desde entonces
vivo para el dolor
Mérida, de la luna
libros, col lunas de oriente, 2018, 75 págs.
Premio “25 Años /
Lunas de Oriente”
Además de
varios ensayos (Dalí. El arte de
escandalizar, 2004 o Transmutaciones.
Literatura colombiana actual, 2009) y numerosas colaboraciones en obras
colectivas (antologías de cuento y de poesía, revistas…), Antonio María Flórez (Don
Benito, 196) libros de poesía, galardonados con premios de reconocido prestigio
como Desplazados
del paraíso (premio nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2003,
publicado este año en Colombia y en España en 2006), Bajo tus pies la ciudad (2012) o En las fronteras del miedo (premio nacional de poesía del
Ministerio de Cultura de 2015). Como
narrador, ha publicado sus relatos en antologías como Cuento caldense actual (1992), Estrechando
círculos (1999), La narración corta
en Extremadura (2000) y Ficciones
(2001). En 2018, la editorial De la Luna libros publicó un volumen de relatos, Desde entonces vivo para el dolor,
ganador del concurso de relatos “25 años /Lunas de poniente” convocado por de
la luna libros en julio de 2018.
Desde entonces vivo para el dolor reúne
trece relatos y microrrelatos de diversos perfil e intención marcados por una
intensa experimentación estilística y una prosa tensa, conmovida, tocada por
emociones perturbadoras y poderosas. Junto a pequeños textos dominados por la
fantasía (o los sueños) sobresalen los relatos centrados en el pormenorizado
análisis de la pasión erótica fuente de placer y de gozo pero también, como
indica el título, de dolor, pues “Ningún amor es en vano y todos tienen su
castigo”. Reproducimos un pequeño texto que recuerda por momentos el barroco e
imaginativo mundo de García Márquez.
RENUNCIÓ A LOS
GESTOS
Nunca
había conocido un lugar tan callado
Gabriel
García Márquez. Diatriba de amor.
Alguien le ordenó que saliera al jardín y
lavara su cuerpo con agua de azahar. Sin convicción asumió la tarea y aligeró
su piel de inmundicias y malos sentimientos. Después le dijeron que se tendiera
en el suelo con los brazos abiertos y los ojos cerrados y que aguardara el
anuncio de nuevos encargos. Se quedó en silencio, besando el polvo, a la espera
de ello. Se hizo noche y nada se movió desde entonces a su lado. Renunció a los
gestos y a la luz. Con el lento paso del tiempo su cuerpo se fue cubriendo de
densos ramajes y flictenas de fango. Quería seguir confiando y obligarse a
obedecer, pero una sombra de duda le llenó el alma de zafios pensamientos y le
dejó gravemente herido y sin resuello. Como un espectro de agua, para siempre
ausente, silencioso y dormido.
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