lunes, 8 de marzo de 2021

La insurrección revolucionaria del sargento Sopena

 

LA INSURRECCIÓN REVOLUCIONARIA DEL SARGENTO SOPENA

VILLANUEVA DE LA SERENA, 1933

 Antonio Molina Cascos

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. La memoria, 202º, 244 págs.

Introducción del autor

  Licenciado en Geografía e Historia y profesor de Enseñanza Secundaria, Antonio Molina Cascos ha impartido docencia también en la Universidad de Mayores de la Universidad de Extremadura. Como docente e investigador ha participado en numerosos congresos, jornadas y mesas redondas relacionadas con la historia contemporánea de Extremadura y el patrimonio arquitectónico de la región. Fruto de esas líneas de investigación son, junto a diferentes artículos en revistas especializadas, monografías como La fábrica de jabones Gallardo (2013), Banca Pueyo. 125 años de historia (2014) y Aníbal González y su influencia en la arquitectura de la provincia de Badajoz (201 8), así como textos redactados con otros autores, como La comarca de La Serena como herramienta pedagógica (2011) y Siglo y medio de tren en Extremadura, 1886-2016. La línea Ciudad Real-Badajoz (2016).

   “En los días 9, 10 y 11 de diciembre de 1933 tuvieron lugar los hechos. Comenzaron el sábado por la noche cuando los rebeldes se dirigen al cuartel militar [la Caja de Reclutas nº 7] y privan de libertad a todos los soldados que se encontraban en su interior. Son retenidos y pasan a controlar este estratégico lugar. No se ha disparado ni una sola bala, el factor sorpresa ha sido determinante para acabar con éxito el objetivo deseado. Fue en la mañana del día siguiente, domingo 10, cuando los acontecimientos se precipitan. A las diez de la mañana ya se había disparado la espiral de violencia y un tétrico bagaje: dos guardias civiles han fallecido. A partir de aquí, la contraofensiva o se hará esperar: a la Benemérita se le une los guardias de asalto y, posteriormente, el ejército. La consigna está clara: hay que acabar con el movimiento insurreccional” [Introducción, p. 17]

   Estos son sustancialmente los hechos iniciales de La insurrección revolucionaria del sargento Sopena, un título preciso pues nadie más, ni el Ayuntamiento, ni el pueblo, ni partidos, ni sindicatos apoyaron una empresa insensata que no pasaría de una anécdota histórica de no ser por el alto número de víctimas que ocasionó (sólo hubo un superviviente entre los insurrectos) y por la desproporcionada y contundente respuesta de las fuerzas de seguridad (guardia civil, guardias de asalto, tropas del ejército).    Sólidamente documentado, el trabajo se apoya en recuerdos de testigos, comunicado del Gobierno Civil de Badajoz, informes periodísticos en un primer momento censurados y debates parlamentarios en los que Juan-Simeón Vidarte, diputado socialista, reprocha al gobierno la reacción desmesurada de las autoridades (“¿Por qué ese alarde de fuerza? ¿Por qué ese deseo de acabar inmediatamente con una sublevación, pasara lo que pasara, si no había peligro de que la rebelión se extendiera, si aquellos hombres allí refugiados no tenían más remedio que rendirse a los pocos instantes?”) y el acoso a sus dirigentes a pesar de que en ningún momento se habían adherido a la rebelión.

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