Octavio Escobar Giraldo, Premio Nacional de
Novela
Este es un reconocimiento a un escritor
que viene trabajando la palabra con una disciplina intelectual admirable.
El Ministerio de Cultura
otorgó este año el Premio Nacional de Novela a la obra ‘Después y antes de
Dios’, del escritor manizaleño Octavio Escobar Giraldo, un médico dedicado a la
literatura antes que a ejercer la medicina. Profesor de la Universidad de
Caldas, este novelista que inició su carrera literaria escribiendo una serie de
libros donde el universo narrativo no tenía nada que ver con el espacio
geográfico donde transcurre su vida, alcanza este reconocimiento con una novela
que recrea dos hechos que conmovieron a la sociedad manizaleña: el asesinato de
una señora por parte de su hija y una pirámide montada por un sacerdote que
huye después de que sus feligreses le entregan sus ahorros confiados en que van
a recibir altos intereses.
¿Qué significa para
Octavio Escobar Giraldo la obtención del Premio Nacional de Novela? En primer
lugar, proyectar su obra literaria en el contexto nacional. Aunque sus libros
han sido publicados por reconocidas editoriales, el escritor manizaleño todavía
no ha logrado penetrar con fuerza en un mercado más amplio como para lograr
ventas significativas. Ser en este momento uno de los autores más
representativos de la narrativa caldense, al lado de escritores como Orlando
Mejía Rivera, Eduardo García Aguilar y Adalberto Agudelo Duque, le ha
garantizado a Escobar Giraldo proyectar su nombre más allá de su propio entorno
geográfico. Este premio es una puerta que se le abre para consolidarse, y para
que lectores de otras regiones del país se acerquen a sus libros.
Que ‘Después y antes de
Dios’ haya sido escogida por encima de obras como ‘La forma de las ruinas’, de
Juan Gabriel Vásquez; ‘La oculta’, de Héctor Abad Faciolince, y ‘Una casa en
Bogotá’, de Santiago Gamboa, es demostrativo de la calidad narrativa que
caracteriza el trabajo novelístico de Escobar Giraldo. Ese estilo como de
secuencia cinematográfica, que muestra al lector en escenas rápidas hechos
notables en el argumento, llamó la atención de un jurado que no ahorró elogios
para una novela que vuelve sobre un tema recurrente en los últimos trabajos
literarios del autor galardonado: Manizales. En efecto, después de ‘El último
diario de Tony Flowers’ (1995), ‘El álbum de Mónica Pont’ (2003) y ‘Saide’
(1995), Escobar Giraldo se arriesgó a novelar sobre su ciudad.
Mientras en ‘Saide’ habla
de Juanchaco, en ‘El último diario de Tony Flowers’, de Nueva York, y en ‘El
álbum de Mónica Pont’, de Madrid, en sus últimas tres novelas este escritor ha
experimentado literariamente con las coordenadas de su espacio vital. ‘1851,
folletín de cabo roto’ (2007), ‘Cielo parcialmente nublado’ (2013) y ‘Después y
antes de Dios’ (2014) conforman una trilogía novelística donde Manizales se
convierte en el motivo de sus reflexiones sobre la sociedad, la política y la
historia. Escobar Giraldo se regodea dándole universalidad a la aldea. En estos
tres libros aparece Manizales con sus calles, con sus centros de diversión, con
su tradicionalismo católico y con sus costumbres ancestrales.
El Premio Nacional de
Novela concedido a Escobar Giraldo es un reconocimiento a un escritor que viene
trabajando la palabra con una disciplina intelectual admirable. Desde sus
primeros libros de cuentos, ‘Las láminas más difíciles del álbum’ (1995) y ‘De
música ligera’ (1998), el escritor empezó a interesarse en el tema de su
ciudad. Pero también comenzó a delinear una obra narrativa donde, por su
modernismo, se nota la influencia del cine en la forma de contar una historia.
Su habilidad narrativa le permite manejar, con propiedad, la metaficción y la
intertextualidad. También una técnica que Orlando Mejía Rivera identifica como
“minimalismo narrativo”, donde los diálogos, aunque secos, son creíbles, porque
“están construidos sobre el silencio de lo no dicho”.
En ‘Después y antes de
Dios’, el autor despliega su habilidad narrativa para desnudar ante el lector a
la sociedad manizaleña. Ángela Botero Estrada, una prestigiosa abogada, asesinó
a su señora madre, una anciana de setenta y cinco años. El lunes después del
crimen, huye de la ciudad. Este hecho lo aprovecha Escobar Giraldo para tejer
con el cuidado de un hortelano una historia donde convergen las virtudes y
defectos de la sociedad manizaleña. Aquí se habla sin eufemismos sobre familias
que antes tuvieron dinero y, por la crisis cafetera, quedaron en la pobreza;
pero no renuncian a ser socios del Club Manizales ni al carro último modelo, porque
no quieren bajar de estatus social.