domingo, 24 de marzo de 2019

Esa noche


ESA NOCHE

Mérida, Editora Regional, Col. Escena Extremeña, 2017, 174 págs.
Trad. al portugués de Fernando Rodrigues
VII Premio de Textos Teatrales de Autor Extremeño-FATEX, 2015

   Miguel Murillo Fernández (Badajoz, 1997) compone en 2014 obras teatrales como El reino de Caín, Como en Stanford y Una sola Antígona. En 2015 obtiene el VII Premio de Textos Teatrales “Raúl Moreno” con la obra que ahora publica la Editora Regional en su colección Escena Extremeña, Esa noche. A este mismo año pertenecen La clave de sol y Tragedia con Alcuza y en 2016 escribe El pozo y El aula de los caídos. Sus últimos trabajos han sido Purísimo teatro (2016) representado por la compañía Susurro Teatro en el Festival de Alcántara, y El Quijote en una Europa de duelos y quebrantos (2017) en las Jornadas de Teatro Crítico de la Diputación de Cáceres. En la actualidad, colabora en la sección de cultura del periódico digital El correo Extremadura.
   Esa noche, que publicó en septiembre de 2017 la Editora Regional de Extremadura, es una tragedia que se abre, como el Hamlet shakesperiano con la aparición del espectro del padre muerto (y condenado) en un viejo caserón en donde viven sus cuatro hijas (Encarnación, Asunción, Visitación e Iniquidad), encerradas y asediadas desde el exterior por burlas y calumnias, marcadas por un episodio terrible sucedido una noche del pasado, impulsadas por el rencor, el delirio y  la demencia durante un instante “extenso” en que se mezclan los días del ayer con los del presente (de ahí las referencias aparentemente contradictorias en las acotaciones a “niñas”, “mozas”, “mujeres”). Con intencionados ecos lorquianos, se desarrolla una tragedia de desenlace sangriento y trama brumosa en que se adivina la violencia del padre para con todos y la amenaza de las antiguas erinias exigiendo la sangre de todo aquel que la haya derramado.


ASUNCIÓN:
(Nuevamente, la duda la acecha) ¿Quién no estaba allí? Alguien faltaba. No dormían cuatro, sino tres…

INIQUIDAD:
Deja de decir sandeces… (Recapacita). Sí, dormíamos tres. (Mira con un descaro tremendo a Encarna).

VISITA:
(Se hurga los bolsillos. Saca el botón del escritorio mientras buscaba las coplas). Este botón… De Madame Gólgota…

INIQUIDAD:
Cómo la odio. ¿Hasta cuándo fui Madame Gólgota para reconvertirme en Iniquidad, la niña coplista y tímida, temerosa de Dios y de su padre el coronel?

ENCARNA:
(Tiene miedo). Se hace de noche… Mirad las sombras de la ventana.

Efectivamente, ha oscurecido bastante. Si al principio de esta obra se encendieron las luces eléctricas o candiles, estos deben ser sustituidos por focos tenues, rojizos y tétricos. Si se corrieron las cortinas y se subieron las persianas y la escena es iluminada por el sol, nos debemos percatar de la sombra gris de la muerte que apaga poco a poco la escena. Es ese color que solo ven las cuatro niñas… desde esa noche.

VISITA:
Y yo sin rezar las Completas. Pero, ¿no vendrá madre a contarnos un cuento?

ASUNCIÓN:
Los tres cerditos. Mejor que termine el de La Bella Durmiente…

INIQUIDAD:
Madre no vendrá hoy a contarnos ningún cuento.

ENCARNA:
Llega la noche oscura… mirad las sombras… ¿no tenéis sueño?

INIQUIDAD:
Yo tengo escalofríos. Durmamos, a ver si mañana se hace un nuevo día.

ASUNCIÓN:
(Los dedos en la barbilla, rascándosela a ver si sale alguna respuesta) ¿Quién no dormirá esta noche? ¿Quién no lo hizo? Alguien se levantó, estábamos tres… [pp. 80-82].

Nota
Subo de nuevo una nota de lectura sobre esta obra por una atribución errónea en su momento por la que pido disculpas al autor (y a sus lectores).

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