SELECCIÓN SINGULAR
María Francisca Ruano
Madrid, Ediciones Libertarias, 2019, 100 págs.
María Francisca Ruano (Madrid, 1946) es autora de
una amplia trayectoria cuentística de creciente calidad, que arranca con Cuentos de Badajoz (Badajoz,
Universitas, 1989), libro al que siguieron otros muchos títulos. Los publicados
ya en este siglo han sido Días sin gloria
(2002), Las flores del silencio
(2004) Archipiélagos (2005), Entretenimientos privados (2007), Invierno español y portugués (2012), Será la boda más bonita del mundo
(2013), Un mono solitario es una criatura vulnerable
(2015) Y, finalmente frambuesas (2016)
y Todo el mundo acaba marchándose de casa
(2018).
Ahora, la editorial madrileña Libertarias en
que han visto la luz la mayor parte de sus obras publica Selección singular, una compilación de veintiún relatos procedentes
de libros anteriores que se mueven por el territorio predilecto de la
escritora, el de las relaciones personales (amistades, amores y amoríos,
matrimonios infelices…) en el que hombres y mujeres parecen vivir a la
melancólica sombra de una dicha pasada. Reproducimos un fragmento del relato
titulado “Azevedo” en que se describe un tipo humano que ha decidido apartarse
de la corriente del propio vivir para convertirse en un mero testigo de su
presente.
“Son las siete y veinticinco y Azevedo continúa
allí. Es un hombre todavía joven, con pantalón claro, una camisa debajo del
jersey con rayas grises, barba, y lo más interesante es que lleva toda la
tarde, la tarde de un viernes tormentoso y húmedo, apoyado contra la pared de la
iglesia de San Juan de Dios, en el norte de Lisboa.
Apoyado. Nada más. Un hombre joven todavía,
apoyado así. Con una barba castaña y la actitud aún rebelándose, una actitud
rebelde. La plaza de Londres mira hacia muchos sitios: a la plaza de toros, al estadio
del Benfica, a la carretera de Porto y Coimbra, o a la universidad y a la
biblioteca. Está a un tiro de piedra de cualquiera de estos lugares. Una nube inmensa
ha desplazado a las más pequeñas y todo está blanco, preparado para enfurecerse
y relampaguear. Poco a poco el viernes se va extenuando, y como es el último de
mayo, empiezan a surgir las claras y ágiles piernas de las extranjeras
desembarcando en el país más antiguo y melancólico de Europa. Dicen. Azevedo ya
no parpadea cuando las ve” [p. 71].
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