domingo, 27 de noviembre de 2022

Conversaciones con Mariel

CONVERSACIONES CON MARIEL

Víctor Valadés Paredes

Madrid, Amargord Ediciones, 2022

    Nacido en Don Benito  Víctor Valadés Paredes tiene una ya larga relación con la poesía desde su primera juventud. En 2002 ganó los Juegos Florales de Primavera del colegio Claret de su ciudad, y no será hasta 2012 que publique su primer poemario, Enredada calma, en el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz, en la Colección Alcazaba de poesía, con éxito de crítica. A partir de ahí, empieza a entrar en contacto con la Asociación de Escritores Extremeños, en cuya revista El Espejo, colabora en varias entregas con haikus, microrrelatos y algunos  poemas. En 2015, vuelve a ver publicado de nuevo un libro de poemas en la misma Colección Alcazaba, Alcobas de luz. En 2019 colabora con un cuento en un libro solidario de la Asociación Afal. Conversaciones con Mariel, que ahora publica en Amargord Ediciones, es su primer libro fuera de Extremadura. “La historia de la literatura –considera el poeta- nos enseña que las obsesiones de un poeta suelen reiterarse: el amor y el desamor, el miedo y el tiempo, la memoria, la lengua y sus reflejos… y yo añadiría que todo esto produce imágenes que alimentan el hado de Conversaciones con Mariel”. Entre la imaginación y la profunda reflexión sobre el sentido de la vida, el libro es “un acercamiento a la manera que tenemos de entendernos a nosotros mismos. Últimamente he escuchado mucho que la poesía no se explica, que hay que dejar reposar el verso que se lee para que transforme. Quizá este poemario implica una mirada, hacia adelante donde está lo que es y no es realidad, y hacia atrás, en la imaginación donde reside una marioneta escondida, sin hilos, por eso la imagen que se forma en nosotros es extraña”.

La luz de la imagen nos hace daño

 

La felicidad es extraña con los que emigran

sin sentimientos entendidos, en una ventana cerrada

que no deja pasar la luz.

Si miramos desde la calle, vemos el corazón de una mujer dolida.

 

En la intimidad de ese corazón, en ese irrealizable paraíso

está el deseo de una lacrimosa mirada,

la increíble sensación de ser sostenido

por la dulzura de un enjambre de abejas,

y la sencillez de acariciarlas.

 

Creo pensar

que la vida llega en su momento para no estar nunca…

 

Retroceder para mirar si en algún recodo

hay la misma herida que aquí;

la luz rota como un espejismo que predica

la imagen de un oasis,

la luz que nos limita hacia el símil de una velocidad austera

cuando cae la arena en un tiempo

que se define en ese instante.

 

Sigo, y a la vez pienso; amo a una muchacha

cuyo poder es el pétalo, el más indefenso

de una jurisdicción que viene de la infidelidad.

 

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