miércoles, 14 de agosto de 2019

Esencia


ESENCIA

Efi Cubero
Sevilla, Ediciones de la Isla de Siltolá, 2109, 202 págs.

   Nacida en Granja de Torrehermosa, Efi Cubero es ensayista, poeta y narradora que ha colaborado con artículos, estudios ensayísticos y entrevistas a personalidades de la literatura y el arte en numerosas revistas (Arquitectura y Humanidades de la UNAM, Letralia, Mitologías, Analecta Literaria, Cuaderno Ático,  Estación Poesía,  El ático de los gatos, Frontera, Cromomagacine, Papel Salmón, Alga, Norbania, Destiempos, En sentido figurado, Turia, Tinta China…).
   Su obra poética, incluida en numerosas antologías y traducida al portugués, francés e inglés se inicia con Fragmentos de exilio (Badajoz, 1992), al que siguieron Altano (Badajoz, Alcazaba, 1995), Borrando márgenes (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2004), Estados sucesivos (Architecthum Plus, S. C., México, 2008, con prólogo de Federico Martínez Reyes), Ultramar. Libro de Artista en colaboración con Paco Mora Peral. Castilla-La Mancha, 2009), Condición del extraño (Sevilla, Isla de Siltolá, 2013, con estudio introductorio de Jesús Moreno Sanz) y Punto de apoyo (Mérida, La luna libros, 2014).
   Ahora, Ediciones de la Isla de Siltolá publica Esencia, una compilación de textos ensayísticos sobre creadores visuales, de modo preferente pintores, cuya aportación estética se propone evaluar en unas composiciones fronterizas entre el ensayo y la propia poesía, aproximándose a su ser esencial y singular con una prosa de una notabilísima altura lírica. Son textos reflexivos en los que, dice en su capítulo sobre El Greco, “converso sin prisa alguna”, pues él “tiene toda la eternidad para escucharme y yo solo algunos años para hacerlo”. Aunque carezco de conocimientos bastantes para enjuiciar sus apreciaciones, mi experiencia de lector encuentra constantes hallazgos. He aquí algunos: Caravaggio (“En cierta forma él encarna la audacia, ausente de prejuicios, de la modernidad, también el desarraigo”.), Turner (“Nada somos –nos recuerda el artista- frente a los elementos ni frente a lo poderoso de una naturaleza que a menudo nos traga y zarandea en continuo proceso del cambiante trasiego”), Goya (“Goya desvela igual la carne que la conciencia. Antes que Munch, su grito sin sonido resuena sobre el viento de la idea reflejando impotencias. Mostrando como nadie la crueldad y el valor, la indefensión y el miedo, el horror de la guerra en toda guerra, la mirada invertida de víctima y verdugo”), Dalí (“Simulacros y máscaras. El artificio y la verdad de la creación, su angustia y su grandeza desde el lúgubre juego daliniano”) Antonio López (“Pinta también al hombre y a la mujer, despojados, ajenos y terrosos, con esa claridad que atraviesa los tiempos y nos lleva al silencio austero de las esculturas de Tell el-Amarna”)…
   Reproducimos el capítulo dedicado a Antonio Gómez.

XXXIV

ANTONIO GÓMEZ

   Camina Antonio Gómez con la mirada alerta y es un mirar de fondo y hacia el fondo. Las plumas culebrean para salir del marco, la funda del revólver solo contiene lápices y el mundo es la metáfora de un poema bajo la afilada punta de unos ojos que piensas. Un melón coronado de papel, una estrella de David que se convierte en un anuncio de icónica bebida muy estadounidense, el aire se sostiene en molinillo de papel y, tan calderoniano, todo es sueño y verdad. Reflexión y materia recrean un universo de contrastes y luces, sombras, reverberaciones sobre el enigma de cualquier elemento cotidiano que su interior y sus dedos ágiles transforman en poema y en arte puro. Gómez escribe y escribe y escribe en el insomnio de la incertidumbre mientras los bolígrafos se vacían y él los alinea como soldados en un campo de batallas perdidas, o ganadas, con su carga de indefensión y desnudez perpleja. A veces cierra los ojos para ver mejor mientras que desde el fondo, su Lorca malherido, perfile el trágico perfil de aquella negra España donde lo asesinaron. Siempre la coherencia de ese valor en alza que nada tiene que ver con elementos mercantiles. Una visión de niño con disparos de luz proyecta limpiamente el caminar el hombre y del poeta. Avanza hacia el asombro que le permite pintar el arco iris, indagar en el juego de intereses que la vida perpetra y formar, con dos hojas prestadas de algún árbol, un corazón prendido a un imperdible con la complicidad sencilla del que ama, con la complejidad del ser humano que medita y cavila. Poesía visual, objetual, discursiva, fónica, acciones poéticas, instalaciones y performances, distintos soportes para una dimensión interdisciplinar justifica su larga trayectoria, pero en el fondo, apuntando a ese norte de emoción y razón, solo es poesía desnuda lo que abarca su juego. Verosímil y alucinado huye de pedestales, pisa la tierra con extrañamiento, apunta hacia un objeto y lo trastoca otorgándole un nuevo significado desvelando las capas que en realidad contiene, porque somos naturaleza viva unida a cualquier brizna de tiempo. Antonio Gómez vibra por la cara interior de los matices y encuentra la verdad. Y es que respira, ajeno y desprendido, solidario y humano, dejándonos su luz e incertidumbre.

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