LISBOA CAMINADA
Antonio María Flórez
Ayuntamiento de Don Benito, 2024,
115 págs.
Hijo de madre extremeña y padre colombiano, Antonio
María Flórez pasa su infancia en Marquetalia (Colombia), pero recibe su
formación académica de grado medio en los centros docentes de Don Benito.
Circunstancias biográficas posteriores le han llevado a alternar estancias en
Colombia y España, lo que lo ha convertido en privilegiado testigo del panorama
cultural de los dos países. Además de varios ensayos (como Dalí. El
arte de escandalizar, 2004, Transmutaciones. Literatura
colombiana actual, 2009, o Cuentos de ida y vuelta,
2010) y numerosas colaboraciones en obras colectivas (antologías de cuento y de
poesía, revistas…) ha publicado hasta el momento los siguientes libros de
poesía, galardonados con premios de reconocido prestigio: El círculo
cuadrado (1987), En cámara lenta, junto con el escritor
Flobert Zapata (1989), Epigolatría (1993), ZOO
(poemillas de amor antiecológicos) (1993), El bar de las
cuatro rosas (1995) y Antes del regreso (1997). A
este libro le siguieron títulos como El arte de torear (2002), Desplazados del paraíso (premio
nacional de poesía “Ciudad de Bogotá” de 2003, publicado ese año en Colombia y
luego en España en 2006), Marquetalia (Un pueblo que rabia) (2003), Corazón
de piedra (2011), Tauromaquia (Antología Trema) (2011), Bajo
tus pies la ciudad (2012), Sabe que su mirada (2014), La muerte de Manolete. Crónica en escena (Don
Benito, 2014), En las fronteras del miedo (2013,
finalista del premio nacional de poesía del Ministerio de Cultura de
2015), Sueños eróticos de un adolescente empedernido (2016)
y Mirándonos (2019). Como
narrador, ha publicado sus relatos en antologías como Cuento caldense
actual (1992), Estrechando círculos (1999), La
narración corta en Extremadura (2000) y Ficciones (2001).
En 2018, la editorial De la Luna libros publicó un volumen de relatos, Desde entonces vivo para el dolor, y en
2021 la Editora Regional dio a la estampa El hombre que corría en el parque. Recientemente ha visto la luz Llámame tiempo, novela publicada
en España y en Colombia.
Ahora ve la luz Lisboa caminada, título del
libro y del primer bloque (el otro lleva por título “Otras geografías”), cuyas
composiciones nacen de la fascinación por una ciudad que, como consideró Javier
Martín “é uma cidade que se leva na alma, porque não cabe na mala. O seu rio, a
sua luz, as suas calçadas ficam lá”, pero también de la atracción que ejercen
para el autor poetas y prosistas lusos (y algunos cantantes; el número de citas
es muy alto), como Pessoa, José Saramago, Lobo Antunes, Eça de Queirós, Nuno
Júdice, José Luis Barreto, Guimaraes, Manoel de Barros, Angélica Freitas,
Antonio Osorio, Gonçalo M. Tavares, Filipa Martins, Martha Cecilia Cedeño…,
incluyendo en el grupo a aquellos escritores no lusos también enamorados de
Portugal, como Antonio Tabucci, Muñoz Molina o Ángel Campos. El segundo bloque
se abre a “otras geografías”, entornos a veces naturales (“Díptico del Amazonas”),
pero sobre todos urbanos como Buenos Aires, Madrid o Nueva York. Dueño de una
voz original y madura, el poeta pasea
como voyeur por estos ámbitos para plantearse los temas universales presentes
en libros anteriores. Reproducimos un poema del primer apartado.
LAS
NOCHES DE LISBOA (I)
Son las noches de Lisboa
renuentes
al silencio.
Ellas
tienen gargantas que gimen
y lanzan
cortados lamentos
que
chocan contra las paredes.
El fado en Mouraria
es un
susurro hechizante
que viene
del fondo del alma,
melancólico
y altivo,
como lo
hizo María Severa
con su cuerpo y su destino.
De ellas nacen sueños
que
escapan por las ventanas
y minutos
que se alargan,
más allá del poema,
con
historias interminables
de nuestras vidas oscuras
-la tuya y la mía-
por
desiertos y autovías,
por
ciudades y montañas,
que
aplazan y enmudecen
las
líneas que habrías
de
escribir hoy mismo,
antes de la medianoche,
sobre los
setenta y dos fantasmas
que ya no
habitan, ni bien sueñan
en la casa desierta y callada
de
Fernando Pessoa
en la rua
Coelho de Rocha
del campo de
Ourique.
Papeles
manuscritos desparramados en el escritorio
que
susurran la “Sinfonía de la noche inquieta”
y hablan
del “…olor del mar, entrada la noche,
en los muelles de la
ciudad humedecida por el frío…”.