LA LAGUNA DE LA
FERIA
Óscar Jiménez
Moriano
Mérida, Editora
Regional de Extremadura, Col. Geografías, 2023, 479 págs.
Óscar Jiménez Moriano (1968). Ha ejercido como abogado, asesor jurídico y letrado de entidades locales durante casi tres décadas. En la actualidad es Magistrado. Autor de más de medio centenar de artículos relacionados con el derecho, novedades jurídicas y nuevos enfoques en la jurisprudencia, ha publicado diferentes textos de referencia en esta materia: La contratación bancaria de pymes y autónomos: el control de las condiciones generales; El ejercicio de la acción de responsabilidad patrimonial por daños producidos durante la pandemia del coronavirus; Régimen sancionador y punitivo durante la pandemia; Manual para la impugnación de pruebas de acceso a la función pública; La sustitución y la suspensión de las penas; Manual de responsabilidad civil derivada de accidentes de circulación. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica en colección Geografías La laguna de la feria, una novela singular por varias razones: es la primera narración publicada por el autor (lo que hace más sorprendente la impresión de madurez y de proyecto logrado) y su gran extensión la hace excepcional en su contexto literario. La trama, situada en un entorno imaginario que remite al norte de Extremadura, se desarrolla en una aldea y su entorno rural, Villaflor, en los años primeros de la segunda república. Hasta allí llegan amortiguados los convulsos acontecimientos nacionales, el exilio del rey y la Constitución de 1931, la quema de conventos, el decreto de retiros de Azaña…, pero no nos encontramos ante un documento histórico o social, sino ante una narración puramente literaria en la que los numerosos personajes desde unos contornos realistas iniciales caminan resueltamente por senderos fantásticos e imaginativos en que todo parece posible; narrados con una expresión “clásica” de extensos periodos oracionales y un marcado sentido el humor, asistimos al enfrentamiento entre los soldados y los aldeanos por las bogas del arroyo, entre el alcalde republicano (y literato y emprendedor fantasioso) y el sacerdote o el monárquico clerical, las andanzas entristecidas del brigada de la guardia civil aprisionado en la pequeña aldea, o las andanzas sentimentales de Carmen Bejarano, que en gran medida concilia los variados hilos narrativos. Reproducimos un fragmento en que uno de los personajes regresa al pueblo después de haber huido dejando tras de sí una mujer encinta.
“El sábado de primavera en que la expedición
de científicos dejaba atrás las últimas casitas de Villaflor, una mole de dos
metros entraba al pueblo cuando ellos salían, y solo les apartó sus ojos de
encima al difuminarse sus figuras en la curva que era a su vez arranque de la
carretera y delimitación del recinto urbano. Lorenzo Buenaventura regresaba
quince años después de la huida con la que quedó retratado para la posteridad
como un cobarde. Los viejos del rollo aseguraron que el tamaño de sus pies
había crecido al menos seis números, y que sus espaldas habían ensanchado tanto
que faltaban tejidos para abarcarlas de hombro a hombro. El protagonista, por
su parte, confesó que volvía para reconocer legalmente al niño del que se desentendió
en el pretérito, porque no deseaba que su nombre circulase unido a la deshonra,
y añadió que con la madre del muchacho tenía también cuentas pendientes.
Rodeado de la chiquillería que aquel sábado dividía sus actividades entre el
gua, el clavo y pídola, y de los matusalenes que quemaban al sol sus pieles
curtidas por un siglo de soles, estiró sus piernas sin término sobre los
peldaños del rollo, y proclamó a los cuatro vientos sus intenciones. Pero cuando
un polemista se interesó por su oficio actual y él le indicó que cuál había de
ser, sino rastreador de vidas y haciendas, la saliva de un murmullo dubitativo
lo salpicó. Su semblante, hasta ese momento risueño y laxo, se tensó y en la
epidermis del cuello se le marcaron las venas hinchadas.
—¿Cómo queréis que os lo demuestre?
El mismo escéptico que le había inquirido
por su dedicación lo retó a una empresa imposible.
—Haz que vuelvan a sus dueños las
pertenencias que ese maldito ladronzuelo se viene llevando desde hace meses con
impunidad”. [pp. 256-257].