viernes, 20 de marzo de 2020

La arquitectura escénica en Extremadura



LA ARQUITECTURA ESCÉNICA EN EXTREMADURA: TEATROS Y CINES DESAPAREDCIDOS

Laura Fernández Rojo
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Estudio, 2020, 325 págs.

   Doctora en Historia del Arte y profesora de secundaria en la especialidad de Geografía e Historia, Laura Fernández Rojo (Cáceres, 1987) ha dado clases en la Universidad de Extremadura mientras redactaba su tesis doctoral. Entre sus trabajos en equipo más destacados se encuentra la musealización del Palacio de los Golfines de Debajo de Cáceres por encargo de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Participante en diversos congresos, autora de artículos aparecidos en revistas especializadas y capítulos en varias monografías, entrega ahora La arquitectura escénica en Extremadura: teatros y cines desaparecidos, un estudio, extraordinariamente documentado, sobre la existencia y la desaparición progresiva de teatros y cines en nuestra región, dando cuenta de su funcionamiento caso por caso con descripciones acompañadas de fotografías. La atención a ambos tipos de locales se basa en la consideración de que “la confluencia de actividades teatrales y cinematográficas que se ha dado en ocasiones en los mismos edificios, aunando usos para ambos espectáculos, hace que el ámbito de su estudio permita abordar una visión de conjunto que nos acerca a un numeroso conjunto de edificaciones con una tipología y características específicas que han ido evolucionando según las nuevas pautas de comportamiento y gusto sociales” [Introducción, p. 10].
   Reproducimos un fragmento sobre la irrupción del cine en la ciudad de Badajoz.

   “La fecha clave para el inicio del cine en Extremadura fue el 17 de enero de 1897, en el Teatro López de Ayala de Badajoz, donde el Doctor Posadas incluyó en su espectáculo de magia veinte escenas cinematográficas, una de ellas la Partida de Carruajes Automóviles45. Pero no es hasta 1910 cuando sus propietarios llevarán a cabo la reforma del edificio para adaptarlo a las nuevas exigencias de espectáculos y de público. Lo que demuestra que, al igual que en el panorama nacional, los teatros serán los primeros inmuebles que acojan el cinematógrafo.
   En los siguientes veranos se instalarían barracones en las plazas de la ciudad pacense para la proyección de películas. En concreto, en 1900 se instaló uno en la Plaza de Minayo, que, por su mal estado de conservación, la pésima calidad de proyección y por lo repetitivo de las películas, recibió críticas negativas de la prensa. Otro local donde se proyectaron cintas fue en el de la calle Montesinos, que abrió sus puertas en marzo de 1899. El último de los barracones fue el Pabellón Valle, pues en 1911 se prohibía que los de madera funcionaran como salas de cine. Por este motivo, el Teatro López de Ayala se convirtió en el principal espacio de exhibición de películas, junto con los cines de verano: el salón París o el Pabellón Extremeño” [pp.26-27].

2 comentarios:

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  2. Muchas gracias por interesarse en mi libro, me complacen mucho sus palabras y que se haya tomado tiempo en hacer una reseña.
    Un saludo,
    Laura Fernández Rojo

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