sábado, 26 de diciembre de 2009

Antes del viaje



EL VIAJE ÍNTIMO DE LA LOCURA

Roberto Iniesta
Gernika, El hombre del saco, 2009, 371 págs.


Como ciertos arranques propios del cuento, El viaje íntimo de la locura, la primera novela de Roberto Iniesta (Plasencia, 1962, se inicia con lo anómalo irrumpiendo en la normalidad de una vida cotidiana y tediosa. Al igual que su padre y su abuelo, don Severino es un prestigioso notario de provincias que vive en la vieja casa familiar y ha decidido someter su vida a una rutina de días repetidos (trabajo en el despacho, misas de domingo, aficiones sedentarias…), un existir que guarda ciertas similitudes con el perfil del buen Alonso Quijano antes de su salida de la aldea: ambos están completamente solos, los dos viven sumidos en sus lecturas (libros de caballería, tratados de derecho), en contacto con mujeres con las que no hablan (ama, sobrina / una vecina, la sirvienta)… pero entre ellos hay una diferencia sustancial: don Severino no sueña con una vida distinta, Alonso Quijano sí, de ahí que este salga en busca de aventuras; en el caso de don Severino, serán las aventuras las que vengan a buscarlo. Y las aventuras, y el desconcierto, comienzan, para él, cuando algo ataca lo más sólido de su existencia: los cimientos de su propia casa.
Antes de que eso suceda, el tiempo fluye, para el personaje, en una corriente continua de instantes inaprensibles, perfectamente descrita:

“No transcurría un invierno sin que don Severino se hiciera la firme promesa de arreglar el jardín, y no había llegado el verano que viera cumplido el sueño. Por eso el deseo permanecía vivo, porque un sueño es un deseo que desaparece si se deja coger. Un sueño cumplido es un deseo muerto. Quizá fuera esa la oculta sinrazón que hacía que a don Severino, el menos soñador de los mortales, las primaveras se le escurrieran entre los dedos como si no apretase bien; como si tuviera flojo el esfínter por donde se nos escapa el tiempo; como si los días, las semanas y los meses, unidos en cadeneta, formaran un bloque indivisible en donde los momentos fueran imposibles de aislar, en donde el ahora, arrastrado por la corriente, no hallara un sitio libre en el que posarse y descansar. El ahora. Lo que nunca encontraba don Severino” [p. 18]

lunes, 21 de diciembre de 2009

Ciega carrera de fatalidades


Reseña en:

Martín Garzo en el aula Guadiana



















Con una novela recién publicada (La carta cerrada. Barcelona, 2009), Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) visitó el aula literaria Guadiana el pasado dieciséis de diciembre. La charla con los alumnos de bachiller de tres centros de la zona de Don Benito-Villanueva (IES San José, IES Donoso Cortés y Colegio Claret) fue amena, útil y de una notable altura literaria. Sobre la importancia primordial del lenguaje como instrumento de comunicación y de creación literaria, Martín Garzo afirmó: “Somos lo que somos capaces de decir, y todo depende de nuestra manera de decirlo. El escritor trata de hablar siempre con palabras verdaderas, y creo que esa debería ser la aspiración de todos. De hecho, cuando vivimos un momento importante cuidamos el lenguaje. Por ejemplo, cuando nos enamoramos. Entonces no vale decir las cosas de cualquier manera. Las palabras pueden abrirnos el corazón de los demás, pero también cerrárnoslo definitivamente”.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La pasión de leer





En su visita al taller de Cuento y Poesía de Villanueva de la Serena, Elías Moro leyó un interesantísimo poema, incluido en su penúltimo libro publicado (En piel y huesos. Mérida, ERE, 2009), que dejaba constancia de su pasión lectora. Al releerlo, pensé que, al margen de sus notables cualidades intrínsecas, contenía una poderosa lección para los alumnos (todo escritor debe ser un lector infatigable) y se prestaba a un juego: reconocer las referencias a autores y obras. Entre todos, y con su ayuda, conseguimos hacerlo.


BIBLIOTECA

philip roth me contó una vez el secreto de la muerte de su padre
jorge manrique me contó una vez el secreto de la muerte de su padre
raymond carver me contó una vez el secreto de la muerte de su padre

llovía en parís un aguacero cuando césar nos dejaba
la palabra quinqué se asoma a la sima de agua de guillermo
comí cebollas y moluscos con el glotón de Neruda
una infame turba entona cantos marineros en la pampa

empuñando un sable bucanero, burt lancaster
sigue burlándose de nosotros en la portada de un volumen
el mágico mestre habla con rafael acerca de los oficios del sueño
el rostro de lorca desaparece en cinco actos antes de que caiga el telón
robinson crusoe interroga a calvino acerca de la autoridad y los desastres
el exilio de hikmet sería otro poema de spoon river
cuando faulkner pasea a caballo matándose lentamente con el whisky,
los pájaros de marianne envejecen de tedio en las antillas de walcott
cien haikus le desvelan kafka el secreto de los cerezos,
y en los hospitales de ultramar un viejo gaviero,
el que amó a ilona bajo la lluvia,
desgrana monótono sus recuerdos de amor y guerra

mientras arden las pérdidas en otra patria,
por una extraña paradoja, con oficio de vivir,
vidas minúsculas a salto de mata, animales
melancólicos caminan hacia el lugar de la derrota,
la memoria de la nieve avanza por la línea del horizonte

como una antigua cometa en las manos de los muchachos,
bajo el oscuro secreto de las cartas consulares,
el libro de los venenos sobrevuela las poéticas

siquiera este refugio, por una oculta razón,
en todos ellos están impresas mis huellas dactilares,
uno cualquiera se acuesta conmigo todas las noches de mi vida

como un epitafio vivo y sereno
tres rosas amarillas se posan en la tumba de chejov

los perros ladran
lo demás es silencio

[Moro, E. En piel y huesos. Antología poética. Mérida, ERE, 2009, pp. 140-141]


NOTAS

1. Patrimony: A true Story (1991), Philip Roth

2. Coplas a la muerte de su padre, de J. Manrique

3. “La vida de mi padre”, un relato de Raydmond Carver

4. César Vallejo murió en París, el día 15 de abril de 1938 (viernes)

5. Quinqué del agua (2007), Guillermo Fernández Rojano

6. Neruda coleccionó más de 9000 caracolas en su casa de Isla Negra; “Oda a la cebolla” (Odas elementales, 1954).

7. “Infame turba” [“...de nocturnas aves”, verso de Góngora ] Cantos marineros en la pampa, de Rodolfo Enrique Fogwil

8. “El temible burlón” (película de 1958, con Burt Lancaster como protagonista)

10. Juan Carlos Mestre. Rafael Pérez Estrada (Los oficios del sueño, 1992)

13. Nazim Hikmet (1902-1963), poeta turco exiliado en Moscú. Edgar Lee Master: Antología de Spoon River [New York, 1915]

15. Marianne Moore. Derek Walcott.

17-18 Álvaro Mutis: Ilona llega con la lluvia (1988, premio “Cervantes, 2001)

20 Antonio Gamoneda: Arden las pérdidas (2003, premio “Cervantes”, 2006).

21 Gonzalo Hidalgo Bayal: Paradoja del interventor (2004); Cesare Pavese: El oficio de vivir (1954)

22 Vidas minúsculas (1984), de Pierre Michon. A salto de mata (1981), de José Antonio Gabriel y Galán.

23 Animales melancólicos (2001), de Luis Sáez [ensayo]. El lugar de la derrota (2003), de Ada Salas.

24. Memoria de la nieve (1982), de Julio Llamazares; La línea del horizonte (1988), de Antonio Tabucchi.

26 Cartas consulares (2007), Miguel Ángel Muñoz Sanjuán.

28 Siquiera este refugio (1993), de Ángel Campos Pámpano. Una oculta razón (1991), de Álvaro Valverde.

29 Huellas dactilares (2001), de José Viñals.

32. "Tres rosas amarillas", de Raymond Carver [un relato que reconstruye imaginariamente la muerte de Chejov]

33 Los perros ladran (1973), de Truman Capote.

34 Lo demás es silencio (1978), única novela de Augusto Monterroso.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Premio Felipe Trigo, 2009











Ángel Campos en la memoria





El tercer número de la revista Alborayque, dirigida por el director de la Biblioteca de Extremadura Justo Vila Izquierdo, incluye un suplemento dedicado íntegramente a Ángel Campos Pámpano. Las colaboraciones de este homenaje colectivo pertenecen a Pedro Almoril, Isabel Barceló Prieto, Mercedes Barrado, Joaquín Beltrán, José Luis Bernal, Pureza Canelo, Daniel Casado, Moisés Cayetano, Juan Copete, Luis Costillo, José Juan Cuño Márquez, Inma Chacón, José Manuel Díez, Santos Domínguez, Javier Fernández de Molina, Guillermo Fernández Vara, María José Flores, Leonor Flores, Pilar Galán, Enrique García Fuentes, Antonio Gómez, Francisco López Blanco, Manuel Martínez Mediero, Paloma Morcillo, Elías Moro, Francisco Muñoz Ramírez, Gonzalo Hidalgo Bayal, José María Lama, Miguel Ángel Lama, Luis Landero, Fernando León, Ceferino López, Agustín Muñoz Sanz, Miguel Murillo, Antonio Pacheco, Luis Pastor, Manuel Pecellín, Serafín Portillo, Leandro Pozas, Juan C. Rodríguez Ibarra, Antonio Sáez Delgado, Luis Sáez Delgado, Ada Salas, Basilio Sánchez, Irene Sánchez Carrón, José M. Sánchez Paulette, José Miguel Santiago Castelo, Álvaro Valverde, Juana Vázquez, Manuel Vicente González, María Rosa Vicente, José Viñals, Justo Vila, Simón Viola y José Antonio Zambrano.
Ángel falleció el 25 de noviembre de 2008. Un mes antes concedió una última entrevista, publicada por el el suplemento cultural del diario Hoy (“Trazos”, 19 de octubre) y reproducida al final de este volumen. A una pregunta sobre las aulas literarias en Extremadura contestaba:

En enero de 1992, con la lectura de Antonio Gamoneda, iniciamos una de la experiencias más enriquecedoras que he vivido en el ámbito cultural. El hecho de que los más grandes poetas vivos de este país (Valente, Goytisolo, Claudio Rodríguez, José María Valverde, Ángel González, por citar algunos de los que ya no están entre nosotros) pasaran por Badajoz a leer sus textos no sólo a quienes se acercaban al MEIAC, ya en la tarde; sino sobre todo a esos casi trescientos alumnos de bachillerato que por primera vez oían los poemas en la voz de sus autores es cuando menos un hecho inolvidable que alguna cosa habrá aportado al panorama literario de nuestra tierra. Más tarde, siendo presidente de la AEEX, abrimos las aulas de Cáceres y Mérida, que incluyeron también otros géneros. La cosa no ha debido ir nada mal porque pasados ya unos años aún se mantienen e incluso se han ampliado a otras ciudades como Zafra, Almendralejo, Plasencia, Don Benito-Villanueva… En fin, larga vida a la palabra viva de los escritores, que siempre será un estímulo para quienes se sienten cercanos a la buena literatura”.