BADAJOZ, 1925: MONUMENTO Y EXPOSICIÓN DE LUIS DE MORALES
Fernando Cortés Cortés
Badajoz, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, 2019, 354 págs.
Tras cursar Magisterio, Fernando
Cortés Cortés (Montijo, 1944) es en la actualidad Doctor en Filosofía y Letras
(en la sección de Historia) y Doctor en Pedagogía por la Universidad de
Extremadura además de Catedrático de Geografía e Historia. A su tarea como
profesor de enseñanza primaria y media ha sumado numerosos cargos institucionales
(Inspector de Educación, Director General de Ordenación, Renovación y Centros,
Cronista Oficial de la ciudad de Badajoz, Director de la Revista de Estudios
Extremeños…). Como investigador,
Fernando es autor de una vastísima trayectoria de publicaciones, que no se
doblega a los resúmenes, que ha transitado de
modo preferente por la historia de la Baja Extremadura y Andalucía
occidental, las relaciones fronterizas entre España y Portugal (numerosos trabajos
han aparecido en el país vecino) y el
estudio del estado de la educación en Extremadura en diferentes tramos de su
pasado. Una relación completa de sus obras pueden encontrarse en su blog de Regiondigital.
Ahora, el servicio de
publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz publica Badajoz, 1925: monumento y exposición de Luis de Rosales, un
documentadísimo estudio del proyecto de erección de un monumento que recordara
la figura de uno de los más insignes hijos la ciudad. Con un precedente lejano
en 1865, la propuesta de erigir un monumento a Luis de Morales (Badajoz, 1509 –
Alcántara, 1586, pero ninguna de las dos fechas está documenta) fue presentada
por un edil en el pleno de la Corporación Municipal de Badajoz en abril de
1917. La proposición iba acompañada de sendos escritos de Aurelio Cabrera (que
se ofreció a entregar un proyecto) y José Rebollo, directores de las Escuelas
de Artes y Oficios de Toledo y de Badajoz respectivamente. En el mes de mayo de
ese mismo año, el Museo del Prado celebra una exposición nacional de su obra
(de motivos preferentemente religiosos, fue conocido en su época como el
“Divino”).
A partir de esta fecha,
Fernando Cortés rastrea el recorrido de esta iniciativa por la prensa regional
hasta la erección del monumento en el mes de junio de 1925. En Noticiero Extremeño, Nuevo Diario de Badajoz y Correo de la Mañana se suceden los
artículos, casi todos unánimes en el apoyo al proyecto, de escritores, artistas
e intelectuales como Antonio Juez (uno de los más entusiastas), Luis Bardají,
Aurelio Cabrera (cuyo proyecto fue desestimado por su alto coste), Adelardo
Covarsí, José Antonio Sánchez Borayta o José López Prudencio (que suele
denunciar en sus artículos el olvido en el que duermen los artistas regionales
del pasado). Tras barajar otros nombres de escultores regionales (Exuperancio
Pérez Ascunce, Pérez Comendador, Torres Isunza), el proyecto fue encargado
finalmente a Gabino Amaya.
Más allá del interés
específico del asunto central del estudio, por las páginas del libro de
Fernando Cortés desfilan comisiones, instituciones públicas, entidades públicas
y privadas pues el proyecto se financió con aportaciones de Cajas de Ahorro,
Ateneo, Diputación, Ayuntamiento, establecimientos comerciales y numerosas
personas a título personal, que reflejan la vida cultural de la ciudad pacense
en un tramo temporal del siglo pasado.
Reproducimos un fragmento que
recoge una intervención de López Prudencio (director del Correo de la Mañana; el
artículo apareció el 12 de mayo de 1922).
“En esta línea podría
situarse un nuevo artículo de José López Prudencio, quien una vez más incide en
la personalidad y en la obra pictórica de Luis de Morales, comparando su
producción pictórica con la de Zurbarán y con artistas extremeños de su momento
–Hermoso, Covarsí- pero, sobre todo, presentando, recalcando y reforzando la
idea de que el monumento a Morales, además de saldar una vieja deuda hacia el
artista era el instrumento con el que comenzaría la regeneración de Extremadura
y los extremeños recuperando los viejos valores que en tiempo bien pretérito –en
la personal concepción que se pretendía divulgar y difundir- habían adornado a
un pueblo y un pasado que se veía -y se soñaba- con unos caracteres en su
acontecer histórico cuando menos bien alejados de la que había sido su auténtica
realidad. López Prudencio lo declaraba de forma enfática.
‘Sabemos
que se trata, no solo de un homenaje a determinada eminencia, como se trató en
el caso de Moreno Nieto, sino de iniciar un movimiento de consciente examen de
las energías y merecimientos de la raza mediante reconocimiento, estudio y
presencia rememorativa de sus grandes representantes, y esto hay necesidad e
comenzarlo por uno, por alguien, por el que sea, están en igual condición, en
todos los grandes hombres de Extremadura, cualquiera que sea el terreno en que
se movilizaran, el campo en que florecieron, aunque en uno sean distintos que
en otros los rasgos predominantes y aunque hay algunos en que todos esos rasgos
se cursan con igual vigor’”
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