FÓRMULAS DE UMA LUZ INEXPLICÁVEL
Nuno Júdice
Lisboa, Publicaçoes Dom Quixote, 2014 [3ª ed] 107
págs.
Nuno Júdice
(Mexilhoera Grande, El Algarbe, Portugal, 1949) es licenciado en Filología
Románica, doctor por la Universidad Nueva de Lisboa y profesor de Literatura
Comparada en la Universidad de Lisboa y agregado cultural de la embajada
portuguesa en Francia. Como escritor, además de numerosos estudios filológicos,
ha cultivado el teatro, la novela y la poesía. En este último campo se dio a
conocer en 1972 con su primer libro, Noção
do poema, al que siguieron, entre otros, O Mecanismo Romântico da Fragmentação (1975), Nos Braços da Exigua Luz (1976), A Partilha dos Mitos (1982), Lira
de Líquen (1986), A Condescendência
do Ser (1988), Enumeração de sombras
(1989) y Obra Poética, 1972-1985 (1991).
Entre los numerosos reconocimientos recibidos por su obra (Premio Pablo Neruda,
Pen Club, Associação portuguesa de escritores, Fernando Namora…) destaca el
premio Reina Sofía de poesía iberoamericana de 2013 por Navegação de acaso.
En mayo de
2012 la editorial lisboeta Dom Quixote publicó Fórmulas de uma luz inexplicável, libro del que reproducimos uno de
los poemas y su traducción al español (que, espero, no lo eche a perder en
demasía).
NOITE CAMPESTRE
Já não era o tempo dos centauros, dos minotauros,
das raparigas presas no labirinto, e dos
adolescentes
que as espreitavam. À noite, sabia-se, o campo era o
quarto; e debaixo das figueiras, afastando os ramos
mais baixos, os corpos deitavam-se e recibiam o
leite
branco dos figos verdes, o leite pegajoso que talvez
queimase as maos, mas que a boca procurava
com a sede que a noite provocava. Também
o teu corpo me fugia por entre os dedos, como
esses figos que caíam de maduros, e ficavam
esmagados quando nos deitávamos: uma cama
de figos, segredavas, e tinhas bebido demasiasa
aguardente para a tua idade, mas não era demasiada
a dureza dos teus seios, nem os cabelos
soltos que os tapavam. E os centauros, os mino-
tauros, os sátiros e os outros, deitavam-se
ao longo da estrada, à espera que saísses debaixo
da figueira, com o leite branco dos figos a
escorrer-te
pela pele, e os labios húmidos de aguardente,
num bafo de fogo, a pedir que não te olhassem,
enquanto te vestias, e o vestido te deixava
mais nua ainda, sob o verde das figueiras.
“No era ya el tiempo de los centauros, de
los minotauros, / de las muchachas presas en el laberinto, y de los
adolescentes / que las espiaban. A la noche, era sabido, el campo era / el
dormitorio; y debajo de las higueras, apartando las ramas / más bajas, los
cuerpos se tendían y recibían la leche / blanca de los higos verdes, la leche
pegajosa que tal vez / quemaba las manos, pero que la boca buscaba / con la sed
que originaba la noche. También / tu cuerpo huía entre mis dedos, como / esos
higos que caían de tan maduros, y quedaban / aplastados cuando nos echábamos:
una cama / de higos, susurrabas, y habías bebido demasiado / aguardiente para
tu edad, pero no era demasiada / la dureza de tus senos, ni los cabellos / sueltos
que los cubrían. Y los centauros, los mino- / tauros, los sátiros y los demás, se
tendían / a lo largo del camino, a la espera de que salieses debajo / de la
higuera, con la leche blanca de los higos derramándose / por tu piel, y los
labios húmedos de aguardiente, / en un aliento de fuego, para pedirles que no
te mirasen / mientras te vestías, y el vestido te dejaba / más desnuda aún,
bajo el verde de las higueras”.
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