sábado, 12 de marzo de 2011

Niños

Mi sobrino José Antonio, de cinco años, me contó el otro día este chiste:

“Un gato y un gallo paseaban por la orilla de un río cuando el primero cayó al agua. Mientras intentaba mantenerse a flote gritaba: “¡Miaaaoooogo!”. El gallo, abriendo las alas, le contestaba: “¿Y qui qui quiés que haga yo?”.
Porque –añadia-, claro, los gallos no nadan nada. Si fuera sío un pato...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario