martes, 18 de abril de 2017
Presentación de O Ele
Salón
de actos de la Facultad de Ciencias de la Educación
Jueves,
20, a las 19,00
Intervienen:
Ángel
Bernal Estévez
Presidente
de la Asociación Cultural Extremeño-Alentejana
Eduardo
Moga
Director
de la Editora Regional de Extremadura
Manuel
Simón Viola
El
autor
viernes, 14 de abril de 2017
Pesquera
PESQUERA
Cada pocos kilómetros, el Gévora represaba su cauce con pesqueras de
pizarra, ahora abiertas como la de la fotografía, que elevaban el nivel del agua y la
derivaban hacia levadas para regar las huertas de las márgenes del río. Nacido
en la cercana Sierra de São Mamede, el río fluye cantarín y cristalino a la
sombra de los amieiros mostrando en instantes fugaces las flechas plateadas de las
pardillas y las colmillejas. Excepto
las huertas de la ribera, la tierra era pobre, con jarales en las lomas, franjas
de centeno dorado en las laderas y olivares polvorientos cercados por paredes de
pizarra que crujían atormentadas por el sol, pero, todavía hoy, el río alza su glauca estatura frondosa en que silban los mirlos
esquivos ocultos en los mimbrales, gorjean los pardales saltando de rama en rama en busca de las
primeras brevas, canta engreído un pintassilgo en el galapero y murmura el agua
en la levada. Hay un rumor de vida pequeña en ebullición: insectos de alas de
oro, abejas en su monótona tarea sonora, tímidos grillos metálicos... Y uno siente cómo las horas se aproximan lentas desde las sierras azules apoyando perezosamente sus cuartos en las
lomas, golpean con un restallido sordo de sábana al cierzo y se alejan, por
fin, valle arriba. Tiempo perdido, tiempo perdiéndose...
[Glosario: pesquera: azud; levada:
acequia; amieiros: alisos; pintassilgo: jilguero; galapero: peruétano]
jueves, 13 de abril de 2017
Contiendas y refertas
CONTIENDAS Y REFERTAS
Esta isla en el río
Gévora (un Gévora ya plenamente español pero todavía adolescente, próximo a sus
fuentes de la Sierra de São Mamede) me ha hecho recordar las numerosas
“refertas” y contiendas (palabras sinónimas que podríamos traducir por
territorios en disputa) que acompasan el trazado de la frontera más antigua de
Europa (y que hoy sobreviven como nombres propios de parajes y fincas privadas
a ambos lados de la raya). Sin un hito indicador ni accidentes geográficos
separadores, son espacios francos en que se tiene la sensación de estar fuera
de cualquier lugar. Por unas de estas “tierras de nadie”, entre Rosal de la
Frontera y Moura, deambuló Miguel Hernández con un reloj de oro en el bolsillo
que precipitaría su ruina cuando la policía salazarista lo detuviera y lo
devolviera a España.
Tal vez las contiendas más singulares fueron las islas que el Guadiana en su perezoso avance formaba en medio de su cauce, pues si el río marcaba la frontera ¿a qué país pertenecían esas islas arenosas que criaban unas sandías magníficas? A falta de una legislación al respecto, una norma tácita otorgaba la propiedad temporal de esos minúsculos territorios al primero que los colonizara sembrándolos y edificando una choza cubierta con cañas. Solían ser pescadores de río que faenaban en unas barcas sin quilla de fondo plano, que en Badajoz también servían para cruzar el río a cambio de unas monedas no lejos del puente de Palmas (conocido en el pasado como “puente bobo” porque nunca cobró pontazgo). Al día siguiente, sus mujeres pregonaban por las barriadas de Badajoz : ¡La carpa! ¡El picón! ¡Las pardillas!...
Pronto, sin embargo, descubriría el pescador que el Guadiana ofrecía otro medio de subsistencia cuando al amanecer viera su barca atada a unos mimbrales de la orilla izquierda del río. Sin demasiada sorpresa, el buen hombre cruzaba el cauce con el agua por la cintura y recobraba su barca. Dos días más tarde la encontraba atada a unas adelfas de la orilla derecha. Unos días después recibía la cordial visita de guardias civiles y guardiñas con los que mantenía una animada conversación sobre el tiempo. Otro día, en fin, encontraba en su cabaña envuelto en periódicos un paquete con cinco kilos de café portugués, que su esposa, sin pregonarlo, vendía de casa en casa. ¡Gentes de la frontera, bilingües desde niños, que aprendieron pronto a callarse en dos lenguas!
Tal vez las contiendas más singulares fueron las islas que el Guadiana en su perezoso avance formaba en medio de su cauce, pues si el río marcaba la frontera ¿a qué país pertenecían esas islas arenosas que criaban unas sandías magníficas? A falta de una legislación al respecto, una norma tácita otorgaba la propiedad temporal de esos minúsculos territorios al primero que los colonizara sembrándolos y edificando una choza cubierta con cañas. Solían ser pescadores de río que faenaban en unas barcas sin quilla de fondo plano, que en Badajoz también servían para cruzar el río a cambio de unas monedas no lejos del puente de Palmas (conocido en el pasado como “puente bobo” porque nunca cobró pontazgo). Al día siguiente, sus mujeres pregonaban por las barriadas de Badajoz : ¡La carpa! ¡El picón! ¡Las pardillas!...
Pronto, sin embargo, descubriría el pescador que el Guadiana ofrecía otro medio de subsistencia cuando al amanecer viera su barca atada a unos mimbrales de la orilla izquierda del río. Sin demasiada sorpresa, el buen hombre cruzaba el cauce con el agua por la cintura y recobraba su barca. Dos días más tarde la encontraba atada a unas adelfas de la orilla derecha. Unos días después recibía la cordial visita de guardias civiles y guardiñas con los que mantenía una animada conversación sobre el tiempo. Otro día, en fin, encontraba en su cabaña envuelto en periódicos un paquete con cinco kilos de café portugués, que su esposa, sin pregonarlo, vendía de casa en casa. ¡Gentes de la frontera, bilingües desde niños, que aprendieron pronto a callarse en dos lenguas!
jueves, 6 de abril de 2017
miércoles, 5 de abril de 2017
La batalla de Medellín
LA BATALLA DE MEDELLÍN
Jornadas de Historia de las Vegas Altas
José Ángel Calero Carretero y Tomás García Muñoz (editores)
Sociedad Extremeña de Historia – Diputación de Badajoz,
2010, 575 págs.
La batalla de Medellín, un volumen
auspiciado por las instituciones citadas más arriba y por los ayuntamientos de
Medellín y Don Benito, recoge las ponencias y comunicaciones elaboradas para
unas Jornadas de Historia de las Vegas Altas celebradas entre el 26 y el 28 de
marzo de 2009 con ocasión del centenario de este episodio de la Guerra de la Independencia que tuvo lugar el 28 de marzo de 1809 saldándose, como se sabe,
con una aplastante derrota de las tropas españolas mandadas por el General Gregorio García de la Cuesta. En el encuentro se expusieron, además de 29
comunicaciones, ponencias de Miguel Ángel Melón Jiménez (“Extremadura a finales
del Antiguo Régimen”), Fernando Sánchez Marroyo (“El surgimiento de las nuevas
élites extremeñas del liberalismo”), Juan Ángel Ruiz Rodríguez (“La Guerra de
la Independencia y su incidencia en las Vegas Altas”), Juan García Pérez (“Los
efectos socioeconómicos de la Guerra de la Independencia en Extremadura”), Juan
José Sañudo Bayón (“Campaña y batalla de Medellín”) y Jesús Sánchez Adalid
(“Retrato de la España que encontró José Bonaparte”). Reproducimos un fragmento
del ensayo de Juan José Sañudo Bayón y dos testimonios recogidos por él en el
mismo estudio.
“De las 10000 bajas
estimadas en el ejército de Extremadura, solamente 1850 fueron prisioneros, el
resto muertos o heridos rematados. Se perdieron 9 banderas y 20 de las 30
piezas de artillería. Las bajas pudieron
haber sido mayores al no tener los que se retiraban ninguna posibilidad
de supervivencia en una llanura tan abierta como la que existe entre Medellín y
Don Benito, e incluso mucho más allá. Afortunadamente, por la tarde se
desencadenó una impresionante tormenta que detuvo la persecución de la
caballería francesa y salvó la vida de muchos más hombres”. (“Campaña y batalla
de Medellín”, p. 146).
“Buitres enormes
acudieron por miles de todos los puntos de España a este vasto y silencioso
campo de la muerte. Situados sobre las alturas y vistos desde lejos, parecían
grandes como hombres. Nuestros centinelas, tomándolos a veces por enemigos,
iban a reconocerlos y no abandonaban las presas en las que se cebaban sino
cuando los nuestros estaban encima, a dos o tres pasos; entonces alzaban el
vuelo y sus enormes altas batíanse fúnebremente sobre nuestras cabezas”.
(Rocca, A. J. M. ).
“En otras partes de Europa, dos batallas como las de Medellín y Ciudad Real habrían llevado a la sumisión de los habitantes y los ejércitos victoriosos habrían podido continuar sus operaciones. En España era todo lo contrario: cuantos más reveses sufrían los ejércitos nacionales las poblaciones se mostraban más dispuestas a sublevarse y a tomar las armas. Cuanto más terreno ganaban los franceses su situación se volvía más peligrosa” (Jourdan, Jean-Batiste).
“En otras partes de Europa, dos batallas como las de Medellín y Ciudad Real habrían llevado a la sumisión de los habitantes y los ejércitos victoriosos habrían podido continuar sus operaciones. En España era todo lo contrario: cuantos más reveses sufrían los ejércitos nacionales las poblaciones se mostraban más dispuestas a sublevarse y a tomar las armas. Cuanto más terreno ganaban los franceses su situación se volvía más peligrosa” (Jourdan, Jean-Batiste).
sábado, 1 de abril de 2017
Medellín en Medellín
MEDELLÍN AL PONIENTE
El pasado 31 de marzo, en el Centro Cultural “Quinto Cecilio Metello”
tuvo lugar una jornada de hermanamiento cultural con la ciudad colombiana de
Medellín. Abrió el acto el Alcalde de la ciudad, Antonio Parral, que, además de
dar la bienvenida a los colaboradores, recordó cómo el Medellín extremeño
respondía así a la invitación cursada por la ciudad homónima colombiana.
Antonio María Flórez, coordinador del encuentro, recordó las estrechas relaciones
históricas entre Extremadura y Antioquia, tras lo cual fue dando la palabra a
los siguientes participantes: Tomás García Muñoz, quien resumió la ponencia
dada en Colombia (“Medellín en Medellín. Historia y razones de un nombre”),
Yolanda Regidor, Efi Cubero, Antonio Gómez, Irene Sánchez Carrón, Ramón Pérez Parejo y el propio Antonio María Flórez, que leyeron poemas o fragmentos de sus
obras. Mamen Navia y Juan María García Navia interpretaron versiones musicadas
de poemas de autores colombianos y extremeños.
El pico de la cigüeña
EL
PICO DE LA CIGÜEÑA
Cuentos
populares españoles ilustrados
José
Soto Vázquez, Ramón Pérez Parejo, Hanna Martesn y Enrique Barcia Mencío
Madrid,
Cultiva Libros, 2015, 55 págs.
Ilustraciones
de Fermín Solís
Este primer volumen
de relatos de la colección El pico de la cigüeña, inicia, en edición bilingüe
español/inglés, una colección de “cuentos de la tradición popular europea
recogidos en Extremadura, cuidadosamente seleccionados, adaptados e ilustrados.
Cuentos de ayer, de hoy y de siempre
sobre dragones de siete cabezas, príncipes valientes, hombres malvados,
flautas mágicas… Cuentos para viajar y soñar, cuentos inolvidables que siempre
formarán parte de nosotros, de nuestros miedos, de nuestras ilusiones, de
nuestro sentido de la justicia o de la dignidad y de nuestra manera de ver el
mundo” [Texto de contraportada]
Esta primera
entrega recoge, con unas notables ilustraciones de Fermín Solís, tres cuentos
(“El dragón”, “La flor del lilión” y “El zurrón del pobre”) que los editores han
adaptado a partir de las versiones recogidas por Marciano Curiel Merchán de Cuentos extremeños (Madrid, CSIC, 1944;
la Editora Regional de Extremadura publicó la obra en 2006 en una edición a
cargo de María Luisa Montero Curiel y Pilar Montero Curiel). Reproducimos el
arranque de uno de los relatos, “El zurrón del pobre”.
"Esto era una moza
muy guapa que un día fue por agua a una fuente. Al llegar al pozo, se quitó
unos anillos muy bonitos que tenía y los colocó en el brocal para que no se le
cayeran dentro del agua. Pero al marcharse con los cántaros llenos, se olvidó
de los anillos.
Ya cerca de su
casa, se acordó de ellos, dejó los cántaros y fue a buscar sus alhajas. Cuando
llegó, ya no estaban sobre el brocal. Junto al pozo, se encontró con un pobre,
a quien preguntó si había visto tres anillos. El pobre le contestó que sí, que
los había encontrado y los llevaba en el saco de las limosnas y que, si los
quería, metiera la mano dentro para cogerlos. Confiada la moza, introdujo la
mano y el pobre la empujó y la metió dentro del saco.
Con el zurrón y la
moza dentro, iba el pobre pidiendo limosna por el pueblo y al llegar a las casas
decía:
-Canta,
zurrón, canta, que si no, te doy con la palanca.
Y la moza entonces
cantaba esto, llorando de pena:
Por
los tres anillos de oro
que
en la fuente me quedé,
adiós,
padre, y adiós, madre,
que
ya no os volveré a ver".[pp. 47-48]
Suscribirse a:
Entradas (Atom)