SOCIALISMO INDIVIDUALISTA
(Índice para su estudio antropológico)
Felipe Trigo
Mérida, Editora Regional de Extremadura, Col.
Rescate, 2022, 211 págs.
Edición, introducción y notas de Manuel Pecellín Lancharro
Manuel Pecellín Lancharro (Monesterio, 1944) se licenció en Teología por la
Universidad P. de Salamanca con una Memoria sobre Teilhard de Chardin, y en
Filosofía por la Complutense, donde se doctoró con la tesis El Krausismo en
Badajoz. Ha sido miembro de la HOAC, ZYX y CC.00, ha ejercido la docencia como
catedrático de Instituto y profesor de la Escuela Universitaria Santa Ana
(Almendralejo). Autor de más de una veintena de obras sobre escritores y
filósofos extremeños, más once volúmenes de Bibliografía Extremeña y diferentes libros de creación como Caleidoscopio, Historias Mínimas, Relumbres de Espejuelos, Bajo el sol de la dehesa, Cielo y tierra nativos, Libre con Libros o Impresiones y memorias. Su más reciente
título es Máscaras de invierno
(2021). Entre sus áreas de investigación principales se cuentan los Humanistas
extremeños del XVI, las corrientes filosóficas del XIX y su implantación en
Extremadura y la literatura escrita en la región, siendo autor de los tres
volúmenes de Literatura en Extremadura (1980).
Ha participado en la fundación de la AEEX, la UBEx, el Ateneo de Badajoz, la Asociación Extremeño-Alentejana, la Gran Enciclopedia de Extremadura, el Servicio de Publicaciones de la Diputación pacense y la fundación pedagógica Juan Uña, asumiendo en ellas distintas responsabilidades. Fue director del Centro de Estudios Extremeños y de su revista. En el año 2011 le fue concedida la Medalla de Extremadura. Académico de número, ha sido secretario de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Pertenece a la Real Sociedad de Amigos del País de Badajoz y al Club Senior de Extremadura, y colabora como crítico literario en el diario HOY y en la actualidad imparte docencia en el Programa de Mayores de la UEX. Ahora la Editora Regional de Extremadura publica Socialismo individualista al cuidado de uno de los mejores conocedores del escritor, quien sobre la creencia ade Trigo en el advenimiento seguro del socialismo considera: “Trigo juzga que el socialismo es necesario e inevitable […] Pero es inevitable no tanto por razones económicas (Marx / Engels), sino antropológicas (lo que lo aproxima más a la corriente del ‘socialismo utópico’: el hombre mismo lo demanda (observemos el subtítulo que añadió a la obra: ‘índice para su estudio antropológico’).
Eso implica
que el Socialismo suponga no sólo una nueva ordenación de la infraestructura
económica y de las relaciones de propiedad, sino una transformación completa de
la humanidad, hombres y mujeres, y de cuanto la sociedad conforma (educación,
política, cultura, familia, sexo). Exige también que el Socialismo implique la
restauración de todos los derechos humanos, fundamentalmente el de la libertad,
la armoniosa regulación de los intereses de la comunidad, con las libertades
del individuo. Según es lógico, no se puede establecer un sistema económico
como el Socialismo a través de dictadura alguna, ni siquiera la del
proletariado, ni por métodos revolucionarios. "El triunfo del socialismo
será debido a la evolución ya iniciada en las naciones cultas. Fracasará toda
revolución que intente apresurarlo” [pp. 28-29]. Reproducimos un fragmento en
el que Trigo imagina en esa sociedad futura en qué condiciones se realizarían
los distintos tipos de trabajo.
“He indicado ya sus puntos capitales: Necesidad del trabajo de todos, menos de los impedidos definitiva o temporalmente. Libre elección de profesiones. División primordial del trabajo, en trabajo de necesidad vital y en trabajo científico y artístico; el primero tendría por fuerza que quedar sujeto a la administración, régimen y remuneración exclusiva del Estado, con prohibición absoluta de su ejercicio libre; el segundo tendría que ser proclamado absolutamente libre, excepto en su parte de aplicaciones educativas, que caerían bajo el dominio del primero, y con la sola limitación de no poder convertirlo nunca en comercial sin el intermedio del Estado. Nótase claramente la diferencia del uno al otro; un pan y una visita del médico le hacen falta a todo el mundo; un soneto o una estatuilla, no. Mas como la estatuilla y el soneto pueden convertirse a veces en adorno arquitectónico de una vivienda o en un drama de Echegaray o en una ópera de Wagner, para llenar verdaderas necesidades morales, de ahí que si sería insensato regimentar la producción de óperas y de dramas, sería más insensato suprimirle a la colectividad los placeres provinientes del trabajo genial. Sobre semejante base, imagínese lo que constituyen las necesidades vitales de un pueblo y eso será lo reglamentable, lo socializado, lo obligatorio para todos, incluso también los artistas, porque ya se verá que sobrará tiempo que dedicar a lo necesario y a lo caprichoso. Un pueblo necesita agricultura, necesita industria agrícola y artes industriales, necesita educación en sus varios grados, necesita higiene general, asistencia”. [p. 163].