan esta antología los relatos de Diego María Crehuet, ya cercano a la sensibilidad de los del 98, Javier Sancho y González, costumbrista conservador y elegante, y Antonio Reyes Huertas, a quien ya editó con brillantez Viola en el servicio de publicaciones de la Diputación de Badajoz.

   Son estos ‘Cuentos de la generación de Fin de Siglo’ un libro necesario, lleno de aciertos críticos, ilustrador de un panorama poco o nada tratado por la crítica más reciente.

 

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