LECTURAS
A PONIENTE
Poesía
en Extremadura, 2005-2023)
Álvaro
Valverde
Mérida,
Editora Regional de Extremadura, col. Perspectivas, 2024, 451 págs
In
limine del autor
Nacido
en Plasencia en 1959, Álvaro Valverde ha publicado, entre otros, los libros de
poesía Las aguas detenidas, Una oculta razón (Premio Loewe), A debida distancia, Plasencias, Ensayando
círculos, Mecánica terrestre, Desde fuera, Más allá, Tánger, El cuarto
del siroco (Premio Meléndez Valdés de la crítica) y Sobre el azar del mapa. Es autor de dos novelas: Las murallas del mundo (Premio
Extremadura a la Creación) y Alguien que
no existe, un libro de artículos (El
lector invisible), uno de viajes (Lejos
de aquí) y otro de diarios (Porque
olvido. Diario 2015-2019). También de Extremamour,
en colaboración con el fotógrafo suizo Patrice Schreyer. Sus poemas figuran en
las antologías Un centro fugitivo
(con selección y prólogo de Jordi Doce, con quien codirige la colección Voces sin tiempo de la Fundación Ortega
Muñoz), Álvaro Valverde. Antología
poética (1985-2015) con ilustraciones de Esteban Navarro y Meditaciones del lugar (con selección y
prólogo de José Muñoz Millanés). En la actualidad, es crítico de poesía de El Cultural y colabora con asiduidad en
otras revistas literarias. Desde 2005, edita un blog en la dirección:
http://mayora.blogspot.com.es/ Su web:
www.alvarovalverde.es
Lecturas al poniente, que ahora publica la Editora Regional de Extremadura en su colección “Perspectivas”, es un amplio volumen
que agrupa las composiciones en tres bloques, “Los libros” (el más numeroso), “Las
antologías” y “Otros textos”, aparecidos muchos de ellos en su blog (Solvitur ambulando) y recogidos, otros,
de revistas como Cuadernos
hispanoamericanos, Turia, Suroeste, Nayagua, El Espejo, Quimera, El Cuaderno, suplementos como El Cultural, y periódicos como el diario Hoy. El conjunto reúne
cerca ciento cincuenta reseñas de obras de sesenta y cuatro autores (extremeños
o relacionados con la región), el análisis de varias antologías (Piedra de
toque, Diáspora, Abierto al aire, Literatura en
Extremadura…) y textos de contenido variados (evocaciones de Ángel Campos
Pámpano, el profesor Rozas, las proclamas del “manifiesto palmario” del
Congreso de Escritores extremeños de 1982, los premios…). Además de la oportunidad
y del valor actual de esta recopilación de textos críticos, es seguro que su
aportación crecerá con el paso de los años cuando llegue el momento de elaborar
visiones de conjunto sobre la creación poética de este periodo. Comunicados con
un tono conversacional, rehuyendo la jerga académica y las valoraciones
hiperbólicas de la crítica periodística al uso, los textos de Valverde nacen de
una lectura atenta y ponderada de unos libros muy variados que responden a
talantes poéticos diversos, lejos del tono de esos críticos que, atrincherados
tras una poética determinada, disparan contra todas las demás, de modo que muy
bien puede recordar en un texto liminar las palabras de George Steiner: “Soy un
crítico positivo: escribir sobre un libro significa también saldar una deuda de
gratitud”. Reproducimos un fragmento de la composición titulada “Premios,
premios, premios”.
“Mi
defensa de los premios se basa, antes que nada, en las posibilidades que
proporciona a los autores que empiezan, a los jóvenes. Nuestro paisano, el
otrora temible crítico José Luis García Martín, escribía hace un par de semanas
en ABC de las Ates y de las Letras: ‘Los
premios de poesía suelen estar gafados: quien después de los cuarenta sigue
concursando ya no juega en la misma división que Valente o Brines, sino en la
de los muy respetables Ángel García López o Carlos Murciano’.
Esta
tajante afirmación admite matices, por supuesto. Así, no es lo mismo quien
después de esa edad aspira a seguir publicando los libros que escribe y lo hace
a través de un premio porque, pongo por caso, no encuentra editor, que quien,
por afición, vicio o enfermedad (que uno ya no sabe) se sigue presentado a todo
galardón que se convoca con un afán bien distinto. El objetivo no es tanto
publicar una nueva obra (en rigor no la hay: a determinado ritmo, la
reiteración es inevitable), cuanto seguir ganando dinero a costa de esta
curiosa lotería. Pero este modo, además de perjudicarse a sí mismo como
escritor (hay quien ha tirado por la borda su prestigio literario a este bajo
precio), daña a los que buscan abrirse camino en la literatura, que es, sin
duda, un motivo más noble. Hay premios sucios y premios limpios. Los primeros
están dados de antemano y los segundos, no. Visto lo visto, para desesperación
de los miembros de los jurados, al menos para éste que escribe, los limpios,
que son los que conozco, suelen ganarlos casi siempre ventajistas, auténticos
cazapremios profesionales. Podría citar nombres” [pp. 421-422].