jueves, 9 de noviembre de 2023
martes, 7 de noviembre de 2023
Flexiones
miércoles, 5 de julio de 2023
Tiempo
TIEMPO
Arturo Picazo
Mérida, Editora
Regional de Extremadura, col. Geografías, 2022, 326 págs.
Arturo Picazo Bermejo (La Haba, Badajoz, 1958) es Licenciado en Estudios Eclesiásticos. Tras realizar estudios de filosofía y teología, ejerce como educador en la Fundación Diocesana San José Obrero de Orihuela, dedicada a la atención a menores en riesgo de exclusión social. Entre su obra se cuentan las siguientes novelas publicadas: Tramo de hierro (2008), El lugar de las ausencias (2010), Misiva a Cesenio (2012) y Sombras en la nube (2019). Tiempo, que ahora publica la Editora Regional deExtremadura, desarrolla su trama durante un tiempo presente reducido en el que asistimos a la agonía del viejo relojero italiano Francesco Rembardo, y los recuerdos de su ayudante y yerno, Andrea, que reconstruyen tres historias, situadas en un tiempo extenso (unos cuarenta años del siglo XVII), relacionadas por el protagonismo de esta pareja de relojeros vocacionales y otros personajes secundarios, pero también por los proyectos que llevan a cabo: Vicenza Martini pide al relojero que le construya en los jardines de su palacio frente al mar un monumental reloj de sol como homenaje a su marido, el capitán Daniele Bolognesi que no ha regresado de su último viaje a América, el banquero Gio Battistsa Pinichotti les encarga un reloj de pesas para una de las torres del Castell Novo de Nápoles en un entorno convulso de motines populares contra la nobleza y las autoridades españolas, los monjes de la abadía de San Girolamo de la Cervara le encargan un reloj de péndulo, con lo que acceden a un universo reglado y apacible bajo cuyas apariencias se oculta al mal. El resultado es una novela histórica lograda tanto por el firme pulso narrativo como por la singularidad y verosimilitud de personajes y episodios. Reproducimos un fragmento del último trabajo de los relojeros en la narración.
“Al llegar a la abadía volvimos a quedarnos
admirados de la robustez de la torre que iba a albergar el reloj. Pegados a su
base, miramos hacia arriba, a la hilera de los firmes modillones que sostenían
el matacán. Tuve entonces un sentimiento de fragilidad ante la reciedumbre de
sus muros y la verticalidad de su altura. Con ese encogimiento seguí
observando. La monótona seriedad de sus piedras era interrumpida por seis
ventanas alineadas armónicamente sobre el borde exterior, lo que otorgaba a la
edificación un toque de discreta elegancia.
—La llamamos Torre Sarracena — explicó
Giacomo —. Es de construcción reciente, de este mismo siglo. La denominamos así
porque nos ha servido y nos sirve de defensa de las incursiones de piratas
berberiscos.
— ¿Son frecuentes los ataques? —me
interesé.
— Hace tiempo que no registramos ninguno;
pero sí que lo han sido. Es uno de los motivos por los que hubo que edificar la
torre.
—Será maravilloso poder lucir entre sus
muros la esfera de nuestro reloj — comentó entusiasmado Francesco.
—¿Y la sonería? —pregunté.
— La campana ya está arriba — confirmó
el hermano Giacomo.
Tanto mi suegro como yo nos quedamos
admirados de la previsión con la que actuaban los monjes. El viejo relojero
recordó en concreto la perfección del plano que dos meses atrás nos habían
presentado con todo lujo de detalles. Ahora solo faltaba que no surgiesen
dificulta-des imprevistas. La cercanía del mar no era un problema pequeño,
porque la humedad expondría las piezas a un deterioro más acelerado de lo que
sería deseable. Pero allí todo estaba próximo a las aguas, así que el sitio,
elegido era sin duda el mejor.
Mientras contemplábamos la entrada a la
abadía y ante el interés de mi suegro por la edificación, el cillero expuso de
modo breve los momentos más significativos del monasterio:
—Su construcción comenzó hace ahora algo más de 300 años.
Concretamente en 1361 empezaron las obras y fue erigido monasterio tan solo
tres años después. A mediados del siglo pasado fue reconocida como abadía. De
aquí han dependido monasterios importantes y entre sus muros se han hospedado
personas reconocidas como los papas Gregorio XI y Urbano VI, santa Catalina de
Siena y Francesco Petrarca”. [pp. 221-222].
lunes, 26 de junio de 2023
Díptico romano
DÍPTICO ROMANO
LAS AMARGURAS DE
TIBERIO
EL ENIGMA DE
PONCIO PILATO
Tomás Martín
Tamayo
Mérida, Editora
Regional de Extremadura, col. Vincapervinca, 2022, 566 págs.
Nacido en Campillo de Llerena en 1947, Tomás Martín Tamayo, maestro y escritor, fue consejero de Cultura, Educación,
Deportes y Patrimonio, y diputado autonómico. Ha publicado novelas, relatos
cortos y libros de poesía y cuenta con una decena de premios literarios, al
tiempo que figura en antologías nacionales e hispanoamericanas. Entre sus
títulos destacan, en prosa, Cuentos de
madrugada (1979), Cuentos al alba
(1984), Cuentos de la maldita resignación
(1997), Cuentos en verde aceituna
(2006), El enigma de Poncio Pilatos
(2008), Cuentos del día a día (2015)
o El secreto del agua (2016); también
ha publicado los libros de poemas Abstracción
de la culpa (1981), De cielo en cielo
(2004) y El dolor confinado (2020).
Colabora en diferentes medios nacionales como ABC, El Mundo,
eldiario.es, o elconfidencial.es, y mantiene una columna semanal en el diario HOY y en El Norte de Castilla; ha recibido el Premio de Periodismo de la
Asociación de la Prensa de Badajoz, así como el Premio de Periodismo Ciudad de
Badajoz.
Ahora la Editora Regional de Extremadura publica Díptico romano que incluye las novelas La amargura de Tiberio y El enigma de Poncio Pilato (que había visto la luz en la editorial Planeta en 2010). Fiel a uno de los propósitos más notables de la novela histórica (la reconstrucción de periodos y personajes históricos singulares llenando esos huecos que los historiadores suelen dejar obligadamente), las dos novela erigen las figuras Poncio Pilato, prefecto romano en Judea, y de Tiberio, el emperador “para mí más inteligente, singular y enigmático de todo el Imperio Romano” (“¿Por qué Tiberio y Pilato?”). Resulta esclarecedor que la noción de “enigma” (de unos enigmas que tratan de elucidarse) se repita en los propósitos de dos narraciones que con firme pulso formal tratan de contribuir a la construcción de la “vida privada de las naciones”. Reproducimos un fragmento en que se relata la reacción de Tiberio a la muerte de su hermano (ante el displicente desdén de Augusto).
“Cuando Druso se dispuso a volver, cayó del
caballo sobre un leño seco que le atravesó el muslo. Con la herida sangrante,
apenas vendada, se negó a retirarse y siguió luchando. Al anochecer había
perdido mucha sangre y cayó desfallecido. Cuando le retiraron el improvisado
vendaje, la herida presentaba muy mal aspecto y no lograron que Druso
recuperara la consciencia. La noticia llegó a Roma tres días después. El joven
general se encontraba en una situación límite. Sin consultar la opinión de
Augusto Tiberio, que había llegado días antes, acompañado de dos médicos,
recorrió en cuarenta y ocho horas doscientas millas para socorrer a su hermano.
La herida estaba infectada y Druso no había recuperado el conocimiento. Murió
cuatro días después, de gangrena, en los brazos de Tiberio que, haciendo gala
de su carácter retraído e inexpresivo, no exteriorizó dolor alguno. Sin apenas
dormir y comer, estuvo a su lado, aliviándole con paños fríos el sudor copioso
que perlaba su frente. Sostuvo la cabeza durante horas y cuando expiró, en una
muestra inédita de ternura, alisó su cabello, acarició su cara macilenta, cerró
sus ojos, apretó el cadáver contra su pecho y lo dejó en manos de los soldados,
como si hubiera concluido un acto rutinario. Aquella misma tarde y antes de
trasladar e1 cadáver de Druso a Roma, los soldados se alinearon a lo largo de
tres kilómetros, para rendirle homenaje, pero Tiberio no salió de su tienda. Al
día siguiente pidió a los soldados que lucharan como lo había hecho Druso,
montó en el caballo de su hermano y ocupó su puesto para continuar la batalla.
El cadáver de Druso llegó a Roma, en medio
de un dolor generalizado, Augusto salió a recibirlo, acompañado le toda la
domus augusta. Al no ver a Tiberio preguntó al tribuno que lo escoltaba:
-¿Dónde está su hermano?
-Imperator, Tiberio ocupó el puesto de
Druso en Germania, para continuar la lucha… Incluso montó en su propio caballo.
¡Está luchando!
-Es un trozo de escarcha –farfulló
Augusto visiblemente irritado”. [pp. 66-68].
miércoles, 24 de mayo de 2023
La laguna de la feria
LA LAGUNA DE LA
FERIA
Óscar Jiménez
Moriano
Mérida, Editora
Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2023, 479 págs.
Óscar Jiménez Moriano (1968). Ha ejercido como abogado, asesor jurídico y letrado de entidades locales durante casi tres décadas. En la actualidad es Magistrado. Autor de más de medio centenar de artículos relacionados con el derecho, novedades jurídicas y nuevos enfoques en la jurisprudencia, ha publicado diferentes textos de referencia en esta materia: La contratación bancaria de pymes y autónomos: el control de las condiciones generales; El ejercicio de la acción de responsabilidad patrimonial por daños producidos durante la pandemia del coronavirus; Régimen sancionador y punitivo durante la pandemia; Manual para la impugnación de pruebas de acceso a la función pública; La sustitución y la suspensión de las penas; Manual de responsabilidad civil derivada de accidentes de circulación. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en colección Geografías La laguna de la feria, una novela singular por varias razones: es la primera narración publicada por el autor (lo que hace más sorprendente la impresión de madurez y de proyecto logrado) y su gran extensión la hace excepcional en su contexto literario. La trama, situada en un entorno imaginario que remite al norte de Extremadura, se desarrolla en una aldea y su entorno rural, Villaflor, en los años primeros de la segunda república. Hasta allí llegan amortiguados los convulsos acontecimientos nacionales, el exilio del rey y la Constitución de 1931, la quema de conventos, el decreto de retiros de Azaña…, pero no nos encontramos ante un documento histórico o social, sino ante una narración puramente literaria en la que los numerosos personajes desde unos contornos realistas iniciales caminan resueltamente por senderos fantásticos e imaginativos en que todo parece posible; narrados con una expresión “clásica” de extensos periodos oracionales y un marcado sentido el humor, asistimos al enfrentamiento entre los soldados y los aldeanos por las bogas del arroyo, entre el alcalde republicano (y literato y emprendedor fantasioso) y el sacerdote o el monárquico clerical, las andanzas entristecidas del brigada de la guardia civil aprisionado en la pequeña aldea, o las andanzas sentimentales de Carmen Bejarano, que en gran medida concilia los variados hilos narrativos. Reproducimos un fragmento en que uno de los personajes regresa al pueblo después de haber huido dejando tras de sí una mujer encinta.
“El sábado de primavera en que la expedición
de científicos dejaba atrás las últimas casitas de Villaflor, una mole de dos
metros entraba al pueblo cuando ellos salían, y solo les apartó sus ojos de
encima al difuminarse sus figuras en la curva que era a su vez arranque de la
carretera y delimitación del recinto urbano. Lorenzo Buenaventura regresaba
quince años después de la huida con la que quedó retratado para la posteridad
como un cobarde. Los viejos del rollo aseguraron que el tamaño de sus pies
había crecido al menos seis números, y que sus espaldas habían ensanchado tanto
que faltaban tejidos para abarcarlas de hombro a hombro. El protagonista, por
su parte, confesó que volvía para reconocer legalmente al niño del que se desentendió
en el pretérito, porque no deseaba que su nombre circulase unido a la deshonra,
y añadió que con la madre del muchacho tenía también cuentas pendientes.
Rodeado de la chiquillería que aquel sábado dividía sus actividades entre el
gua, el clavo y pídola, y de los matusalenes que quemaban al sol sus pieles
curtidas por un siglo de soles, estiró sus piernas sin término sobre los
peldaños del rollo, y proclamó a los cuatro vientos sus intenciones. Pero cuando
un polemista se interesó por su oficio actual y él le indicó que cuál había de
ser, sino rastreador de vidas y haciendas, la saliva de un murmullo dubitativo
lo salpicó. Su semblante, hasta ese momento risueño y laxo, se tensó y en la
epidermis del cuello se le marcaron las venas hinchadas.
—¿Cómo queréis que os lo demuestre?
El mismo escéptico que le había inquirido
por su dedicación lo retó a una empresa imposible.
—Haz que vuelvan a sus dueños las
pertenencias que ese maldito ladronzuelo se viene llevando desde hace meses con
impunidad”. [pp. 256-257].
miércoles, 17 de mayo de 2023
Lector que rumia
LECTOR QUE RUMIA
Eduardo Moga
Madrid, Ed. Polibea, Col. La espada en el ágata, 2023, 455 págs.
Prólogo de
Antonio Ortega
Licenciado en Derecho y licenciado y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, Eduardo Moga (Barcelona, 1962) ha publicado diversos poemarios, entre los que destacan La luz oída (premio Adonáis, 1996; edición commemorativa, 2021), Las horas y los labios (2003), Cuerpo sin mí (2007), Bajo la piel, los días (2010), Insumisión (2013, premio de la revista Quimera al mejor poemario del año), El corazón, la nada (Antología poética 1994-2014) (2014), Muerte y amapolas en Alexandra Avenue (2017), Lo profundo es la piel. Antologíade poesía erótica (2017), Mi padre (2019), Tú no morirás (2021) y Hombre solo (2022). Ha traducido a Ramon Llull, Jaume Roig, Évariste Parny, Arthur Rimbaud, Walt Whitman, Carl Sandburg, Wi-lliam Faulkner, Frank O'Hara, Charles Bukowski, Harold Norse, Evan S. Connell, Penelope Fitzgerald, Diane Wakoski y Tess Gallagher, entre otros autores. Practica la crítica literaria en Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Turia y Quimera, entre otros medios, y mantiene la sección «Otras latitudes» en La Sombra del Ciprés, suplemento cultural de El Norte de Castilla. Ha publicado los libros de viajes La pasión de escribil (2013), El mundo es ancho y diverso (2018) y Diarios de viaje (2016-2019) (2021); dos selecciones de entradas de la bitácora Corónicas de Ingalaterra (2015 y 2016); los diarios El paraíso dificil. Siete años en Extremadura (2013-2019) (2020), Expón, que algo queda (Polibea, 2021) y La ciudad encontrada. Crónicas de Sant Cugat (2021) y varios volúmenes de ensayos: Homo legens (2017) o el más reciente, El oro de la sintaxis (2020). Ha sido codirector de la colección de poesía de DVD Ediciones, así como director de la Editora Regional de Extremadura y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura en Extremadura. Mantiene el blog Corónicas de Españia. A esta vasta y notabilísima obra literaria, añade el escritor ahora Lector que rumia, una compilación de artículos publicados en su blog y en varias de las revistas especializadas citadas más arriba. Los textos se agrupan en varios bloques: “Sobre literatura actual” (en especial, poemarios aparecidos recientemente), “Sobre clásicos del siglo XX” (Delibes, Eliot, Hemingway Proust…), “Sobre clásicos de siempre” (San Juan, Quevedo, Shelley…) y “Algunos artículos” de temática variada. Se trata, como puede verse, de una muestra más de una las pasiones del escritor, la lectura y la lúcida reflexión sobre lo leído, una tarea no muy alejada de su obra creativa, pues como acertadamente considera el prologuista, “la escritura crítica de Eduardo Moga constituye una parte determinante de su obra literaria porque viene a reafirmar con certeza la aseveración que Ricardo Piglia hiciera en su libro Formas breves, cuando con su personal convicción declaró que «la crítica es la forma moderna de la autobiografía. Uno escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas». Todos los libros de Eduardo Moga —poéticos, ensayísticos, de crítica literaria, traducciones, sus escritos periodísticos—dan razón de una vida que se escribe, a su manera, en cada uno de ellos, y que, al mismo tiempo, instauran una poética que se ordena y se modela en todas y cada una de sus páginas”. [Prólogo, 13] Reproducimos un fragmento de una de las composiciones del último bloque.
EL PESADO
EL pesado, entre los escritores, es aquel
que está seguro de que su obra es la mejor que hayan visto los siglos desde
Homero (o antes de él) y desea hacértelo saber a cada instante, en cada
estación del año, con cada libro o artículo que publica, o, mejor, con cada
libro o artículo que se publica sobre él. El pesado no tiene escrúpulos ni conoce
la fatiga. Antes, cuando lo digital no se había adueñado de la sociedad, el
pesado se veía limitado, muy a su pesar, a los parsimoniosos procedimientos de
la comunicación analógica y, singularmente, del correo postal. Sus libros caían
entonces en el buzón como caen las hojas de los árboles en otoño o las
campanadas de las iglesias los domingos y las fiestas de guardar: metálica,
metódica, implacablemente. O bien, para superar las lentitudes o negligencias
del cartero (qué iluminador aquel epigrama del Eladio Cabañero: «¡Cojones!,
dijo el cartero. / Tres libros de Marrodán / y estamos a dos de enero»; Marrodán
fue un pesado de narices), el pesado hacía acopio de ejemplares —o de
artículos, o de fotocopias, o de lo que fuese que hablara de él— y se lanzaba
al río de la existencia con ellos a cuestas, ya fuese en macuto vietnamita, ya
en menesterosa pero suficiente bolsa de supermercado, para asestárselos al
colega desprevenido con el que se cruzase por la calle. Hoy en día, atrapados
por las redes como estamos, el pesado inunda el espacio con sus noticias,
poemas, crónicas, artículos, homenajes, presentaciones y publicaciones, y nos
aplasta con ellos. No obstante, el pesado que lo es de verdad, el pesado
pesado, el pesado pata negra, es capaz de combinar ambos medios: fumiga con sus
novedades el universo digital, pero no renuncia a la distribución artesanal de
antaño”. [pp. 339-340].
miércoles, 10 de mayo de 2023
Cuidado con el perro
CUIDADO CON EL PERRO
José A. Ramírez
Lozano
León, Eolas Ediciones, 2023, 64 págs.
José Antonio Ramírez Lozano
(Nogales, 1950) inició su obra narrativa con Don Illán (Orihuela, 1978), una novela corta con algunas de claves
de su mundo narrativo, a la que han seguido otros muchos títulos. Algunos de los aparecidos a partir de 2000 son Los reinos de Artemón (Algaida, 2001), El capirote púrpura (Algaida, 2003), Iscariote (Algaida, 2005), La
flor del toronjil (Junta de Castilla-León, 2007) La oca de oro (Menoscuarto, 2008), El sueño de la impostura (KRK, 2009), Las manzanas de Erasmo (Algaida, 2010), Habas contadas (Diputación de Badajoz, 2010), El crimen de Ampurio Pinto (Diputación de León, 2012), El domador de zapatos (Diputación de
Badajoz, 2015), El relojero de Yuste
(Ediciones del Viento, 2015), Los celos de Zenobia (Pretextos, 2016), El camello de oro (2018), Un calcetín de lana rojo (2019) Las nueces del más allá (2020) o Pasodoble (Naginata, 2022). Ahora la
editorial Eolas publica Cuidado con el perro, que reúne composiciones que
pueden ser leídos como micorrelatos (tienen un sentido autónomo) o como una
novela breve dada la reiteración de personajes humanos y caninos. Es cierto que
la obra refleja un presente en que se da a los perros un tratamiento
extraordinariamente consentido, con unos animales melindrosos que protagonizan
desfiles de moda, visten ropa de abrigo o, finalmente, descansan en tumbas (“Fuiste
mi corazón peludo”), pero no hay en estos textos un propósito de denuncia sino
un fin puramente literario que juega, con ingenio, humor y constantes hallazgos
léxicos, con las similitudes y contrastes entre los animales y sus amos o la
aproximación en la condición humana y perruna de ambos. Reproducimos una de las
composiciones.
21
“Ni
doña Matilde Sigüenza ni el propio doctor Riqueni lo-gran entenderlo. Para
ellos, todo el que tiene por mascota a un animal que no sea perro resulta, sin
duda, un sujeto raro y neurótico.
—Hay
perros y bichos. No hay más —contunde don Arturo Mesa del Hoyo.
La
propia sociedad Gengis Kan, en colaboración con la academia Cipión y Berganza,
ha promovido más de un ciclo de conferencias contra el desvarío de apadrinar
animales inexpresivos y horrendos, argumentando que pueden conducir al
ostracismo del dueño y otras consecuencias psíquicas desastrosas e
irreversibles.
—Ahí
tienes a Marcos con el pez —arguye ahora don Virgilio Domene—. Todo el santo
día con los ojos pegados a la pecera. Eso no es vida.
—Pues
él dice que le habla —apunta escéptico un tal Mauro—. Debe de ser que las
burbujas se le hacen sílabas.
—Eso
es una impostura, Mauro —rebatió doña Matilde despreciando—. Un pez imposible.
—¿Pero
qué calor humano puede recibir ese hombre de un pez? —se arrebata don Arturo
con escándalo—. Vale que un gato se arrulle junto al dueño, pero un pez, señor
mío. ¿Un pez?
—Los
gatos son la poesía —sentencia Mauro después de un silencio purgativo—, la
narrativa los perros.
—Un
gato no te defiende —zanja Riqueni—. Un perro, en cambio, da la vida por ti.
Ten en cuenta que los gatos son cobardes y escurridizos, como los poetas.
En la ciudad de Sevilla hay censados más de
cuarenta mil animales de compañía, de los que más de la mitad son perros. Los
otros, según la Gengis Kan, bichos: gatos, lagartos, boas, loritos, urracas,
tortugas y hasta una libélula que alquilan para los tocados en las bodas.
A
Marcos Santana, el de la dulcería, siempre le gustó la singularidad. Marcos
Santana tiene un grillo de mascota.
—Eso
es ya aberración —dogmatiza don Arturo.
El
grillo de Marcos Sena le avisa del extraño que anda a la puerta y, además, le
vale de despertador. Aunque hay noches que le da por la cantata y entonces a
Marcos no le queda otra que echarle un cubo de agua. [pp.52-53].
martes, 9 de mayo de 2023
Cuando vuelvan los elefantes
CUANDO VUELVAN LOS ELEFANTES
Dionisio López
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.
Vincapervinca, 2023, 142 págs.
Epílogo de Luis Landero
Dionisio López (Cáceres, 1978) es Licenciado en Filología Hispánica, estudios que cursó entre las universidades de Extremadura y Salamanca; en la actualidad ejerce como profesor de literatura. Autor de relatos y poemas publicados en diferentes obras personales (Entramados), antologías (Abrazos de náufrago, Al final poesía, ...Y si todos dicen que es de noche, Conclausa, Cuentos de AFAL, El club de los relatores, Letras para los ODS) y en revistas literarias (Sinergia, Heterónima, El Espejo...). También ha adaptado, junto a otros profesores, textos dramáticos de distintas épocas (Quedamos en el XVII, Quedamos en el XIX). En 2022 publica el libro de poesía Los nombres de la nieve. Dirige el blog de reseñas literarias Aves de paso. Cuando vuelvan los elefantes reúne relatos y microrrelatos agrupados en dos bloques (“La sombra” y “La lluvia”), con dos breves textos en la apertura y el cierre (“Biografía” y “Bibliografía”), protagonizados por variados personajes en entornos diversos: un personaje se siente extrañamente amenazado por la presencia un nuevo vecino (“2º B”), una mujer espera aterrorizada a unos hombres por algo sucedido en el pasado (“Una canción del pasado”), una venganza segura se cierne sobre un delator que ha enviado a la cárcel a sus cómplices (“La fragilidad del cristal”), un personaje se ha refugiado en el arte aislándose de todos (“Cumpleaños feliz”), un joven pintor abandona su pueblo para alejarse de un maestro que le impide encontrar un camino propio (“La sombra”)… pero es común a la mayoría de ellos una sensación de infelicidad e insatisfacción (relaciones afectivas rotas o abocadas a la muerte, búsquedas fallidas, desencuentros…), pues “las criaturas de Dionisio López siempre están intentando corregir el rumbo de su vidas. Quizá todavía estén a tiempo de alzar el vuelo con sus alas de cera y escapar del laberinto en que la costumbre y el fracaso los tienen recluidos […] ¿Tendrá valor para hacerlo? Sin duda, pero ahora no, quizá más tarde, quizá mañana (“Mañana se llama uno de los cuentos”, o quizá cuando vuelvan los elefantes.” [Epílogo, p. 137]. Reproducimos un microrrelato que relata un encuentro fugaz como un destello destinado irremediablemente al olvido.
ÚLTIMO
TURNO
No habían
pasado ni diez segundos desde que le robó el nombre, con un vistazo veloz, al
bono de transporte justo cuando ella subía y él bajada de la línea
universitaria. Pensó en dar la vuelta, pero las dudas provocaron el cierre de
las puertas tras de sí. Se sentó en las escaleras y comenzó a teclear en google, facebook, twitter, tuenti, snapchat,
instagram... Nada, no encontró nada. Probó con el nombre y apellidos completos,
nombre e iniciales, nombre y ciudad... Nada. Puso diminutivos y todas las variantes
que se le ocurrieron... Las horas pasaron sin darse cuenta. Pasaron zapatos,
tacones, zapa-tillas, hasta unas manoletinas rojas, que le esquivaban mientras
crecía la certeza de que jamás la volvería a ver. Jamás. Al caer la noche, se
levantó y emprendió camino a casa, mientras a sus espaldas paraba el último
turno del bus, el de las once, el que traía los rescoldos de estudiantes que
dejaban, con su regreso, el campus vacío.
viernes, 5 de mayo de 2023
La fábula y el fuego
LA FÁBULA Y EL
FUEGO
Ramón J. Soria
Breña
Mérida, De la
Luna libros, 2023, 153 págs.
Prólogo, epílogo
y fotografías del autor
Ramón J. Soria Breña (Jarandilla de la Vera, 1965) es escritor y
sociólogo. Además de varios trabajos de sus especialidad, ha publicado el libro
de relatos Los dientes del corazón
(Baile del sol, 2015) y las novelas Los
últimos hijos del lince (2010) y El
barco caníbal (2018), con la que obtuvo el premio Ciudad de Salamanca de
2017. En 2018 la editorial emeritense De la Luna Libros publicó una compilación
de relatos, Partes de guerra (2018).
La
fábula y el fuego, que ahora publica la editorial emeritense De la Luna libros, es en primer lugar un volumen bellísimo, extraordinariamente cuidado,
ilustrado por unas magníficas fotografías del propio autor. En su conformación
el autor ha recurrido a la estructura de un recetario y, en efecto, cada uno de
los capítulos contiene una receta de platos elaborados con productos naturales,
pero el resultado final va mucho más allá al comunicar su contenido con una
prosa, situada entre la narración y el ensayo, de una notabilísima altura
literaria. Cocinar es en esta obra una manifestación cultural ancestral que
llega desde el pasado hasta las manos de sus abuelas en combinaciones y sabores
romanos, árabes, sefardíes, galaico-portugueses, de Europa oriental, del nuevo
mundo o de la Extremadura de los años más tristes de la posguerra. Como apunta
el título, la obra reúne cocina y literatura, pues “cocinar es un cuento, una
fábula, un mito, el libro entero de nuestra gran historia”, y así el potaje, el
cebiche, las vieiras, el almogrote, el pulpo, los caracoles, las manzanas asadas… se acompasan con
referencias a Dumas, Vázquez Montalvan, Pla, Borges, Camba, Vasili Grosman o
Mark Twain. En medio de una naturaleza esplendente, entre ollas y trébedes,
recuerdos de lecturas y de la infancia, considera el escritor, “me queda la
felicidad de ver salir la trucha de mis dedos como una centella de colores y de
seguir desayunando algunos días de verano un conejo asado ensartado en un palo
en la chimenea de una casa vieja y queso de cabra de postre. Hago caso al poeta
[Octavio Paz]: “Defiendo mi ración de tiempo y paraíso”. Reproducimos un
fragmento del capítulo titulado “Hígado de cordero estilo Zaida, Zoraida, Zorahaida
y mi abuela”.
“Voy atravesando el tiempo, saltando más mil
años atrás, cuando Abd al-Rahman III dominaba el gran sur. Me ha venido a la
memoria este guiso posible y pobre, también sofisticado y rico, de un español
de entonces, tal vez árabe, judío, godo, bereber, cristiano, quién sabe. Un
campesino o pastor o alfarero que a la puerta de su casa de adobe de las
afueras de Córdoba, Jaraíz de la Vera o Valencia, poco antes de caer la tarde
fría, sobre una trébede mediana acunada en las brasas, dentro de una cazuela de
barro muy gastada, sofríe unas cebollas tiernas, unos higos pasos de pezón
largo cortados en cuartos y, cuando todo está blando, añade troceados dos
hígados de cordero y sus pizcas de albahaca, comino, cilantro, toronjil, ruda y
sal bruta. Aviva el fuego, remueve el guiso con un cucharón de brezo y luego lo
aparta del hogar hasta que temple. De ese mítico tiempo de califas y taifas, de
reconquistas y reconquistas y Medinas Azaharas ya solo quedan mitos y ruinas,
unas pocas palabras vivas como alhacena,
alcoba o zorzal, y cierto rencor
al moro que fuimos y que aún somos, qué triste. Pero muchos sabores de entonces
aún palpitan, como este plato de primavera, tan moderno y agridulce de
higaditos de cordero con higos pasos que estoy haciendo. ¿Cuántos maravillosos
fuas no se engordarán luego alimentando a los gansos, ocas o patos con higos
pasos? Pero ya un anónimo cocinero árabe entendió hace mil años la mágica
mixtura de estos dos alimentos que hoy, tanto tiempo después, preparo para
comer gracias a que mi abuela Ángela me enseñó la sencillísima receta. La
cocina extremeña está llena de guisotes de casquería, y este es uno de ellos”. [pp. 114-115].
miércoles, 3 de mayo de 2023
Las mujeres felices son una quimera
LA MUJERES
FELICES SON UNA QUIMERA
Alonso Guerrero
Córdoba, Ed. Almuzara, 2022, 270 págs.
I Premio
Internacional de novela jurídica del ICAGR
Nacido en Mérida en 1962, Alonso Guerrero es
escritor y profesor. En 1982 gana el premio Felipe Trigo de narraciones cortas
con Tricotomía, y en 1987 el Navarra
de novela con Los años imaginarios.
Muestras de sus incursiones en el cuento son El hombre abreviado (1998), Fin
del milenio en Madrid (1999) y De la
indigencia a la literatura (2004). La novela también le llevó a experimentos
como Los ladrones de libros (1991), El durmiente (1998), El edén de los autómatas (2004), Doce semanas del siglo XX (2007) o la
narración futurista Un palco sobre la nada (2012), en tanto La muerte y su
antídoto (2004) contiene una reflexión sobre el oficio de escribir. Sus
últimos libros han sido una novela sobre los atentados del 11-M en Madrid, Un día sin comienzo, la narración El mundo sumergido y la novela El amor de Penny Robinson (Berenice,
2018), que se convirtió en un gran éxito de ventas. También ha ejercido la
crítica literaria y el periodismo de opinión. Es profesor de Lengua y
Literatura en un instituto de Madrid y con Las
mujeres felices son una quimera ha resultado ganador del Primer Premio
Internacional de Novela Jurídica, que impulsa el Colegio de Abogados de
Granada.
La
mujeres felices son una quimera desarrolla una trama de novela negra de
ambientación urbana que arranca con el descubrimiento del cuerpo de un hombre ahorcado en un árbol de una plaza
céntrica de Madrid. El comisario Enrique Lahoz, apodado por sus compañeros “el
fantasma” por su tendencia a mantenerse alejado de la comisaría, emprende una
investigación (a pesar de una primera impresión no se trata de un suicidio sino
de un asesinato) que le llevará a aproximarse a un grupo de cinco personas que
sin conocer ni siquiera sus nombres (todas se ocultan tras un alias o nick) coinciden en una página de la Deep
Web. La investigación policial tendrá que enfrentarse a nuevos asesinatos que
hacen pensar en un asesino en serie, a circunstancias extrañas (como la
aparición de los teléfonos móviles de unas víctimas en el escenario del crimen
de otras) y a unas personas que han sustituido las relaciones personales por su
presencia constante en las redes: en sus casas no hay libros ni cuadernos, ni
bolígrafos, sino televisiones de tamaño desmesurado, cedés, lápices de memoria,
tarjetas con archivos visuales… Como en los modelos clásicos que reúnen un caso
policial con un reflejo crítico de la sociedad (corrupción policial,
connivencia entre políticos y delincuentes), la presente novela desarrolla una
trama absorbente que nos lleva de un enigma a otro hasta un desenlace insólito,
pero también se propone presentar a un nuevo prototipo de ser humano que se ha
volcado hacia un mundo virtual en el que el anonimato es “el de gente que se
mantiene de incógnito porque así significa más que con sus nombres y apellidos”,
en que “nadie quiere ser quien es, ni estar donde está” y tiene una deriva
terrible en el caso de niños y adolescentes con los que “la educación ya no
sirve de mucho. Ahora se hacen montaraces en internet como si fueran perros
abandonados”. Comunicada con una prosa cuidada y precisa tan eficiente en la
narración como en los diálogos, la novela es una notabilísima muestra de la
novela negra actual. Reproducimos un fragmento del arranque de la trama.
“La cara del capitán apareció en la
pantallas, con sus ojeras de político con demasiadas sobremesas, y le expuso
personalmente el expediente del tío colgado del árbol. Asunto del que se había
hecho cargo el Juzgado de Instrucción número 21.
-Encárgate de él –le dijo-. No es un
suicidio. El forense ha dicho que lo colgaron después de matarlo.
¿Por qué yo? —preguntó Lahoz—. Sabes
que no me gustan las cosas complicadas.
-Porque eres el más cabrón, y el que
menos ganas tiene de trabajar. Los jueces sólo te quieren porque les pones las
cosas claras.
-Sabes que los hay más cabrones que yo
en la policía, aunque tengas razón en lo segundo.
-Échale un vistazo al informe del
forense. No tiene buena pinta.
-Nada tiene buena pinta.
-La familia está pasándolo bastante
mal. Hay detalles muy extraños.
-Estoy seguro de que ya has resuelto el
caso. Dime si el asesino es el mayordomo, y punto.
-Las soluciones ya te las pedirá a ti
el juez Corcovado, que es quien instruye el caso. Como os lleváis tan bien,
quizá te amplíe el margen de actuación, siempre que no se lo quites a él.
-Corcovado, extraña casualidad -dijo
Lahoz-. Hemos tenido roces, dentro y fuera del juzgado, pero me cae bien.
-¿Qué quiere decir fuera? ¿Habéis
compartido amantes?
-Esa es la única investigación en la
que no me gustaría profundizar. [pp. 10-11].