BESTIARIO DEL CABILDO
José Antonio Ramírez Lozano
Madrid, Amargord Ediciones, Col. Pictoemas, 2018, 175 Págs.
Prólogo de Manolo Romero Mancha
Ilustraciones de Carlos Baonza
José Antonio Ramírez Lozano (Nogales,
Badajoz, 1950) es autor de más de setenta obras en prosa y verso, premiadas
muchas de ellas con galardones prestigiosos (Azorín, Claudio Rodríguez, Juan
Ramón Jiménez, José Hierro, Blas de Otero, Ricardo Molina o los extremeños
Ciudad de Badajoz, Felipe Trigo o Cáceres de novela corta). Su obra poética
arranca con Canciones a cara y cruz
(Sevilla, 1974), libro al que siguieron otros muchos títulos (como Antifonario para un derrumbe, Bestiario de
Cabildo, Cuarto creciente, Azogue impuro, Pipirifauna, Santos llovidos del
cielo, El arquero ciego, Aqueronte, La flor de la pavesa…). Ahora la
editorial Amargord publica Bestiario del
cabildo, un bestiario con ilustraciones (“auténtico poemas visuales”, según
el prologuista) de Carlos Baonza, grabador, pintor y escultor. Los poemas,
siguiendo la ordenación de los textos en el poemario, proceden de Bestiario del cabildo (1984), La flor de la pavesa (2004), Teluria (1986), Oscura trashumancia (1997), Caliches
(2009), Vaca de España (2014) y El rey de las cigarras (2003).
Reproducimos una de las composiciones, “Cerbero”, incluida en La flor de las pavesas.
CERBERO
Cerbero es el
mastín
negro de don
Melquíades. Cuando el amo
murió, subió
ladrándole
calle arriba a
la Muerte sin que el cura
se atreviera a
ahuyentarlo,
pegado como vino
al ataúd.
Desde entonces
ya nadie
pudo echarlo.
Tan fiel,
Cerbero se quedó
junto a la tumba
del difunto y
allí
que aguarda el
lubricán
postrero de la
carne.
La Muerte lo
castiga con la escarcha
del vidrio o
pone cebos
de sombra entre
las tumbas.
Pero el viejo
mastín aúlla, ciego
del fulgor tan
terrible
de la cal y le
lame
su sarna al
sacristán a cambio sólo
de un puñado de
huesos de suicidas
y mártires
anónimos.
Un poema maravilloso.
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