lunes, 21 de diciembre de 2020

EPISTOLARIO. JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

 

JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN

EPISTOLARIO

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2020, 505 págs.

Edición, introducción y selección de Jesús Gabriel y Galán Acevedo

    Jesús Gabriel y Galán Acevedo, nieto del poeta José María Gabriel y Galán, nació en Guijo de Granadilla (Cáceres) en febrero de 1932 y vivió en Plasencia hasta los 16 años, cuando la familia se trasladó a Madrid. Doctor en Medicina y Cirugía, ha ejercido como Jefe Clínico de Cardiología en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y como profesor de esta disciplina en la Universidad Complutense de Madrid, hasta su jubilación.

   Ha estudiado la figura humana y literaria de su abuelo, fruto de lo cual ha sido la publicación de dos libros sobre el poeta: José María Gabriel y Galán, su vida, su obra, su tiempo (2004) y José María Gabriel y Galán. Obras completas (2005), ambos publicados por la Editora Regional de Extremadura.

   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica el más completo epistolario de Gabriel y Galán recogido de los dos epistolarios publicados antes, el de Casto Blanco Cabeza (Cartas y poesías inéditas de Gabriel y Galán, 1919) y el de Cividanes (Epistolario de Gabriel y Galán seleccionado por Mariano de Santiago Cividanes, 1918). “El resto –afirma el editor- las he tomado del archivo familiar (raramente de otros archivos) o de periódicos y revistas; ninguna carta del poeta he conseguido directamente de descendientes de sus corresponsales. La tarea, como puede suponerse, ha sido ardua teniendo en cuenta la dificultad que supone el rastreo de un material disperso, olvidado o perdido. De todas formas, esta colección, con más de 300 cartas (219 del poeta) es el la más completa publicada hasta la fecha” [Preámbulo, p. 16]. Reproducimos una de las cartas enviadas al poeta por Miguel de Unamuno (que tal vez nunca llegó a leer).

 

EL RECTOR DE LA

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

 Particular

                                                                                              3-I-1905

 Sr. D. José Mª Gabriel y Galán

    Mi querido amigo: Su carta ha venido a avergonzarme. Y digo esto porque antes de haberla recibido debí yo haberle escrito mi pesar por la muerte de su padre (q.d.D.g.) a quien conocí algo y me era sumamente simpático. En esta mi poco perdonable negligencia ha entrado en parte la balumba de quehaceres y preocupaciones que sobre mí pesan, una cierta lentitud que con los años se me va acentuando y también cierto respeto a los dolores profundos y recientes. Pero no quiero dejarle de decirle cuánto he sentido su desgracia, aunque estoy convencido de que en sus arraigadas creencias encontrará usted lenitivo a su dolor.

   Veo sus últimas cosas y me felicito y le felicito por su labor. También yo he echado mi cuarto a espadas en poesía, publicando una en el último número de La Ilustración Española y Americana.

   Al presente no hago más que trabajar en mi Vida de D. Quijote y Sancho, según M. de C. S. explicada y comentada por M. de U., obra cuyas cuartillas irán pronto a la imprenta.

   Celebraré mucho verle por acá y que charlemos.

   Y dándole un año de 1905 más venturoso que para usted ha sido el que finó, y en que los nuevos triunfos que habrá de obtener no vayan amargados por otras desgracias, queda suyo afmo. Amigo y s. s.

                                                                           Miguel de Unamuno

 Nota: Cuando esta carta se escribió estaba el poeta gravemente enfermo y murió tres días después.

domingo, 20 de diciembre de 2020

Poemas y otros nidos

POEMAS Y OTROS NIDOS

Pureza Canelo

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2020, 69 págs.

Dibujos y pinturas de Pureza Canelo, José Mª Muñoz Reig y Luis Canelo

   Nacida en Moraleja (Cáceres) en 1946, Pureza Canelo irrumpe en el panorama poético español con la obtención del Premio Adonais 1970. Ha desarrollado importantes labores en el ámbito de la dirección de proyectos culturales, singularmente como directora de la Fundación Gerardo Diego. Su relevancia lleva a que en 1977 se funde el Aula de Cultura y Biblioteca Pública «Pureza Canelo» de Moraleja. Coordina en 1993 la celebración nacional del Medio Siglo de la Colección Adonais, así como el I Centenario del poeta Gerardo Diego en 1996. Ha sido traducida a varios idiomas e incluida en numerosas antologías de ámbito nacional e internacional. Impulsora de colecciones poéticas desde mediados de los setenta, dedica un tiempo importante a las ediciones en el ámbito de la comunidad científica y universitaria. En 2008 recibe la Medalla de Extremadura como reconocimiento a su obra literaria. En 2009 la Unión de Bibliófilos Extremeños le dedica el Homenaje del Día del Bibliófilo en la ciudad de Almendralejo y con este motivo se publica en torno a su obra el volumen monográfico Esfera Poesía. El 21 de septiembre de 2013 es elegida por unanimidad académica de número de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y el 21 de mayo de 2016 toma posesión de su plaza con la lectura del discurso de ingreso “Oeste en mi poesía”.

   En su extensa obra, incluida en numerosas antologías y reconocida con premios como el Juan Ramón Jiménez, el del Instituto Nacional del Libro Español, el Ciudad de Salamanca, el Francisco de Quevedo, el de la Villa de Madrid o el Ciudad de Torrevieja,  deben señalarse como libros esenciales: Lugar común. Madrid, Riaip, 1971 (Adonais, 279). Celda verde. Madrid, Editora Nacional, 1971 (Colección Poesía, 42). Habitable (Primera poética). Madrid, Rialp, 1979 (Adonais, 364). Tendido verso (Segunda poética). Madrid, Caballo Griego para la Poesía, 1986 (Pentesilea, 7). No escribir. Sevilla, Algaida, 1999 (Algaida Poesía, 4). Dulce nadie. Madrid, Hiperión, 2008 (Poesía Hiperión, 568). Cuatro poéticas. Valencia, Pre-Textos, 2011. A todo lo no amado. Barcelona, Plaza y Janés, 2011. Oeste. Valencia, Pre-Textos, 2013. Retirada (Valencia: Pre-Textos, 2018).

   Ahora, la Editora Regional de Extremadura publica un volumen antológico que “recoge algunas de  mis pinturas de aquel tiempo y una selección de poemas escritos posteriormente que rememoran el latido de aquella adolescencia apasionada. Y todo esto visto desde el hoy. No hay trampa en esta reunión, es lo circular de lo sensible en río de escritura y existencia que, junto a unos cuadritos inocentes, ordeno aquí como nueva obra de entrega creadora” [p. 11]. Reproducimos un poema en prosa incluido en su libro Oeste (2013).

 MADERA

    Crece concéntrica, al compás de la hora del mundo, alguien que sabe que avanza la savia y hace cuerpos perfectos. Azar de la poesía, sima de lo oculto o alcanzar la nube con un dedo ebrio. Crece la madera y tira de la piel del poema; se acompasan, necesitan agua y luz, luego la noche afirma.

   Son mis debilidades los fresnos, el olivo, la encina, el alcornoque descorchado muestra su desnudo y te maravilla en amanecer o atardecida.

   Se oye la madera. En la ciudad no sienten el prodigio de la fibra; yo osí atrapada en el eco, traslación de crecimiento por lugares amados.

   Leña y verso se funden, piden entre ellos dame tinta, temperatura, acción, clave del sonido: mística. Las hojas de nervaduras se balancean en el pulmón de estas líneas.

(De Oeste, 2013)                           

sábado, 19 de diciembre de 2020

Diógenes, el Perro


 DIÓGENES, EL PERRO

 Joaquín Rodríguez Lara

Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2020, Col. Escena Extremeña, 157 págs.

Edición bilingüe. Trad. al portugués de Liliana Gonçalvez

Premio de textos teatrales de autor extremeño – FATEX, 2017

    José Joaquín Rodríguez Lara (Barcarrota, 1956), inició su trayectoria como escritor con el poemario La tierra al fondo (1980) y el relato breve El Conchito (1981) con el que el ganó el Premio Felipe Trigo para Narraciones Cortas; ese mismo año obtuvo el Premio Internacional Cuentos Lena, en Asturias, por La casa al borde del camino. Tras muchos años entregado al periodismo, publicará su primera novela, Gayola (2005) así como un libro de prosas, La burra con GPS y otros avíos de comer (2014) en la Editora Regional de Extremadura.

   Como autor teatral se estrenó con Penélope, cautiva de sí en 2017. Diógenes, el Perro, su segunda obra dramática recibió el premio FATEX (Federación de Asociaciones de Teatro de Extremadura) de 2017 para autores extremeños. En ella, Diógenes Laercio, historiador de filosofía clásica del siglo III d. d. C. reconstruye la vida y personalidad de Diógenes de Sinope (h. 412 a. C – 323 a. C.), “también llamado Diógenes el Cínico, Diógenes el Perro y El Perro” y su insólita relación con los poderosos, con los ciudadanos de Atenas y Corinto y con toros filósofos. Los pasajes narrativos en la voz de Diógenes Laercio, un creíble y excelente narrador, se alternan con escenificaciones protagonizadas por Diógenes el Cínico (ambos papeles representados por un mismo actor con leve cambio de caracterizaciones en escena) en un desarrollo dramático que subraya la pertinencia actual de sus mensajes morales.

   Reproducimos un fragmento que escenifica el encuentro de Diógenes con Aristipo de Cirene, “filósofo discípulo de Sócrates, que cobra por filosofar en los banquetes y vive regaladamente, gordo y bien vestido, a base de adular a los ricos y poderosos. Aristipo, sorprendido al ver al Perro, se para ante Diógenes de Sinope y le pregunta.

ARISTIPO:

         ¿Qué haces con esas hierbas atravesadas en la boca, Diógenes?

 DIÓGENES DE SINOPE:

         No son hierbas, son berros; berros del arroyo. (Señala hacia el lugar en el que supuestamente está el arroyo). Los acabo de cortar y me los estoy comiendo. ¿No me ves, Aristipo? ¿Es que tus ojos ya sólo ven la comida si te la presentan cocinada en bandejas de plata?

ARISTIPO:

         Claro que te veo. Y me extraña mucho lo que estoy viendo. Veo al viejo Diógenes tirado en el suelo y con la boca tan llena de hierbas que hasta se le salen por la comisura de los labios. ¿Para qué te sirve la filosofía, Diógenes? Si aprendieses el arte del elogio, no tendrías que comer hierbas. Mírate, Diógenes. Más que un filósofo pareces un borrego hambriento.

DIÓGENES DE SINOPE:

         (Mirándole a los ojos). Si tú, Aristipo de Cirene, discípulo de Sócrates, que confundes el bien con el placer y afrentas a tu maestro mendigando favores innecesarios y exigiendo unas dracmas por filosofar en voz alta, si tú aprendieses a comer berros del arroyo, como hago yo, no tendrías que balar ante los ricos y poderosos. Mírate, Aristipo, ¿para qué te sirve la filosofía? Eres un borrego, un borrego cebado en vez de un filósofo. [pp. 35-36].

miércoles, 16 de diciembre de 2020

El Espejo


 EL ESPEJO

 Pilar Galán Rodríguez y Víctor M. Rodríguez Andrada [dirs]

Badajoz, Asociación de Escritores Extremeños, 2020, 112 págs.

    Acaba de ver la luz la duodécima entrega de la revista El espejo, de la Asociación de Escritores Extremeños, dedicado a la narrativa joven y al microrrelato. Tras unas “Palabras preliminares” de la actual presidenta de la Asociación, Susana Martín Gijón, siguen colaboraciones de Luz Sánchez Mellado (“Noches de chicas en Bol Nou”) como firma invitada, y Pilar Galán (“El lanzador de cuchillos”), Antonio Rivero Machina (“Composición nº 15”), Julia Lama (“Escritura terapéutica”), Sandra Benito Fernández (“La beatitud”), María Fernanda Sánchez (“El salón de té”), Hilario Martínez (“Mejía”), Ana Rodríguez Garrido (“Revólver de tinta” y Elena González (“Cara al chico de las canciones”).

   Rosa María Lencero recuerda a Manuel Pacheco en el centenario de su nacimiento (“Manuel Pacheco en su centenario”) y Antonio María Flórez se acerca la figura de Pedro Cieza de León (“Pedro Cieza de León. El Príncipe de los cronistas de Indias”). La entrevista es a Juan Ramón Santos, anterior presidente de la AEEX.

   A continuación se incluyen microrrelatos de José Antonio Llera, Mario Peloche, Emilia Oliva, José Juan Martínez Bueso, Montaña Campón, Xavier Rossel, Daniel Casado, Julio Alejandre, Adolfo Gómez Tomé, Josefa Montero López, Ángela Sayago Martínez, Mª José Fernández Sánchez, Andrésa Gutiérrez Morillo, Pepa Gómez y Bustamante, Efi Cubero, Víctor Valadés Paredes, Antonio María Flórez, Pilar Alcántar, Pilar López Ávila, Susana Martín Gijón, Vicente Rodríguez Lázaro, Chelo Sierra, Cora Ibáñez y Dionisio López.

   La entrega se cierra con notas de lectura sobre libros de Carmen Salas del Río, Faustino Lobato, José Cercas Domínguez, Julio Alejandre, Mariluz Carrillo, Rosa López Casero, Agustín Muñoz Sanz, Marino González Montero, Pepa Gómez Bustamante, Luis Sáez Delgado, David Casado Rabanal, Susana Martín Gijón,  Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Luciano Feria, José Antonio Zambrano, Pilar López Ávila, Paula Merlán, Concha Pasamar y Soledad García Garrido.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Antígona / Hipólito

ANTÍGONA. SIGLO XXI

HIPÓLITO

 Isidro Timón / Emilio del Valle

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Escena Extremeña, 2020, 205 págs.

    Graduado en Dirección de Escena y Dramaturgia, Isidro Timón (Cáceres, 1961) ha dirigido instituciones como el Gran Teatro de Cáceres, festivales como el Teatro Cásico de Cáceres y diferentes proyectos de artes escénicas. Como dramaturgo, es autor de más de treinta textos teatrales desde Las extrañas vacaciones de Pal y Rolen (1985) hasta Neandertart (2002) y La maleta (2007).

   Emilio del Valle (Madrid, 1961) es licenciado en Dramaturgia por  la RESAD y Director artístico de Inconstantes Teatro. Ha montado textos de autores contemporáneos y dirigido textos propios como Cuando todo termine (2002) o Requiem (2016). Ha colaborado, asimismo, en proyectos colectivos, adaptaciones  libres y versiones de textos clásicos (de Rojas Zorrilla, Calderón de la Barca, Sófocles o Eurípides).

   Emilio del Valle e Isidro Timón estrenaron los textos que ahora ven la luz en el Festival Internacional del teatro Clásico de Mérida, Antígona. Siglo XXI en 2011, e Hipólito en 2018, protagonizadas ambas por caracteres femeninos muy marcados: Antígona, la heroína íntegra y firme que pone por encima de las leyes de los hombres sus deberes religiosos y familiares, y Fedra, la heroína cruel y despiadada (o un juguete en manos de Artemisa que la empuja a una pasión adúltera). Las dos, en fin, ejemplifican la concepción de la tragedia como un conflicto irresoluble a la vez que esa idea recurrente, que pasa de unas obras a otras, de que nadie debería considerarse feliz hasta un instante antes de su muerte pues en cualquier momento el cielo puede caer sobre todos.

   Reproducimos un fragmento en el que Antígona es sorprendida por los soldados arrojando polvo sobre el pecho de su hermano Polinices infringiendo la prohibición de Creonte (que ha amenazado con la pena de muerte a quien entierre su cuerpo).

 

CREONTE:

         ¿De dónde la traes?

GUARDIÁN:

         Estaba enterrando al muerto. (Empuja a Antígona al centro del espacio).

HEMÓN:

         ¡Trátala con respeto!

GUARDIÁN:

         ¡Estaba enterrando al muerto! No me pegues,  príncipe…

CREONTE:

         ¡Separadlos! (El coro les separa).

HEMÓN:

         No la vuelvas a tocar o te mato.

CREONTE:

         Cállate, Hemón. Tú no vas a matar a nadie. (Al guardián). Y tú, charlatán, mentiroso, embaucador, contesta con brevedad a mis preguntas, no disertes más allá de lo que te pida. ¿Te das cuenta del alcance de lo que afirmas?

GUARDIÁN:

         Sí.

CREONTE:

         ¿Estás seguro?

GUARDIÁN:

         La vi en el momento en que enterraba el cadáver.

HEMÓN:

         ¿La viste? ¿Cómo la viste? ¿Cómo cayó en tus manos?

CREONTE:

         Contesta.

GUARDIÁN:

         Cuando llegué sobrecogido por aquellas terribles amenazas que me dirigiste, limpié todo el polvo que cubría al muerto y lo puse bien al descubierto. El cadáver se estaba descomponiendo, nos sentamos en lo alto del muro al abrigo del viento, para evitar la peste. Cuando el sol se situó en medio del firmamento y despedía un calor insoportable, un remolino levantó del suelo una polvareda anunciando tormenta. Toda la llanura se llenó de ese polvo insidioso que se pega al sudor. Al cabo de un buen rato, el polvo se disipó y apareció esta…

HEMÓN:

         ¡Antígona, llámala por su nombre, estúpido!

CREONTE:

         ¡Termina tu relato!

GUARDIÁN:

         Aparece Antígona, gritando como un ave entristecida cuando ve el nido vacío, sin los polluelos. Exactamente así. (Silencio) Al ver limpio el cadáver, maldice contra los responsables de tal acción. Con las manos, colas uñas, arranca el polvo seco de la tierra dura, y lo echa sobre el pecho del muerto, sobre la cara, los brazos, las piernas, y, a falta de agua, le cumple el rito con su llanto. Nosotros, al verlo, nos abalanzamos y, entre todos, la apresamos. Ni ofreció resistencia ni parecía que le importara lo más mínimo. La acusamos de los dos enterramientos, también del anterior, como suele hacerse a falta de culpables, y ella no dejó los hechos. [pp. 60-62].

sábado, 28 de noviembre de 2020

Juan Ramón Santos sobre Fronteras


 

   Autor de una notable trayectoria poética y narrativa, Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975) ha publicado en Plan VE una reseña de Fronteras, lúcida y amable, que, con su permiso, reproducimos.

ME ACUERDO

   El tiempo corre que se las pela, y con cada nuevo iPhone, y con el crecer imparable de los dígitos que acompañan a la G (3G, 4G, 5G) para nombrar las redes que nos catapultan, invisibles, al futuro, van quedando cada vez más atrás, cada vez más enterrados, modos de vida que durante siglos fueron nuestros, en los que nuestros abuelos nacieron, crecieron y prácticamente murieron, en los que muchos de nosotros llegamos, al menos en parte, a criarnos, modos de vida pegados a la tierra y a los cultivos, atentos al ciclo de las estaciones, temerosos de los azares de la meteorología, modos de vida duros, sí, muchas veces arrastrados, pero con los que la gente también lograba a ratos ―seguramente con no menos frecuencia que hoy― ser felices, y que acaban siendo por ello, aunque sólo sea por ello, dignos de nostalgia.

   Cuento esto porque nostalgia es lo que rezuman muchos de textos que componen Fronteras, el volumen que el crítico y escritor extremeño Simón Viola publicó hace algunas semanas en la colección de narrativa de la Diputación Provincial de Badajoz, nostalgia, pero también al deseo urgente de apuntalar la memoria con palabras justas, sobrias, sin afectación, como éstas del relato “Al oeste del Edén”, en el que con la enumeración de especies animales y silvestres, lejos de pretender construir (mucho menos reconstruir) quiméricas arcadias, parece querer recopilar —al modo, por ejemplo, de Bernardo Atxaga—términos que nombran una naturaleza de la que cada vez estamos más despegados y que por momentos parecen condenados a extinguirse: “la mancha, que rodeaba por todas partes la tierra de siembra, era una vieja maraña de encinas y carrascas, jaras y brezos, madroñeras y torvicos, charnecas y acebuches, transitada por estrechas veredas abiertas por jabalíes, ciervos y corzos. Él solía bajar por un camino paralelo al regato que daba, al fin, a un rincón sombrío de viejos alcornoques centenarios en donde el arroyo se remansaba entre fresnos, atarfes y zarzamoras. En sus orillas, siempre verdes, crecían la salvia, el poleo y la mejorana, y más al fondo había un depósito de agua, cubierto por completo por la vegetación, del que salía una tubería hacia un cortijo que se levantaba a lo lejos en el valle.”

   Estas enumeraciones, frecuentes en el libro, no sólo recogen palabras más o menos pegadas a la tierra, sino también, como sucede en el texto titulado —precisa y atinadamente— “Enumeraciones” (referido al año 1965), noticias, acontecimientos, tebeos, canciones, programas o anuncios de la radio, en un procedimiento que recuerda al del célebre Je me souviens de Georges Pérec y con el que el autor pretende, quizá, levantar del papel, con su simple enunciado, confiando, con la fe de un estudioso del Talmud, en el poder generador de la palabra, los contornos de un temps perdu, el de su infancia y su juventud en un territorio de frontera.

   Porque en su libro, Simón Viola recupera un tiempo, pero también un espacio, el de esa incierta tierra de nadie que es la Raia, un territorio que, por supuesto, existe, y persiste, pero cuyas señas de identidad acaso se estén perdiendo, un territorio con una identidad propia, que se extiende a ambos lados de la frontera y parece estar cerca y, al mismo tiempo, tremendamente lejos de los dos países, cuyos topónimos —La Codosera, el Marco, La Rabaça, La Lamparona, La Centena, La Varse— juegan al despiste lingüístico y con un idioma propio hecho con retazos de español y portugués que el autor recoge a menudo en su libro, como recoge también, con afán casi etnográfico, consejas, chascarrillos o “contos arraianos” que lo tiñen de magia y también, a ratos, de brujería, al evocar las prácticas de veedoras y curanderas.

   Un libro, pues, para viajar en el tiempo y en el espacio, cargado a menudo de humor —tanto de humor popular, el de los frecuentes chistes rayanos que el autor recoge, como literario, en pasajes como el del traslado, en el remolque de un tractor, de una piara de cerdos transformada en coro de ópera, en los que se sirve de una rica prosa para trasladar al lector la anécdota con toda su viveza—, un libro, en definitiva, que emociona, aunque sólo sea al comprobar cómo esa misma literatura que, como uno intuye en sus historias, sacó al autor de la humildad agrícola de la Raya portuguesa, le devuelve ahora, en estas esforzadas páginas, los destellos y contornos de aquel pasado huidizo.

 


viernes, 27 de noviembre de 2020

Actos de fe / Acciones concretas



 ACTOS DE FE / ACCIONES CONCRETAS

(JULIÁN RODRÍGUEZ. TIPÓGRAFO)

MUSEO EXTREMEÑO DE ARTE CONTEMPORÁNEO

BADAJOZ

18 noviembre

12 de enero

    ACTOS DE FE / ACCIONES CONCRETAS se puede visitar en el Museo Extremeño de Arte Contemporáneo de Badajoz desde el 18 de noviembre hasta el 12 de enero por iniciativa de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura. Del comisariado y el cuidado tipográfico se ha ocupado Juan Luis López Espada. En su origen está la Editora Regional de Extremadura. Los textos pertenecen a Javier Rodríguez Marcos y Luis Sáez Delgado.

    Julián Rodríguez nació en Ceclavín (Cáceres) el 22 de agosto de 1968. Fue escritor, editor, galerista y diseñador gráfico. Fundó y dirigió las revistas Sub Rosa y La ronda de noche. También fue director artístico de la galería de arte Casa sin Fin —con sedes en Cáceres y Madrid— y director literario de la editorial Periférica, galardonada en 2008 con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural dentro del grupo de sellos independientes Contexto y con el Premio al Fomento de la Lectura en Extremadura en 2019.

    Fue autor del libro de poemas Nevada (Renacimiento), de la colección de cuentos Mujeres, manzanas (Editora Regional de Extremadura) y de las novelas Tiempo de invierno (Alba), Lo improbable, La sombra y la penumbra y Ninguna necesidad. Estas tres últimas quedaron reunidas en 2015 en el volumen Novelas (2001-2015) (Debolsillo).

   Es autor, asimismo, del ciclo autobiográfico formado por Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás (Caballo de Troya) y Cultivos (Literatura Random House). Sus últimos libros fueron los relatos Santos que yo te pinte y Tríptico (ambos en Errata Naturae). Profesor invitado en el Máster de Edición de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, a lo largo de su vida fue galardonado con el Premio Cáceres de Novela Corta, el Premio Nuevo Talento Fnac y el Premio Ojo Crítico de Narrativa.

   Como diseñador desarrolló proyectos para la Editora Regional de Extremadura, restaurante Atrio, la Fundación Ortega Muñoz y la Fundación Helga de Alvear además de encargarse de la imagen de Periférica y Casa sin Fin. Murió en Colladillo (Segovia) el 28 de junio de 2019 mientras leía las galeradas de un libro de Periférica en el jardín de su casa de campo. Tenía 50 años […]

    Esa biografía material es la que recorre ACTOS DE FE / ACCIONES CONCRETAS, y sigue la pauta de su colaboraci6n con la Editora Regional de Extremadura, un momento prolongado donde consolida buena parte de su experiencia y corre paralelo a la creación de Periférica, su editorial, la galería Casa sin fin y a muchas aventuras más El reconocimiento de Julián Rodríguez es también el de la cultura en Extremadura y, sus obras, balizas que acompañan el desarrollo de la cultura en España durante cuatro décadas, desde los años ochenta a la segunda década del siglo XXI.

jueves, 19 de noviembre de 2020

El oro de la sintaxis

EL ORO DE LA SINTAXIS

 Eduardo Moga

Barcelona –Santiago de Chile, RIL Editores, 2020, 214 págs.

    Eduardo Moga (Barcelona, 1963) es autor de una notable y dilatada trayectoria poética que arranca con Ángel mortal (1994) y La luz oída («Premio Adonáis», 1996) y ha sido recogida en una antología reciente El corazón, la nada (Antología poética 1994-2014), con prólogo de Jordi Doce. En prosa, el escritor ha cultivado géneros como el libro de viajes, con títulos como La pasión de escribil (La isla de Siltolá, 2013) y El mundo es ancho y diverso (Baile del sol, 2017), y los diarios: Corónicas de Ingalaterra. Un año en Londres (con algunas estancias en España) (La isla de Siltolá, 2015), Corónicas de Ingalaterra. Una visión crítica de Londres (Vasarek Ediciones, 2016). Esta trayectoria como creador ha ido acompasada de una tarea crítica que ha ejercido en revistas como Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Ínsula, Turia o Quimera y ha recogido en volúmenes como De asuntos literarios (2004), Lecturas nómadas (2007), La poesía de Basilio Fernández: el esplendor y la amargura (2011), La disección de la rosa (2015), Apuntes de un español sobre poetas de América (y algunos otros sitios) (2017), Homo legens (2017) El sonido absoluto (2019) o la edición (fue codirector de la colección de poesía de DVD Ediciones desde 2003 hasta 2012).

   Como estos últimos títulos, El oro de la sintaxis reúne un conjunto de críticas, artículos, ensayos y prólogos que pasan a sí de unos contenedores de textos, dispersos y de vida azarosa (las revistas), a otro (el libro) más perdurable. Con una sólida formación filológica y un vasto caudal de lecturas, Moga no duda en mostrar sus simpatías (en este volumen, la poesía de Walt Whitman, cuyas Hojas de hierba tradujo para Galaxia Gutenberg en 2019) y sus antipatías (la poesía de la experiencia y sus herederos, interpoetas y poetanautas), pero su actitud como lector y crítico sobresale por la empatía con la que se acerca a escritores, predominantemente poetas, cuyas preferencias retóricas intuimos muy ajenas a las suyas, en unas composiciones que vienen a confirmar, de modo palmario, que un texto crítico deber ser ante todo “otro texto”, tan cuidado como uno de creación. Reproducimos un fragmento de una de las composiciones titulada “La (in)felicidad de los escritores”.

    “Algunos libros nos dan la felicidad; los mejores, mucha, si es que la felicidad puede medirse. Y, ante ese derroche de alegría y plenitud, de excitación y sosiego, pensamos que los autores han sabido compartir con nosotros lo que ellos sentían: que la han cocido en el horno de las palabras y nos la han entregado, caliente aún, recién salida de la conciencia. Se comprende. Es difícil leer el Quijote –pese a la mucha violencia que lo recorre, y que llevó a Navokov a aborrecerlo por su crueldad- sin experimentar una satisfacción que conmueve de arriba abajo y que no es descabellado identificar con la felicidad. Algo muy parecido pasa con los poemas de Antonio Machado o Walt Whitman. El español, aun melancólico o doliente, inspira una serenidad moral que asombra y ennoblece. El norteamericano, enumerativo, desordenado, canta al mundo y al hombre que nace, y proclama, con alborozo, la grandeza de ser. Los ejemplos podrían multiplicarse. Y, sin embargo, esa felicidad no ha sido objeto de transmisión, ni siquiera de transformación, sino propiamente, de invención. Esa felicidad no estaba en la persona del autor, sino en el alambique imprevisible de sus necesidades y sus circunstancias. Las personas felices no escriben: se limitan a disfrutar de su felicidad. A las que hacen literatura, en cambio, siempre les falta algo. Los escritores son, sin excepción –por normales que parezcan, aunque pocos lo parecen- gente enferma: enferma de dolores muy materiales, de esos que aquejan igualmente a los fontaneros y los actuarios de seguros, pero también, y sobre todo, de ansias de ser otro, de ser más, de ser siempre”. [p. 267].


 

Cuentos extremeños


 CUENTOS EXTREMEÑOS

 Marciano Curiel Merchán

 Mérida, Editora Regional de Extremadura, Serie Rescate, 2020, 515 págs.

Edición, introducción y notas de Pilar Montero Curiel y María Luisa Montero Curiel.

    Pilar Montero Curiel y María Luisa Montero Curiel son profesoras titulares de Lengua Española en el Departamento de Filología Hispánica y Lingüística General de la Universidad de Extremadura. Autora de artículos sobre dialectología española y de la monografía El extremeño, Pilar se doctoró en 1993 con un estudio sobre “El habla de Madroñera”, de donde proceden sus libros Vocabulario de Madroñera y El habla de Madroñera. María Luisa defendió su tesis doctoral en 1996 (“La prefijación negativa en español”) y ha publicado el libro La prefijación apreciativa en español.

   Nietas de Marciano Curiel Merchán (Garganta la Olla, 1892-Trujillo, 1947), ambas han editado conjuntamente el estudio El léxico animal del Cancionero de Baena y los libros de su abuelo, Cuentos extremeños (2006), Juegos infantiles de Extremadura (2012) y Fiestas extremeñas (2016).

   Ahora, la Editora Regional de Extremadura en su Serie Rescate publica Cuentos extremeños, una obra que había visto la luz en 1944 en el CSIC y tuvo otras dos ediciones en la región (1987 y 2006). La presente edición reúne 144 narraciones recogidas en lugares en los que Marciano Curiel impartió clases (varias localidades de Badajoz y Cáceres), pero de modo predominante en Madroñera y Trujillo.

   Reproducimos uno de los relatos

 LAS TRES HERMANAS

    Un matrimonio tenía tres hijas mozas, casi del mismo tiempo.

   Un día fue el padre a una feria y las hijas le dijeron que les trajese alguna cosa. El padre, para darlas gusto, compró a la mayor un anillo, a la mediana unos zapatos y a la pequeña unos pendientes.

   El día que estrenaron estas cosas fueron los novios a verlas a su casa y sentados a la camilla, la hermana mayor, para lucir el anillo, sacó la mano, empezó a dar encima de la mesa con la mano abierta y diciendo:

        -Una araña, una araña.

        -Matarla con los zapatos como estos –decía la mediana para enseñar los suyos.

        -No, dejarla, dejarla –decía la pequeña, moviendo la cabeza para enseñar los pendientes.

   Y como se empezó, pues se acabó.

   De Trujillo (Cáceres)

Lo dio Luisa Trejo.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

El misterio del gato negro


EL MISTERIO DEL GATO NEGRO

  Beatriz Osés

Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col. Tigres de papel, 2012, 89 págs.

Ilustraciones de Ester García

    Acaba de ver la luz en la Editora Regional de Extremadura (Col. Tigres de papel) la tercera edición de El misterio del gato negro, una narración infantil cuya aparición en 2012 reseñamos en este blog.




sábado, 14 de noviembre de 2020

El síndrome de Diógenes

EL SÍNDROME DE DIÓGENES

Juan Ramón Santos

Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2020, 81 págs.

XXXIX Premio de Narración Corta Felipe Trigo

     Nacido en Plasencia en 1975, Juan Ramón Santos es Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y autor de novelas, relatos y libros de poesía. Fue Fundador de la Asociación Cultural Alcancía, de Plasencia, y desde 2005 coordina con Nicanor Gil el Aula de Literatura “José Antonio Gabriel y Galán”. Desde 2015 ocupa la presidencia de de la Asociación de Escritores Extremeños y es, asimismo, el Coordinador de las Aulas literarias de la región. Como escritor, se dio a conocer con una compilación de textos breves titulada Cortometrajes (Editora Regional, 2004), al que siguieron El círculo de Viena (Gijón, Llibros de Pexe, 2005), Cuaderno escolar (Editora Regional, 2009), Palabras menores (De la Luna libros, 2011) y Perder el tiempo (De la Luna libros, 2017), además de colaborar en libros colectivos como Relatos relámpago (2007) y Por favor, sea breve (2009). Como poeta, ha publicado Cicerone (De la Luna libros, 2014) y Aire de familia (Sevilla, La isla de Siltolá, 2016). Asimismo, es autor de tres novelas: Biblia apócrifa de Aracia (Libros del Oeste, 2010), El tesoro de la isla (De la Luna libros, 2015) y El verano del endocrino (Baile del Sol, 2018). En la web web www.planvex.es, bajo el título “Con VE de libro”, mantiene una sección dedicada a la reseña y recomendación de lecturas.

   El síndrome de Diógenes es una novela corta que ganó el año pasado el premio de narración Felipe Trigo de su modalidad. Su trama arranca con la decisión del protagonista-narrador, un profesor de instituto, de perseguir a ladridos a las ancianas de la localidad en la que vive. Este comportamiento delirante lo convertirá en el corro de las habladurías de los vecinos, lo aleja de su hijo, el único eslabón que le une a un matrimonio roto y, en una deriva empecinada y funesta, es expulsado de trabajo y del entorno laboral para aislarse de todos (“opté por acudir sólo y solo por las tardes”) hasta aproximarse a un destino de perro callejero, un auténtico seguidor de Diógenes, que va a conocer, a través de una aplicación de móvil, a otros seres también cínicos que conciertan citas para mantener relaciones sexuales sin prolegómenos, auténticos apareamientos, en uno de los cuales, el protagonista morderá a un competidor y acabará en la cárcel (en donde conoceré otro destino canino, el de perro apaleado). La trama traza así una aventura existencial, la de un antihéroe del abandono, de la renuncia, pero también desde una perspectiva lúcida e ingeniosa y una prosa amplia y precisa contiene una denuncia social, pues es, al fin, su propio entorno (vecinal, familiar, laboral) el que lo condena al aislamiento.

   Emparentada con El verano del endocrino, la novela proclama su huella kafkiana (el desarrollo narrativo pormenorizado y lógico a partir de un episodio propio de la literatura del absurdo), su relación con la figura legendaria del filósofo griego (que ha pasado al título), pero también es posible encontrar otras huellas: la locura quijotesca del protagonista, la narración picaresca de El coloquio de los perros (en ambas, un perro relata en primera persona sus andanzas), en una obra que, de un lado, rezuma literatura por todos sus poros, y, de otro, se nos presenta como una narración profundamente original y reconocible de su universo narrativo.

   Reproducimos un fragmento que ofrece una singular simbiosis espacio/personaje, cuando el protagonista deambule, mientras pierde su condición humana, por los arrabales de una ciudad que pierde en ellos su condición urbana.

 

“… me dediqué a vagabundear por las calles, a explorar, sin objetivo alguno, la caótica cartografía de mi ciudad, labor que decidí comenzar por el extrarradio, pues cada vez me sentía menos cómodo por el centro. Allí me sabía observado. En unos casos, por mis antecedentes. En otros, por mi apariencia, cada vez más desaliñada, por mi barba, cada vez más larga, y por mis modales, cada vez más agrestes. Notaba que me miraba, que hablaban de mí en las esquinas, en las panaderías, en las terrazas de los bares, y aunque debería haberme dado igual, me fastidiaba. Por eso opté por alejarme todo lo posible del corazón de la vida ciudadana, unas veces echándome al monte con la mochila y una vara a modo de cayado, otras deambulando por barrios periféricos, dejados de la mano del Ayuntamiento, separados por páramos geométricos, abortos de urbanización sembrados de basura en los que conocí innumerables formas de marginalidad y de inmundicia y donde mis cada vez más frecuentes y marcados ademanes caninos pasaban casi inadvertidos, camuflados en el catálogo de rarezas propias de unos yermos cuyos únicos habitantes eran rastreadores de chatarra, absentistas escolares, individuos enjutos de turbios propósitos y dementes de diversa índole hundidos en sus sordas tribulaciones”. [pp. 50-51].