martes, 12 de mayo de 2015

Nundinae


NUNDINAE

Juan Ricardo montaña
Don Benito, Concejalía de Cultura, Fondo Editorial, 2015, 56 págs.
Ilustraciones del autor.

   Nacido en Don Benito en 1949, Juan Ricardo Montaña ha cultivado varias disciplinas creativas. Entre ellas, es coautor y editor de los libros objeto Vberitas (1993), Amaltea (1994), Caligae (1995), Tierra de encinas (1996), Sed de agua (1997) y Brisa de alas (1998).
   Como autor de poesía visual, ha sido incluido en diversas antologías, como Pensar y pintar a Lorca, Caja de truenos, La palabra imaginada, Todos o casi todos, Cuadernos escolares o Aldea poética. En dos ocasiones ha sido seleccionado en el premio de Poesía Experimental de la Diputación de Badajoz. En 2003 vio la luz Voces y Ecos, la más completa selección de su poesía visual, y en 2012 fue incluido en la antología Poesía experimental española de la editorial Calambur. En la actualidad, dirige la revista literaria “Vberitas” de Ventana abierta.
   Nundinae, que ahora publica el Fondo Editorial de la Concejalía de Cultura de Don Benito, puede ser considerado como un segundo capítulo o continuación de un libro anterior, Viaje a Éfeso (Littera Libros, 2005), que arranca con la llegada del protagonista a esta ciudad del Asia Menor, marcada por las huellas de Grecia y Roma (el libro anterior había narrado, sustancialmente, el viaje desde Hispania) y, como en aquella narración, nos hallamos ante un texto demorado y descriptivo con un narrador abierto a sensaciones de toda condición, seducido por el mundo que descubre, en especial por los objetos (con una pasión digna de un coleccionista) procedentes de numerosos lugares del imperio romano.

   “Hay un bullicio ensordecedor. A porfía, los vendedores vocean sus productos en una auténtica babel y las mercancías atiborran los tenderetes. Nos acercamos a uno con ricas telas de seda, procedentes de la China. La esposa de Cayo elige las más adecuadas a las edades de mi madre y hermana. Para acompañar a las telas, unos pendientes de Persia, brazaletes de la India y sandalias de Creta. Yo compro para mi padre un vaso de bronce antiguo, procedente de Etruria. Tiene la forma de las vasijas de cerámica pero con un asa particular: la diosa de la Tierra, franqueada por dos leones. Para mi abuelo, un arnés de caballo procedente de Cartago. Afeites y perfumes para las abuelas. Mi abuelo Marco agradecerá los papiros de Alejandría. Nos detenemos en uno de Hispania, llegado de Setabis” [pp. 33-34]

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