ADA
SALAS
Mérida,
Editora Regional de Extremadura, Col. El Pirata, 2017, 61 págs.
Ilustraciones
de Fermín Solís
Junto con el primer volumen dedicado a José de
Espronceda, ve la luz esta pequeña antología de poemas de Ada Salas (se
anuncian en contraportada los dedicados a Carolina Coronado y a Álvaro
Valverde), en una colección, realizada en colaboración con el Grupo de
Investigación de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Extremadura, que se propone difundir la poesía extremeña, clásica y contemporánea,
entre niños y jóvenes. “‘El Pirata’ dará a conocer selecciones de poemas de los
mejores autores de Extremadura de siempre, ilustrados por algunos de sus más
destacados artistas gráficos, y destinadas, en ediciones manejables, divertidas
y rigurosas, a los escolares de la Comunidad – aunque su público pueda ser, en
realidad, de cualquier edad-.”. Y, en efecto, esta primera doble entrega reúne
a un clásico y a una autora joven y en pleno
proceso creador. Nacida en Cáceres en 1965, Ada Salas publicó su primer libro, Arte y memoria del inocente, en 1988
(Universidad de Extremadura, premio “Juan Manuel Rozas”). Desde entonces, y
además de un libro sobre la propia escritura (Alguien aquí, Hiperión, 2005) y el ensayo El margen, el error, la tachadura
(premio de ensayo “Fernando Pérez”, 2011), ha publicado los poemarios Variaciones en blanco (premio “Hiperión”
de 1994), La sed (Hiperión, 1997), Lugar
de la derrota (Hiperión, 2003), Esto
no es el silencio (premio “Ciudad de Córdoba”, 2008), No duerme el animal (una recopilación de casi toda su obra poética
aparecida en Hiperión en 2009), Ashes to Ashes (Ediroa Regional, 20011, en colaboración con el pintor Jesús
Palencia) y Diez mandamientos (La
Oficina Ediciones, 2016). Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica esta breve antología que recoge
composiciones de los libros Arte y
memoria del inocente, Variaciones en
blanco, La sed, Lugar de la derrota, Esto no es el silencio y Limbo y otros poemas. Reproducimos una
de los textos seleccionados en que irrumpe de improviso el destello feliz de la niñez y su entorno.
Quién
podría creer esta roca
elevada
sobre
la luz del mundo
esta
devastación
de la belleza.
Y
vuelve
realidad:
la comida
en
el campo
el
pez en la costera de tu padre
el
río
como
un cuerpo secreto
los
nombres
que
olvidaste
de
la felicidad
y
han venido de pronto
aquí
sobre esta cumbre
saltando
entre las piedras
y
ha resbalado el pie
y
un poco de sangre en la rodilla.
(Villuercas, II)
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