martes, 17 de marzo de 2009

Una novela mozambiqueña







VENENOS DE DEUS, REMÉDIOS DO DIABO
(As incuráveis vidas de Vila Cacimba)
Mia Couto
Alfragide, Ed. Caminho (Col. Outras margens. Autores estrangeiros en língua portuguesa), 2008.

La celebración el pasado mes de octubre en la ciudad de Mérida de Ágora, el foro de debate luso-extremeño, fue un buen momento para conocer algunas de las novedades literarias del país vecino. Del mismo modo que el mercado editorial español acoge de manera habitual a autores hispanoamericanos, sin que se observen apenas diferencias de trato entre, pongamos por caso, el valenciano Juan José Millás y el chileno Ricardo Bolaño, la literatura portuguesa viene aceptando, sin hacer distingos, a autores nacidos en Brasil o en las antiguas colonias africanas, conformando así una única tradición literaria lusófona, tan rica e inabarcable como la española, y de tanto interés en sus manifestaciones cultas (Jose Luis Peixoto, João Gilberto Noll, Miguel Sanches Neto...) como tradicionales (véase la sencilla belleza de la siguiente quadra popular: “Na rua do meu amor / não se pode enamorar. / De dia, velhas a porta, / de noite, cães a ladrar”).
Antonio Emílio Leite Couto (Beira, Mozambique, 1955), más conocido como Mia Couto, es autor de una larga trayectoria literaria que arrancó en 1983 con un poemario (Orvalho), para transitar más tarde de modo preferente por los géneros narrativos (Terra sonámbula, O último voo do Flamingo, O outro pé da sereia...) hasta conseguir en 1999 el premio "Virgílio Ferreira", al conjunto de su obra.
Como en narraciones anteriores, Venenos de Deus, remedios do diabo, aún no traducida al castellano, enfrenta la cultura occidental, racionalista y escéptica, con las tradiciones religiosas y mágicas del mundo africano. La trama arranca con la decisión del médico portugués Sidónio Rosa de abandonar Lisboa en busca de una enigmática joven mulata a la que conoció en un congreso médico en la capital lusa. Así llega a Vila Cacimba (o Kasimba en portugués mozambiqueño: un sustantivo con el significado de “neblina”), la aldea africana en que viven los padres de la joven, un lugar ajeno a la razón en que “os homens, por vezes, não são mais que nuvens”. Entre el puesto de salud (un lugar de atención médica para un occidental; una residencia de malos espíritus para los africanos) y la casa de los Sosinhos, padres de Deolinda, avanza esta novela de interiores en donde adivinamos una excolonia sometida a la arbitrariedad del dictador de turno, Alfredo Suaecelência, dedicado al saqueo de los bienes públicos, a la escenificación grotesca de procesos electorales corruptos de raíz, a amedrentar a los desafectos..., los usos, en fin, que la colonización europea dejó tras de sí después de saquear todos sus recursos naturales (y por eso Javier Reverte pudo escribir: “Dios hizo África pero luego se la entregó al demonio”).
La novela no es, sin embargo, un relato realista y documental, pues los personajes han sido forzados hacia la condición de arquetipos hasta ajustar su comportamiento al desarrollo de una única idea: a Bartolomeu Sosinho (un anciano enfermo que rememora sus fúlgidos años de maquinista en el trasatlántico portugués Infante Henrique) le impulsa la saudade; a Munda, su esposa, la guía la venganza; al médico portugués le empuja el anhelo de recuperar una pasión erótica; a Suacelência le impele la obtención de un poder absoluto...
Todos ellos giran en torno al destino de una mujer ausente y, por tanto, alrededor de un enigma: el de Deolinda, la joven mulata, primero viva, luego desaparecida, al fin muerta en una maraña de narraciones contradictorias, pues en este ámbito no existe la verdad sino un repertorio de versiones que van cambiando dependiendo del narrador y de sus intereses. Es cierto que, tras una muerte no sabemos si dulce o violenta o lacerante, es imposible encontrar su tumba, pero eso poco importa porque “a pessoa que amamos está enterrada em todos os lados. O mesmo é dizer: não desce nunca à terra”.
Escrita en un registro intensamente poético, con numerosos usos lingüísticos mozambiqueños aclarados en nota, la novela contiene una reflexión sobre las complejas relaciones entre seres humanos de distinta mentalidad (blancos, negros, mulatos) a los que atormenta la desdicha, convirtiéndolos en vidas desahuciadas según el subtítulo de la novela (en una traducción literal: las vidas incurables de la aldea de la niebla), hasta la llegada de esa joven piadosa vestida de “cinzento” que siembra las flores blancas del olvido en torno al cementerio para que los muertos reposen por fin, “para que os mortos se esqueçan de que, em algum momento, foram viventes”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario